Las tradicionales manifestaciones de Pascua  en Alemania arrancaron este viernes en diversas ciudades del país, donde varios  miles de personas protestaron principalmente contra la energía atómica y  las armas nucleares.
 En el estado federado de  Meckenburgo-Antepomerania (noreste del Alemania) tuvieron lugar las  mayores concentraciones, entre las que destacó por el número de  participantes la marcha hasta el depósito temporal de basura nuclear de  Lubmin, cerca de la localidad de Schwerin.
 Esta acción de protesta recordó asimismo que en pocos días, el próximo 26 de abril,  se conmemora el vigésimo quinto aniversario de la catástrofe atómica de  Chernóbil (Ucrania, URSS), un incidente que ha recobrado actualidad  tras el accidente de Fukushima (Japón).
 En total, se estima  que se van a celebrar más de 80 actos de protesta en esta Semana Santa  en Alemania, la mayoría abogando por un rápido "apagón nuclear" en el  país, que cuenta con 17 centrales atómicas, y el fin de los conflictos  en Afganistán, Irak y Libia.
 Además, algunas de estas  protestas, que se extenderán hasta el domingo, van a exigir el fin de la  exportación de armas alemanas al extranjero y la prohibición al  Ejército federal a acudir a agencias públicas e institutos para reclutar  soldados.
 Por el momento no hay una hoja de ruta definitiva  para el abandono de la energía nuclear en Alemania, aunque el Ejecutivo  ha asegurado que hay "unanimidad" en la necesidad de dejar de emplear  esta fuente de energía.
 El Ejecutivo de la canciller  cristianodemócrata, Angela Merkel, aprobó a finales del año pasado un  plan para prolongar la vida de las centrales nucleares del país, pero lo  revocó tras el accidente atómico japonés.
 El Gobierno decretó  entonces una moratoria de tres meses para revisar la seguridad de sus  instalaciones atómicas y detuvo de forma preventiva las siete centrales  más antiguas, a la vez que enfrentaba un creciente descontento social  por este asunto, siempre polémico en Alemania.
 El Gobierno  socialdemócrata-verde del antecesor de Merkel, Gerhard Schröder, pactó  en 2000 con la industria un abandono gradual de la energía atómica, de  manera que el último reactor debía cerrar como máximo en 2022.
 No obstante, la coalición de centroderecha de Merkel revocó con gran  polémica política y social ese pacto, y prolongó la vida de las  centrales nucleares en entre 8 y 14 años.
