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Lula juega su "plan B" para volver al poder desde la cárcel

Fernando Haddad coordina desde inicios de este año el equipo que prepara el programa de gobierno del PT.  Desde la cárcel Luiz Inácio Lula da Silva, expresidente de Brasil,  puso en marcha el Plan B para vencer a sus rivales en las elecciones del próximo 7 de octubre. “Vamos a inscribir a Lula como candidato presidencial del Partido de los Trabajadores (PT) el 15  de agosto ante la justicia electoral”, anunció la presidenta del partido, Gleisi Hoffmann. Lula, que desde abril cumple una pena de 12 años y un mes de cárcel por corrupción pasiva y lavado de dinero, es favorito en las encuestas entre el 30% y 41% de intención de voto de acuerdo con el instituto demoscópico. Pero es probable que por su condena no participará de la campaña ni de la opción que tendrán en la urna electrónica los brasileños el próximo 7 de octubre.  Para ello activó el Plan B y anunció como su compañero de fórmula a Fernando Haddad, el coordinador de su campaña, su exministro de Educación y exalcalde de Sao Paulo, uno de los intelectuales más importantes del PT que no ha sido salpicado por los escándalos de corrupción que afectan la política brasileña. Como segundo candidato a vicepresidente se anunció a la comunista y feminista Manuela Dávila. Si la justicia electoral, como se prevé, inhabilita a Lula a participar porque está condenado en dos instancias, Haddad será el candidato presidencial y Dávila su compañera de fórmula. Si Lula es aprobado para participar, Haddad le cederá el lugar a Dávila. La fórmula, explican en el PT, se parece a la utilizada en 1973 por el peronismo en Argentina. Héctor Cámpora fue electo con el eslogan “Cámpora al gobierno, Perón al poder” y a poco más de un mes convocó a elecciones que permitieron que regrese el líder popular Juan Domingo Perón de una proscripción y exilio de 18 años.  “Creo que más allá de los nombres, el PT de Lula gana favoritismo para llegar a la segunda vuelta. Las estructuras partidarias grandes se han impuesto y deben superar con el correr de los días a otros candidatos”, dijo a EL TELÉGRAFO Alberto Almeida, director del Instituto Brasilis y autor del libro “El Voto del Brasileño”. Según Almeida, pese al avance de candidatos como el exmilitar Jair Bolsonaro y la ecologista evangelista Marina Silva, las máquinas partidarias deben imponerse. Lula está detenido desde el   7 de abril en una sala de la Policía Federal en Curitiba, en el sur del país, y el domingo pasado el PT lo proclamó candidato presidencial por quinta vez. El exmandatario que gobernó entre 2003 y 2010 ya participó de las elecciones presidenciales de 1989, 1994, 1998, 2002 y 2006. Según los analistas, la figura de Haddad subirá de la mano de la popularidad del favortio Lula, pero enfrente tendrá máquinas partidarias fuertes o el voto del sorprendente Bolsonaro, un ultraderchista que se ubica segundo en las encuestas. Bolsonaro, del Partido Social Liberal, tuvo un traspié en el inicio de la campaña ya que sufrió rechazos para encontrar vicepresidente. Hasta que encontró el sí del general retirado Hamilton Mourao, quien al ser presentado radicalizó al electoral al afirmar que indígenas y negros eran “vagos”. “El PT va a insistir en su oposición al presidente Michel Temer, identificado con la crisis económica”, consideró el analista Almeida. El candidato que, según Almeida, puede ir al segundo turno con el del PT es el exgobernador paulista Geraldo Alckmin, del Partido de la Social Democracia Brasileña, a quien tres delatores de la firma Odebrecht acusaron de recibir $ 3 millones de sobornos por medio de su cuñado para sustentar ilegalmente una campaña electoral. El caso está en la órbita de la justicia electoral y Alckmin, del partido del expresidente Fernando Henrique Cardoso, no tiene problemas con la Operación Lava Jato.  Para vicepresidente Alckmin eligió a Ana Amélia Lemos, del conservador Partido Progresista, la fuerza que domina parte del Congreso y que es la que más está involucrada en la red de desvíos de la estatal Petrobras. Alckmin tiene el 7% de intención de voto, pero logró que todo el oficialismo que hoy respalda a Temer se le encolumne. Temer, con el Movimiento de la Democracia Brasileña (MDB), lanzó como candidato a Henrique Meirelles, su exministro de Economía, con el 1% de intención de voto. En el pelotón que tiene entre el 7% y 12% de intención de voto se anotaron el laborista Ciro Gomes, exministro tanto de Cardoso como de Lula, y la ambientalista Marina Silva, tercera en las elecciones de 2010 y 2014 que consagraron a Dilma Rousseff, quien la destituyeron en juicio político en 2016. La gran incógnita de la elección será si Lula podrá tener un representante en los debates televisivos -claves para captar al electorado indeciso y masivo del voto nulo o blanco- y si podrá transferir votos en caso de ser inhabilitado para participar desde la cárcel. (I)
