Tras un mes de búsqueda, México corta la ayuda a maestros de Ayotzinapa
Van 30 largas noches sin saber nada. Son 720 horas con cada uno de sus 43.200 minutos. Eterno se ha hecho el tiempo, dicen familiares y compañeros de los 43 estudiantes detenidos-desaparecidos hace un mes por la policía municipal de la ciudad de Iguala. Desde la noche del 26 de septiembre no han tenido noticias certeras sobre los muchachos, tan solo rumores y escuetas declaraciones oficiales que incluso han sido desmentidas después por las mismas autoridades.
“Como somos de Ayotzinapa vemos el olvido, vemos realmente el desprecio que se nos tiene a nosotros porque no han actuado como se debería. Según han implementado búsquedas, pero sin ningún protocolo eficaz. Como se trata de nosotros, nos ignoran”. Tiene 22 años, es uno de los voceros estudiantiles y pide que le llamen José; como todos aquí oculta su identidad por razones de seguridad.
Lo que no esconde es su origen. “Nosotros somos campesinos, somos indígenas. Algunos de Guerrero y otros a nivel nacional. (En la Normal Rural Raúl Isidro Burgos) el setenta por ciento casi de la base estudiantil somos de escasos recursos. Y sí, somos indígenas”.
No hace falta constatar datos para comprobar sus palabras. En los pasillos de la escuela todos son jóvenes de piel morena y rasgos indígenas. Muchachos que igual calzan zapatillas o huaraches, las sandalias que usan los hombres del campo.
Los futuros maestros rurales duermen en precarios cuartos, muchos sin colchones siquiera, dentro de un internado que deja ver el abandono oficial. El edificio tiene 7 décadas, es uno de los resultados palpables que dejó la Revolución Mexicana, pero ahora batallan para mantenerlo en pie. La falta de presupuesto es evidente.
Con lo poco que hay reciben a padres, madres, abuelos, tíos y hermanos de los 43 estudiantes que fueron desaparecidos. Sobreviven día con día. Denuncian que el gobierno cortó el financiamiento al internado después del ataque en Iguala.
“Siempre que la normal se manifiesta o apoya a organizaciones sociales, contra lo primero que se van es contra la alimentación. Nos quitan el sistema alimenticio que tenemos en el comedor, nos quitan absolutamente todo”. José explica que comen gracias a la solidaridad del pueblo vecino. “Esas señoras a las que llamamos las tías –dice señalando- nos traen de comer. La gente de Tixtla está apoyando mucho”.
Solo palabras
En Ayotzinapa el dolor se entremezcla con rabia. Si ya han sido detenidas 52 personas, entre ellas los policías que perpetraron el secuestro, consideran increíble que las autoridades no localicen a los 43 jóvenes.
“Si (mi hijo) fuera diputado, lo encontrarían en 2 o 3 días”, dijo el padre de Jorge Álvarez Nava, uno de los normalistas desaparecidos.
El gobierno federal se incorporó al caso una semana después de los hechos, a los cuales el presidente Enrique Peña Nieto había calificado como un ‘problema local’. La siguiente semana el mandatario cambió radicalmente su postura y ordenó intervenir bajo promesa de “no puede permanecer impune ni quedar el menor resquicio. Iremos tope donde tope o para llegar a los responsables que por negligencia o actuación permitieron que esto ocurriera en Iguala”.
En la última conferencia de prensa, el procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, informó que el alcalde de Iguala, José Luis Abarca, a quien vinculan con el cártel Guerreros Unidos, fue quien ordenó los ataques que concluyeron con 6 muertos (3 estudiantes), cerca de 25 heridos y 43 desaparecidos.
Esa información se conocía desde el primer día, reclaman los normalistas, y reiteran que se trata de un crimen de Estado porque “se los llevó la policía municipal. Sabemos que venían ellos a matar a los compañeros. Los 43 son los que se llevaron en las patrullas, si hubiera más espacio se los hubieran llevado a todos”. El gobierno también informó del hallazgo de al menos 10 fosas clandestinas en los alrededores de Iguala. Aunque primero aseguró que los cadáveres allí ubicados no pertenecían a los estudiantes, luego se desdijo. Según el procurador, aguardan por resultados del peritaje independiente que realiza el Equipo Argentino de Antropología Forense, a pedido de los familiares.
Demasiadas conferencias y pocos resultados, reclaman los normalistas. En su último comunicado exigen la presentación con vida de los jóvenes; “que la PGR redireccione las líneas de investigación”; y ponen fin al diálogo con ministros y funcionarios. Exigen “que el Presidente Enrique Peña Nieto escuche directamente la voz de los padres de los estudiantes de Ayotzinapa”.
Las protestas escalan
Tienen escopetas, machetes y palos. Son integrantes de la policía comunitaria de Tixtla y se plantan en las carreteras para bloquear los accesos a la ciudad guerrerense.
“La sociedad tiene que entender que se van a ir tomando medidas un poquito más drásticas porque no vemos por ningún lado que solucionen lo que ocasionaron”, explica un hombre de unos 40 años. Es ingeniero en sistemas, tiene la cara tapada con una camiseta verde y solo se ven sus ojos negros.
“Nos duele saber que el gobierno los tiene desaparecidos. Nos duele saber que los asesina. Nos duele que a nuestros jóvenes los traten así porque son parte de nuestra familia, nuestra gente, pues”. Quien habla ahora es ama de casa, empleada en una taquería y policía comunitaria. Una mujer chaparrita de un metro y medio de altura que carga un gran fusil como si no le pesara.
En junio del año pasado, explica, decidió sumarse a la policía comunitaria después de que su hijo mayor fue secuestrado. Aprendió a manejar armas y ahora dedica su tiempo libre a patrullar.
Las horas pasan y los comunitarios siguen firmes. Son jóvenes, adultos y ancianos. Se organizaron para defenderse del narco y de las autoridades corruptas, pero ahora suman una tercera causa: los normalistas. Algunos son familiares de los 43 desaparecidos y otros vecinos. Además, dicen, “el querer cerrar esa escuela para campesinos nos lastima porque muchos de nosotros somos campesinos”.
Mientras tanto, más voces se alzan en México y el mundo. El miércoles miles de personas colmaron las calles de la capital del país en una de las marchas más emotivas de los últimos años. “Vivos los llevaron, vivos los queremos”, gritó la multitud. Cada día, en grandes y pequeñas ciudades del país, hay cortes a la circulación o protestas artísticas. Exigen la aparición con vida de los estudiantes y denuncian “fue el Estado”.