Testigos de defensa Manning confirman laxitud en manejo documentos secretos
La defensa del soldado Bradley Manning,  acusado de filtrar documentos a WikiLeaks, cerró este miércoles la vista tras un  interrogatorio a dos testigos, que confirmó la laxitud con que la  mayoría de los militares manejaba la información clasificada y los  problemas de comportamiento del acusado.
 Durante 40 minutos,  el abogado defensor del estadounidense Manning, David Coombs, interrogó a  los dos testigos a los que ha accedido el presidente del tribunal  militar, el teniente coronel Paul Almanza, que antes de que termine  enero presentará sus recomendaciones sobre si el soldado debe ser  juzgado en una corte marcial.
 Coombs subrayó las limitaciones a  la que ha estado sometida la defensa al no poder presentar más  testigos, de la lista de 48 que ofrecieron, entre los que se encontraban  el presidente estadounidense, Barack Obama, o la secretaria de Estado,  Hillary Clinton.
 Los testigos llamados hoy por la defensa, el  capitán Barclay Keay y el sargento Daniel Padgett, compañeros de Manning  en Irak, reforzaron dos de los argumentos que la defensa ha presentado  en los últimos días: la laxitud con la que la mayoría de los militares  manejaba la información clasificada y los problemas de comportamiento  del acusado.
 El sargento Padgett habló de los problemas de  comportamiento de Manning, especialmente sobre un incidente en su  cuartel en Irak en diciembre de 2009, cuando el soldado estadounidense  arrojó una mesa y un ordenador en un ataque de ira.
 Pese a ese  incidente y a otros inconvenientes previos, no se informó a los  supervisores de Manning, y el soldado continuó en esa unidad de  inteligencia sin perder sus privilegios de acceso a información  reservada.
 La defensa ha intentado durante estos cinco días de  vista remarcar los problemas emocionales del joven Manning,  especialmente por su homosexualidad e incapacidad de adaptación, que  llevaron a una supervisora a recomendar durante su instrucción que no se  encargara de labores de inteligencia.
 Por su parte, el  capitán Barclay Keay recordó la rutina en la base donde estaba reclutado  con Manning y testificó, como hicieron días atrás otros soldados, que  en los ordenadores donde se trabaja con información clasificada también  se veían películas o se instalaban videojuegos en red.
 Según  Keay, estas prácticas "eran toleradas" por los superiores y aceptadas  por la mayoría, algo que no se esforzaban por ocultar.
 El  capitán opinó que Manning era un buen soldado y un buen analista de  información y añadió que todos los miembros de esa unidad sabían que la  seguridad de los datos con los que trabajaban era algo de lo que cada  uno era responsable.
 La fiscalía, que hoy se mantuvo más al  margen, intenta probar que el soldado estadounidense filtró decenas de  miles de cables del Departamento de Estado, datos clasificados de las  guerra de Afganistán e Irak, así como vídeos de acciones de guerra a  WikiLeaks.
 Antes de pedir un receso hasta mañana para que las  partes presenten sus argumentos finales, el presidente del tribunal,  Paul Almanza, se dirigió a Manning para recordarle su derecho a hacer un  alegato. El soldado, que se ha mantenido frío y tranquilo, fue escueto y  respondió: "No, señor. Está bien".
 Esas han sido las únicas  palabras de Manning, siempre pertrechado con uniforme de camuflaje caqui  y gorra, un joven que acaba de cumplir los 24, lleva más de año y medio  en prisión y se enfrenta a una condena de cadena perpetua en un  tribunal castrense.
 La audiencia ha transcurrido sin grandes  sobresaltos, ante la atenta mirada de un grupo de asistentes que no  superaba el medio centenar, muchos de los cuales son simpatizantes del  soldado Manning, al que consideran tanto un "héroe" como un "muchacho  ingenuo con mala suerte".
 Daniel Ellsberg, el analista militar  que en 1971 filtró los "Papeles del Pentágono" y al que se ha visto  acompañado de la abogada del fundador de WikiLeaks, Julian Assange, dijo  hoy a Efe que "ha quedado claro que hay suficientes evidencias para  iniciar un juicio militar".
 "El proceso, sin embargo, no  debería continuar por ser un escándalo debido a dos razones principales:  por la mala conducta del Gobierno en este caso y por el hecho de que  durante más de diez meses Manning fue sometido a un trato claramente  abusivo", indicó Ellsberg.
 En su opinión, este caso, que  mañana cierra su fase preliminar a la espera de la decisión de las  autoridades militares sobre el juicio castrense, es claramente injusto y  diseñado para perjudicar la defensa de Manning.
