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El gobierno descarta levantar el Estado de Emergencia

169.000 turcos fueron procesados desde el fallido golpe a Erdogan

El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, habla durante una ceremonia sobre el fracaso del golpe de Estado del año pasado.
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, habla durante una ceremonia sobre el fracaso del golpe de Estado del año pasado.
Foto: AFP
15 de julio de 2017 - 00:00 - Redacción Mundo

Ankara.-

Pocos minutos antes de la medianoche del 15 de julio de 2016 una angustiada presentadora de televisión  leyó una declaración de un sector del Ejército turco que anunciaba el derrocamiento del gobierno de Recep Tayyip Erdogan. Antes del comunicado, aviones militares sobrevolaron Ankara a baja altura y los tanques salieron a las calles. El balance cobró la vida de 249 víctimas y durante este año ha procesado jurídicamente a 169.000 personas por participar en la organización.

Lo que a simple vista se visualizó como un exitoso golpe de Estado cambió 12 horas después, luego de que el primer ministro Binali Yildirim anunció, desde su despacho, que los agitadores fueron “derrotados”. Es decir, el golpe fue sofocado inmediatamente y las consecuencias tampoco se hicieron esperar, dando lugar a la mayor purga de la historia moderna del país dirigida contra los partidarios del clérigo Fettulah Gülen, exiliado en Estados Unidos, y acusado por el gobierno de la intentona golpista.

Pero este resultado fallido dejó muchas interrogantes abiertas dentro y fuera del país, sobre quién estuvo detrás del golpe y qué líderes políticos querían derrocar a los conspiradores en caso de lograr el plan. El gobierno de Tayyip Erdogan se mantiene con la versión de que el plan golpista consistía en un intento de los seguidores de Fettulah Gülen para obtener el poder.

Por su parte, Gülen expresó la posibilidad de que fuera un golpe escenificado. Es decir, que todo fue una obra de teatro para que Erdogan alcance más poder.

La teoría de las autoridades fue que los golpistas estaban comandados por militares de alto rango descontentos con el curso político del país y que intentaron tomar el poder con el fin de restablecer “el orden constitucional y el estado de derecho de la nación”.

¿Por qué falló el golpe?

“Los rebeldes, sencillamente, no eran suficientes”, explicó Evgueni Krútikov, periodista del medio ruso Vzgliad.  

Por Estambul, la ciudad más grande de Turquía, entre el 15 y 16 de julio se movían de forma errática unos tanques y algunos fueron capturados por civiles que se enfrentaron solo con sus puños a agentes armados. Los grupos que lograron controlar las instalaciones oficiales importantes solo contaban con un máximo de 10 militares, la mayoría bajo el mando de coroneles.

Los golpistas “hicieron lo que pudieron, intentaron tomar el poder en un país altamente militarizado con un solo batallón de tanques y un par de unidades de helicópteros”, explicó el periodista a Telesur.

El que no hubiera nadie de rango mayor al de coronel explica el fracaso de la intentona y se entiende que ninguno de ellos fuera capaz de dar ninguna orden a los militares que estaban por encima de ellos, afirmó Krútikov.

La depuración en el Ejército

Una vez controlada la situación, en declaraciones a la prensa Erdogan calificó el golpe de Estado como una bendición de Dios “que permitirá limpiar el Ejército”.

“Vamos a limpiar nuestro Ejército de traidores. Han levantado las armas contra el pueblo. Habrá muchas detenciones en nuestras Fuerzas Armadas, incluidos en los puestos más altos”, indicó.

Una semana después del golpe,  y luego de decretar el estado de emergencia -que se mantiene hasta hoy  y que el gobierno descarta levantar-, los resultados de las investigaciones registraron cientos de detenidos, incluidos entre ellos algunos miembros de las Fuerzas Armadas de Turquía y de la judicatura.

Más de 2.000 jueces fueron destituidos y en los siguientes días depuradas las Fuerzas Armadas, a lo que se sumaron cerca de 45.000 empleados públicos cesados. También se cerraron 1.000 empresas, 15 universidades, 156 medios de comunicación, 42 editoriales y más de 370 ONG, lo que generó el despido o suspenso de más de 130.000 funcionarios mediante decreto.

Hoy, un año después, se conoce que entre los presuntos organizadores constan 169 generales, 7.098 coroneles y oficiales, 8.815 policías, 24 gobernadores, 73 vicegobernadores, 116 subgobernadores y otros 31.784 sospechosos.

Asimismo, se publicó que más de 50.000 personas fueron arrestadas en los últimos 12 meses, a la mayor parte se le aplicó un régimen de libertad condicional mientras continúan las investigaciones de sus casos, otras 43.000 fueron detenidas temporalmente y liberadas sin cargos posteriormente.

El registro oficial del Ministerio de Justicia indica que aún buscan a 8.000 sospechosos más que mantienen órdenes de captura, entre ellos se encuentran soldados, políticos, miembros de la judicatura y organizadores civiles.

Sin embargo, dentro de estas cifras surgen interrogantes sobre la ausencia de altos cargos ante la comisión parlamentaria encargada de la investigación. “No estamos viendo que haya una investigación abierta, esto es muy decepcionante y la verdad es que es muy atemorizante”, dijo Gareth Jenkins, a la agencia francesa AFP, académico del Instituto de Estudios de Asia Central y el Cáucaso del centro Silk Road.

El gobierno insiste en que no esconde nada y negó las acusaciones de que encubra algo, desestimándolas como un insulto hacia quienes perdieron sus vidas intentando paralizar el golpe. (I)

DATOS

Ali Avci, productor de un filme biográfico sobre el presidente turco, estrenado en salas en marzo, fue arrestado el jueves en Estambul, sospechoso de pertenecer al movimiento gulenista.

La Unión Europea (UE) y Turquía mantendrán una nueva reunión de alto nivel de Diálogo Político el 25 de julio en Bruselas, a pesar de la creciente tensión entre ambas partes por la purga de las autoridades turcas tras el golpe de Estado fallido y el estancamiento de las negociaciones de adhesión.

Un grupo de expertos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) pidió ayer la liberación de once activistas detenidos la semana pasada en Turquía y aseguró que esta nueva ola de arrestos ilustra la “caza de brujas” que sufren los defensores de los derechos humanos por parte de las autoridades. (I)

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