El gobierno chino confirmó este martes que lleva a cabo una campaña  de reeducación entre monjes tibetanos tras producirse protestas que,  según grupos de esta etnia en el exilio, causaron dos muertos el jueves,  un extremo no confirmado por Pekín.
 Preguntado por la muerte  de estos dos tibetanos, presumiblemente durante una incursión policial  en un monasterio, el portavoz de turno del ministerio de Asuntos  Exteriores, Hong Lei, se limitó a responder que "un pequeño grupo de  monjes habían desobedecido las leyes del budismo tibetano".
 "En días recientes un pequeño grupo de monjes del monasterio de Kirti  interrumpieron el orden social, mancharon la imagen del budismo tibetano  e hirieron gravemente los sentimientos de los seguidores budistas",  aseguró Hong en rueda de prensa ordinaria.
 Este nuevo  conflicto étnico se desencadenó después de que el pasado 16 de marzo un  monje de 20 años del monasterio, de nombre Phuntsog, falleciera tras  quemarse a lo bonzo, lo que desencadenó conflictos entre tibetanos y  autoridades chinas en la zona de Kirti, de la prefectura tibetana de  Aba, provincia de Sichuan (suroeste).
 Sin responder acerca de  la supuesta muerte de los dos tibetanos y de este monje, el portavoz  Hong reconoció que, tras estos altercados, el gobierno local de Aba  realiza una campaña de "educación legal", la nueva terminología del  régimen para lo que antes se conocía como "reeducación patriótica".
 El objetivo de la misma es "mantener el orden social religioso", concluyó el portavoz.
 El grupo independentista tibetano con sede en Estados Unidos Campaña  Internacional por el Tíbet (ICT, siglas en inglés) informó el fin de  semana de que dos tibetanos murieron por los golpes propinados por la  policía cuando los efectivos, acompañados de militares y funcionarios,  se disponían a detener a cientos de monjes en Kirti.
 Según el  comunicado de ICT, más de 300 monjes sufren "reeducación patriótica" en  un lugar desconocido, mientras que los campesinos que intentaron  proteger a los religiosos han sido conducidos a otro lugar fuera del  pueblo.
 Esta fuente asegura que en la refriega falleció un  pastor de 60 años llamado Dongko y una mujer de 65, Sherkyi, un extremo  que no se ha podido confirmar de forma independiente, mientras que un  número indeterminado de manifestantes jóvenes continúan detenidos.
 "La policía paramilitar asaltó el monasterio en la noche del 21 de abril y se llevó a más de 300 monjes" en diez grandes camiones, mientras que  los ancianos laicos que habían protegido el monasterio, "la mayoría de  60, fueron golpeados sin clemencia por la policía", señala el grupo  tibetano en un comunicado.
 Los testigos manifestaron que  debido a los golpes de la policía, fueron numerosas las fracturas de  brazos y piernas que sufrieron estos laicos, mientras la policía  intentaba silenciar sus gritos introduciendo ropa en la boca de las  víctimas.
 Las mismas fuentes declararon que los tibetanos  detenidos desde la inmolación del monje están sufriendo "graves  torturas, incluidos golpes con catanas eléctricas", mientras que las  autoridades han cerrado esta zona situada en los Himalaya a los  extranjeros.
 Otra ONG tibetana, el Centro Tibetano para los  Derechos Humanos y la Democracia, informó en los últimos días de la  muerte de otro tibetano de 24 años llamado Chukpel después de ser  gravemente golpeado por la policía tras protestar a principios de abril frente a una comisaría en Dzamtang, en la misma prefectura de Aba.
 Estos grupos piden a Estados Unidos que defiendan su causa en el  diálogo sobre derechos humanos que celebrarán esta semana en Pekín, del  27 y 29 de abril.
 En los últimos meses Pekín efectúa una feroz campaña represiva contra  la disidencia, que ha acabado con la detención de figuras tan  destacadas como el artista Ai Weiwei, pero también contra minorías  étnicas como la tibetana o la uigur, así como detenciones masivas de  protestantes "clandestinos", como la del pasado en Pekín.
