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Los candidatos celebraron su último debate

Brasil elegirá entre la profundización posneoliberal y la restauración conservadora (Galería)

Los partidarios de la presidenta Dilma Rousseff asisten a un mitin de campaña en Sao Paulo, Brasil. Foto:AFP
Los partidarios de la presidenta Dilma Rousseff asisten a un mitin de campaña en Sao Paulo, Brasil. Foto:AFP
25 de octubre de 2014 - 00:00 - Redacción Mundo

Está culminando en Brasil un proceso electoral al que no le han faltado ingredientes. La tragedia por la muerte de Campos, el candidato original del Partido Socialista de Brasil (PSB), la sorpresiva irrupción de Marina Silva, su reemplazante, quien convulsionó por varios días el escenario y, finalmente, la incertidumbre frente a un balotaje que se presenta con un final cerrado pocas veces visto han convertido a estas elecciones en las de mayor trascendencia de las últimas series presidenciales brasileñas desde el retorno democrático a mediados de los 80. Así lo señalan los investigadores Esteban de Gori y Agustín Lewit, en un reciente informe del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag).    

Las últimas encuestas conocidas esta semana, realizadas por Vox Populi y Datafolha, revierten los pronósticos de las semanas que siguieron a la primera vuelta del 5 de octubre, coincidiendo en marcar una ventaja a favor de Dilma Rousseff, la presidenta-candidata por la reelección del Partido de los Trabajadores (PT), frente a Aécio Neves, el aspirante presidencial por el Partido de la Social Democracia de Brasil (PSDB).

En efecto, ambos sondeos colocan a la gobernante con una intención de votos que ronda el 52% frente al 48% que le atribuyen a Neves.

Al igual que lo sucedido en las 3 últimas elecciones presidenciales (2002, 2006 y 2010) -destaca el informe de la Celag- el PT y el PSDB compiten en el escenario reducido del balotaje presidencial, hecho que -al menos en lo que se refiere estrictamente a la disputa presidencial- ha dibujado contornos bipartidistas al sistema de partidos brasileño.

Al mismo tiempo, ese peso preponderante del PT y el PSDB les ha permitido marcar los términos en los que se dirime la política brasileña, articulando la disputa en base a 2 modelos que suponen simbologías políticas distintas. Por ejemplo, la procedencia social y política de los diversos candidatos; cómo la tensión entre elitistas y ‘plebeyos’ ha colaborado en la organización del escenario político y el “lugar” que ocupa cada uno de los contrincantes.

De esta forma, el balotaje ha permitido, entre otras cosas, ordenar políticamente los modelos sociales en pugna que se enfrentan actualmente en Brasil. Es decir, más allá de las figuras de los candidatos, lo que la segunda vuelta ha enfrentado son intereses contradictorios que atraviesan los cimientos de la sociedad brasileña.

De un lado, Dilma Rousseff se inscribe como la continuidad y profundización del rumbo abierto por el PT allá por el 2002 con el triunfo de Lula, el cual condujo a Brasil no solo por la senda de un persistente crecimiento económico, que ha llevado al país a convertirse en la sexta economía mundial, sino también de un creciente nivel de los índices sociales de igualdad.

Esteban de Gori y Agustín Lewit destacan, en ese sentido, el contundente proceso de disminución de la pobreza que ha tenido lugar en Brasil en los últimos doce años, que no se ha detenido ni siquiera en los momentos de crisis económica, cuyo principal correlato fue un crecimiento exponencial de los sectores medios, motivado principalmente por la expansión del trabajo (el desempleo es del 5%) y por la puesta en práctica de una serie de iniciativas de inclusión sin precedentes.

A nivel de política exterior, el PT ha revitalizado los vínculos del Brasil con la región latinoamericana -y suramericana en particular- ratificando su pertenencia a Unasur, Mercosur y la Celac, además de potenciar vínculos con otras naciones emergentes, como en el caso de los BRICS. Si bien esto no significó adoptar una posición antiestadounidense, en circunstancias puntuales -como en el caso de las revelaciones de espionaje por parte de la NSA a la mandataria brasileña- el país ha sabido mostrar una posición férrea contra los avasallamientos de la potencia norteamericana.

Del otro lado, de los apoyos ad hoc suscitados luego de la primera vuelta, Aécio Neves y el PSDB representan a aquellos sectores neoliberales que observaron desde el inicio del gobierno del PT un freno a sus aspiraciones tanto económicas como simbólicas.

Hoy Dilma y Lula pueden ganar el balotaje, pero tienen como desafío –además de soportar los embates de la economía- “relanzar” su partido y organizar a los nuevos actores que las transformaciones del PT han introducido en Brasil para mejorar sus chances de arrinconar el PSDB en un próximo futuro, señala el informe.

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