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Washington y La Habana restablecerán relaciones diplomáticas

El comercio fluye por futura embajada de EE.UU. en Cuba

Un hombre está sentado afuera de una casa que ofrece llenar formularios para solicitar visado. Foto: AFP
Un hombre está sentado afuera de una casa que ofrece llenar formularios para solicitar visado. Foto: AFP
07 de julio de 2015 - 00:00 - Agencia AFP

La Habana.-

Variados negocios formales e informales han florecido en torno a la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana (SINA), que pronto se convertirá en embajada, un histórico paso que alimenta esperanzas y temores.

Esta especie de feria comercial tiene su epicentro en el llamado “Parque de los suspiros”, donde los cubanos deben aguardar antes de entrar a la entrevista para conseguir visa estadounidense en la SINA, que ocupa un imponente bloque de hormigón y ventanales de seis pisos, situado en el famoso Malecón de La Habana.

Cientos de cubanos -provenientes de toda la isla- esperan largas horas cada día en este pequeño parque, que tiene escasos bancos, por lo que casi todos permanecen parados o sentados en las aceras bajo el ardiente sol tropical.

El nerviosismo impera en el lugar, pues es alta la posibilidad de que la visa sea denegada. Por eso los cubanos lo bautizaron como el “Parque de los suspiros”.

Un rechazo implica la imposibilidad de viajar a Estados Unidos a visitar a la familia y, de paso, la pérdida de los $ 160 que cuesta la solicitud, equivalentes a 8 meses de trabajo en la isla.

Además, muchos postulantes han gastado otros $20 para que otra persona les llene el complicado formulario en internet, en una isla donde el acceso a la red es limitado.

Entre los negocios que florecieron en los últimos años en torno a la futura embajada hay puestos de comida rápida, oficinas para llenar formularios, locales para guardar bolsos y celulares -pues está prohibido ingresar a la legación con carteras grandes o celulares- y hasta cuartos en renta para pasar la noche o descansar unas horas después de un largo viaje desde el interior de la isla.

Además, un ejército de “parqueadores” de automóviles que ganan propinas ha invadido las calles próximas a esta plaza, mientras decenas de vendedores ambulantes de toda clase de golosinas y alimentos merodean por el lugar.

“Esto es mucho mejor que un empleo estatal”, dice Roberto Campo, quien alterna su trabajo de custodio en una escuela de deportes con el de parqueador de autos en esta zona. “Aquí algunas personas venden agua o alquilan el baño de sus casas”, cuenta la anciana Olga, que desde hace más de dos décadas se dedica a escribir en inglés los complicados formularios de visa, de 12 páginas.

Por cada formulario ella cobra $ 20 dólares, el equivalente al salario promedio mensual en la isla, lo que hace muy atractivo este negocio. Por esta razón, en la zona próxima a la SINA existen más de 20  oficinas similares.

Washington y La Habana anunciaron el miércoles pasado su decisión de restablecer relaciones diplomáticas y reabrir sus embajadas el 20 de julio, luego de haber iniciado un diálogo hace seis meses.

La noticia de que la SINA pasará a ser embajada ha alimentado esperanzas, pero también temores entre los dueños de los negocios cercanos.

“Pienso que sí aumentarán los viajes (entre ambos países), pero lo de aumentar el negocio, no sé”, indica Roserays Fonseca, que tiene una pequeña oficina de llenado de formularios en el sótano de un edificio frente al parque. “Si ellos deciden crear una oficina para este tipo de trámites, entonces decaeríamos y hasta es posible que dejemos de trabajar”, explica.

Negocio a la baja

Señala que “hay días en que podemos llenar de 6 a 10 planillas, pero hay otros que no llenamos ninguna”. El negocio de “llenar las planillas” fue durante años muy próspero, pero comenzó a declinar porque algunos cubanos radicados en Miami ahora se dedican a este mismo negocio.

Además, la SINA comenzó a otorgar a los cubanos en 2013 visas de múltiples entradas por cinco años en vez de seis meses, lo que ha reducido el número de clientes, según ambas mujeres.

Sin embargo, los dueños de cafeterías y restaurantes se frotan las manos ante la próxima apertura de la embajada.

“Esperamos que se incremente la visita de norteamericanos, tanto a la isla como al restaurante”, dice el responsable del bar-restaurante “El Litoral”, quien afirma que tiene habitualmente entre sus comensales a los diplomáticos de la SINA.

“Si vienen más clientes, felicidades”, señala Norma Ferrán, que administra la cafetería “Los afortunados”, en cuyo letrero la letra ‘U’ fue sustituida por una herradura como amuleto de la suerte. (I)

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