Fernando Haddad coordina desde inicios de este año el equipo que prepara el programa de gobierno del PT. Desde la cárcel Luiz Inácio Lula da Silva, expresidente de Brasil, puso en marcha el Plan B para vencer a sus rivales en las elecciones del próximo 7 de octubre. “Vamos a inscribir a Lula como candidato presidencial del Partido de los Trabajadores (PT) el 15 de agosto ante la justicia electoral”, anunció la presidenta del partido, Gleisi Hoffmann. Lula, que desde abril cumple una pena de 12 años y un mes de cárcel por corrupción pasiva y lavado de dinero, es favorito en las encuestas entre el 30% y 41% de intención de voto de acuerdo con el instituto demoscópico. Pero es probable que por su condena no participará de la campaña ni de la opción que tendrán en la urna electrónica los brasileños el próximo 7 de octubre. Para ello activó el Plan B y anunció como su compañero de fórmula a Fernando Haddad, el coordinador de su campaña, su exministro de Educación y exalcalde de Sao Paulo, uno de los intelectuales más importantes del PT que no ha sido salpicado por los escándalos de corrupción que afectan la política brasileña. Como segundo candidato a vicepresidente se anunció a la comunista y feminista Manuela Dávila. Si la justicia electoral, como se prevé, inhabilita a Lula a participar porque está condenado en dos instancias, Haddad será el candidato presidencial y Dávila su compañera de fórmula. Si Lula es aprobado para participar, Haddad le cederá el lugar a Dávila. La fórmula, explican en el PT, se parece a la utilizada en 1973 por el peronismo en Argentina. Héctor Cámpora fue electo con el eslogan “Cámpora al gobierno, Perón al poder” y a poco más de un mes convocó a elecciones que permitieron que regrese el líder popular Juan Domingo Perón de una proscripción y exilio de 18 años. “Creo que más allá de los nombres, el PT de Lula gana favoritismo para llegar a la segunda vuelta. Las estructuras partidarias grandes se han impuesto y deben superar con el correr de los días a otros candidatos”, dijo a EL TELÉGRAFO Alberto Almeida, director del Instituto Brasilis y autor del libro “El Voto del Brasileño”. Según Almeida, pese al avance de candidatos como el exmilitar Jair Bolsonaro y la ecologista evangelista Marina Silva, las máquinas partidarias deben imponerse. Lula está detenido desde el 7 de abril en una sala de la Policía Federal en Curitiba, en el sur del país, y el domingo pasado el PT lo proclamó candidato presidencial por quinta vez. El exmandatario que gobernó entre 2003 y 2010 ya participó de las elecciones presidenciales de 1989, 1994, 1998, 2002 y 2006. Según los analistas, la figura de Haddad subirá de la mano de la popularidad del favortio Lula, pero enfrente tendrá máquinas partidarias fuertes o el voto del sorprendente Bolsonaro, un ultraderchista que se ubica segundo en las encuestas. Bolsonaro, del Partido Social Liberal, tuvo un traspié en el inicio de la campaña ya que sufrió rechazos para encontrar vicepresidente. Hasta que encontró el sí del general retirado Hamilton Mourao, quien al ser presentado radicalizó al electoral al afirmar que indígenas y negros eran “vagos”. “El PT va a insistir en su oposición al presidente Michel Temer, identificado con la crisis económica”, consideró el analista Almeida. El candidato que, según Almeida, puede ir al segundo turno con el del PT es el exgobernador paulista Geraldo Alckmin, del Partido de la Social Democracia Brasileña, a quien tres delatores de la firma Odebrecht acusaron de recibir $ 3 millones de sobornos por medio de su cuñado para sustentar ilegalmente una campaña electoral. El caso está en la órbita de la justicia electoral y Alckmin, del partido del expresidente Fernando Henrique Cardoso, no tiene problemas con la Operación Lava Jato. Para vicepresidente Alckmin eligió a Ana Amélia Lemos, del conservador Partido Progresista, la fuerza que domina parte del Congreso y que es la que más está involucrada en la red de desvíos de la estatal Petrobras. Alckmin tiene el 7% de intención de voto, pero logró que todo el oficialismo que hoy respalda a Temer se le encolumne. Temer, con el Movimiento de la Democracia Brasileña (MDB), lanzó como candidato a Henrique Meirelles, su exministro de Economía, con el 1% de intención de voto. En el pelotón que tiene entre el 7% y 12% de intención de voto se anotaron el laborista Ciro Gomes, exministro tanto de Cardoso como de Lula, y la ambientalista Marina Silva, tercera en las elecciones de 2010 y 2014 que consagraron a Dilma Rousseff, quien la destituyeron en juicio político en 2016. La gran incógnita de la elección será si Lula podrá tener un representante en los debates televisivos -claves para captar al electorado indeciso y masivo del voto nulo o blanco- y si podrá transferir votos en caso de ser inhabilitado para participar desde la cárcel. (I)
Foto: AFP
11 de agosto de 2018 - 00:00 - Pablo Giuliano. Corresponsal desde Sao Paulo, Brasil

Desde la cárcel Luiz Inácio Lula da Silva, expresidente de Brasil, puso en marcha el Plan B para vencer a sus rivales en las elecciones del próximo 7 de octubre.

