Gobierno y la sociedad civil de EE.UU. exigen liberación de Alan Gross
El Gobierno de EE.UU. y líderes de la  sociedad civil renovaron hoy sus presiones por la liberación "inmediata"  del subcontratista estadounidense Alan Gross, en la víspera del segundo  aniversario de su encarcelamiento en Cuba.
 Durante su rueda  de prensa diaria, el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, pidió la  "inmediata" liberación de Alan Gross y expresó la solidaridad de EE.UU.  con éste, su familia y amigos,"que han sufrido tremendamente este  calvario".
 "Ya es hora de que el señor Gross regrese a casa  con su familia, donde pertenece. Las autoridades cubanas no han logrado  usar al señor Gross como una prenda para sus propios fines", señaló.
 "Tienen que acatar el llamado de su familia y amigos, de la comunidad  internacional y de EE.UU. para liberar inmediatamente al señor Gross",  enfatizó Carney.
 En declaraciones similares se pronunciaron el  portavoz del Departamento de Estado, Mark Toner, y, en un vídeo grabado  en español, el secretario de Estado adjunto interino para la  comunicación pública, Mike Hammer.
 Gross, de 62 años, fue  detenido en Cuba el 3 de diciembre de 2009 y condenado en marzo pasado a  15 años de cárcel, acusado de participar en planes subversivos contra  el Estado por distribuir tecnología de comunicaciones en la comunidad  judía de la isla.
 En el momento de su arresto, Gross, oriundo  de Baltimore (Maryland), trabajaba para "Development Alternatives"  (DAI), una empresa subcontratista de la Agencia Estadounidense para el  Desarrollo Internacional (Usaid, por su sigla en inglés).
 Su  esposa, Judy, y su madre, Evelyn, han suplicado esta semana al Gobierno  de La Habana que lo libere de la prisión Carlos Finlay, porque Alan  padece de varios problemas médicos y ha perdido 45 kilos, y consideran  que la sentencia es demasiado severa.
 La ausencia de Gross se  añade a las penurias de su familia: Evelyn, de 89 años, tiene cáncer  inoperable en ambos pulmones; una hija de Alan fue recientemente operada  de cáncer de seno, y Judy vendió su casa y se ha trasladado a un  apartamento porque, como dijo en una entrevista con Efe esta semana, "el  dinero no alcanza".
 Consultados hoy por Efe, tanto el  legislador demócrata de Nueva York Eliot Engel como líderes cívicos  aseguran que en este caso no sólo cuentan razones humanitarias sino  también repercusiones para las relaciones entre Washington y La Habana.
 "Alan no estaba espiando, fue transparente con su trabajo y no  entiendo por qué está preso; estos cargos fueron inventados. No sé si es  que (las autoridades cubanas) piensan usarlo como pieza de canje o para  conseguir concesiones, pero sé que debe ser liberado", dijo Engel,  demócrata de mayor rango en el subcomité de asuntos hemisféricos de la  Cámara de Representantes.
 "No soy un fan de los hermanos  Castro ni de las dictaduras, y apoyo el embargo...no creo que debamos  hacer concesiones porque eso sienta precedente. Dicho eso, sí creo que  debemos discutir el caso con Cuba y seguir haciendo todo lo posible para  que Alan regrese con su familia", agregó Engel, quien se mantiene en  contacto con los Gross.
 Philip Jenks, portavoz del Consejo  Nacional de Iglesias, se hizo eco de la frustración por el continuo  encarcelamiento de Alan y porque "no tenemos idea de qué busca el  Gobierno cubano para dejarlo en libertad".
 "La transparencia  es lo único que nos puede apartar del sendero del miedo y la  desconfianza. Pensamos que se trata de un asunto de derechos humanos y,  como organización cristiana, creemos que lo correcto es que Alan salga  libre", enfatizó.
 "La impresión general es que el crimen más  grave de Alan ha sido ser ingenuo, porque jamás pensó que estaba  violando alguna ley por querer ayudar a la comunidad judía" en Cuba,  señaló Jenks, cuyo grupo lo visitó esta semana y se entrevistó con el  presidente Raúl Castro.
 Sarah Stephens, directora ejecutiva  del Centro para la Democracia en las Américas, consideró que Alan  afronta una situación "sombría" y es "víctima de una política  estadounidense errada".
 "El programa de cambio de régimen de  Usaid, que es un triste legado de la Guerra Fría, lo puso en peligro. No  debe ser abandonado y el Gobierno de EE.UU. necesita reorientar sus  esfuerzos para sacarlo por razones humanitarias", observó.
 Stephens lamentó que algunos líderes del Congreso insistan en que el  Gobierno de Estados Unidos no debe negociar con Cuba la liberación de  Alan Gross, "pero eso es un error, es político, y es cruel".
 "Si EE.UU. puede lograr la libertad de excursionistas en Irán, si puede  sacar de Pakistán a un contratista que mató a civiles, y si podemos  canjear espías con Rusia, entonces Estados Unidos debería poder elaborar  una fórmula para que Alan regrese a casa", subrayó la activista. 
