El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy,  presentó hoy una nueva batería de reformas económicas para favorecer el  empleo y estimular la competitividad, que a tres meses de las elecciones  presidenciales dijo anunciar como jefe de Estado y no como potencial  candidato.
 En horario de máxima audiencia y en una entrevista  retransmitida simultáneamente por nueve canales de televisión, dio a  conocer a los franceses las medidas decididas tras la "cumbre de crisis"  del pasado 18 de enero, en la que convocó a patronal y sindicatos.
 Una de las más impopulares, adelantada por los medios galos, es un  aumento del IVA en casi 1,6 puntos, que desde octubre pasará del 19,6 al  21,2 por ciento, para poder reducir las cargas que pagan las empresas a  la Seguridad Social.
 El llamado "IVA social", palabra que  evitó pronunciar, afecta tanto a los productos franceses como a los de  importación, pero aseguró que no se reflejará en una subida de los  precios porque "la competencia los mantendrá".
 Otra de las que  había recibido la oposición de los sindicatos supone el fin efectivo de  la semana laboral de 35 horas, con un llamado contrato de  "competitividad" que debe negociarse todavía y permitirá a los  empresarios decidir si se "privilegia el empleo sobre el salario o el  salario sobre el empleo".
 Desde este agosto y para "evitar las  deslocalizaciones", el presidente añadió que toda empresa que cotice en  Francia pagará una tasa del 0,1 a las transacciones financieras, que  confió en que sea copiada por el resto de países en sus respectivos  territorios.
 Este paquete de cambios trata de aportar un balón  de oxígeno que contrarreste las elevadas cifras de desempleo del año  pasado, que se cerró con 2,8 millones de parados en la Francia  continental y 4,5 millones si se cuentan los territorios de ultramar, el  nivel más alto desde 1999.
 Sarkozy aprovechó para precisar  que la crisis económica ha afectado a todo el mundo, y que las medidas  adoptadas hasta el momento han permitido que Francia vaya por "el buen  camino" y que su déficit público se haya elevado en 2011 al 5,4 %, "o  puede que al 5,3" del PIB, entre tres y cuatro décimas menos de lo  previsto.
 El nuevo ajuste se anuncia un día antes de la cumbre  extraordinaria en Bruselas dedicada al crecimiento y la lucha contra el  paro, en la que los líderes europeos prevén impulsar medidas para el  fomento del trabajo juvenil y apoyo a las pymes.
 Ese conjunto  de cambios se completa entre otras con una propuesta para que, una vez  que el Parlamento la vote, durante los tres próximos años todo terreno o  inmueble vea sus posibilidades de construcción aumentar un 30 por  ciento, un punto que espera que presione a la baja sobre los precios de  alquiler y venta.
 Con esta intervención, según los medios  galos, buscaba ofrecer la imagen de un presidente "valiente", sin miedo a  decretar medidas polémicas al final de su quinquenio y a menos de tres  meses de la primera vuelta de las presidenciales el 22 de abril, para  las que todavía no se ha proclamado candidato.
 El partido  gobernante, la conservadora Unión por un Movimiento Popular (UMP), dejó  claro ayer no obstante en la ratificación de su programa que cuenta con  él en esos comicios, y nueve de cada 10 franceses dan por hecho también  que va a intentar un nuevo mandato.
 Pero Sarkozy dejó claro  que no va a ceder a las presiones porque el calendario fija la fecha  límite a mediados de marzo y su labor y responsabilidad como jefe de  Estado, apuntó, le impide compatibilizar ese papel con el de candidato.
 "Tengo la responsabilidad de un país durante cinco años y no quiero  meterlo en la situación de tener un presidente candidato en los últimos  meses", precisó un día después de haber cumplido 57 años.
 Sarkozy evitó también hacer balance sobre su mandato por considerar que  les corresponde a los franceses hacerlo, y aunque dijo que se explicará  "cuando llegue el momento", no contó con escribir un libro a modo de  testimonio por sentirse incapaz de ser a la vez "actor y comentarista".  EFE