“Vamos a inscribir a Lula como candidato presidencial del Partido de los Trabajadores (PT) el 15 de agosto ante la justicia electoral”, anunció la presidenta del partido, Gleisi Hoffmann.

Lula, que desde abril cumple una pena de 12 años y un mes de cárcel por corrupción pasiva y lavado de dinero, es favorito en las encuestas entre el 30% y 41% de intención de voto de acuerdo con el instituto demoscópico. Pero es probable que por su condena no participará de la campaña ni de la opción que tendrán en la urna electrónica los brasileños el próximo 7 de octubre.

Para ello activó el Plan B y anunció como su compañero de fórmula a Fernando Haddad, el coordinador de su campaña, su exministro de Educación y exalcalde de Sao Paulo, uno de los intelectuales más importantes del PT que no ha sido salpicado por los escándalos de corrupción que afectan la política brasileña.

Como segundo candidato a vicepresidente se anunció a la comunista y feminista Manuela Dávila. Si la justicia electoral, como se prevé, inhabilita a Lula a participar porque está condenado en dos instancias, Haddad será el candidato presidencial y Dávila su compañera de fórmula. Si Lula es aprobado para participar, Haddad le cederá el lugar a Dávila.

La fórmula, explican en el PT, se parece a la utilizada en 1973 por el peronismo en Argentina. Héctor Cámpora fue electo con el eslogan “Cámpora al gobierno, Perón al poder” y a poco más de un mes convocó a elecciones que permitieron que regrese el líder popular Juan Domingo Perón de una proscripción y exilio de 18 años.

“Creo que más allá de los nombres, el PT de Lula gana favoritismo para llegar a la segunda vuelta. Las estructuras partidarias grandes se han impuesto y deben superar con el correr de los días a otros candidatos”, dijo a EL TELÉGRAFO Alberto Almeida, director del Instituto Brasilis y autor del libro “El Voto del Brasileño”.

Según Almeida, pese al avance de candidatos como el exmilitar Jair Bolsonaro y la ecologista evangelista Marina Silva, las máquinas partidarias deben imponerse.

Lula está detenido desde el 7 de abril en una sala de la Policía Federal en Curitiba, en el sur del país, y el domingo pasado el PT lo proclamó candidato presidencial por quinta vez. El exmandatario que gobernó entre 2003 y 2010 ya participó de las elecciones presidenciales de 1989, 1994, 1998, 2002 y 2006.

Según los analistas, la figura de Haddad subirá de la mano de la popularidad del favortio Lula, pero enfrente tendrá máquinas partidarias fuertes o el voto del sorprendente Bolsonaro, un ultraderchista que se ubica segundo en las encuestas.

Bolsonaro, del Partido Social Liberal, tuvo un traspié en el inicio de la campaña ya que sufrió rechazos para encontrar vicepresidente. Hasta que encontró el sí del general retirado Hamilton Mourao, quien al ser presentado radicalizó al electoral al afirmar que indígenas y negros eran “vagos”.

“El PT va a insistir en su oposición al presidente Michel Temer, identificado con la crisis económica”, consideró el analista Almeida.

El candidato que, según Almeida, puede ir al segundo turno con el del PT es el exgobernador paulista Geraldo Alckmin, del Partido de la Social Democracia Brasileña, a quien tres delatores de la firma Odebrecht acusaron de recibir $ 3 millones de sobornos por medio de su cuñado para sustentar ilegalmente una campaña electoral. El caso está en la órbita de la justicia electoral y Alckmin, del partido del expresidente Fernando Henrique Cardoso, no tiene problemas con la Operación Lava Jato.

Para vicepresidente Alckmin eligió a Ana Amélia Lemos, del conservador Partido Progresista, la fuerza que domina parte del Congreso y que es la que más está involucrada en la red de desvíos de la estatal Petrobras. Alckmin tiene el 7% de intención de voto, pero logró que todo el oficialismo que hoy respalda a Temer se le encolumne.

Temer, con el Movimiento de la Democracia Brasileña (MDB), lanzó como candidato a Henrique Meirelles, su exministro de Economía, con el 1% de intención de voto.

En el pelotón que tiene entre el 7% y 12% de intención de voto se anotaron el laborista Ciro Gomes, exministro tanto de Cardoso como de Lula, y la ambientalista Marina Silva, tercera en las elecciones de 2010 y 2014 que consagraron a Dilma Rousseff, quien la destituyeron en juicio político en 2016.

La gran incógnita de la elección será si Lula podrá tener un representante en los debates televisivos -claves para captar al electorado indeciso y masivo del voto nulo o blanco- y si podrá transferir votos en caso de ser inhabilitado para participar desde la cárcel. (I)

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