El acuerdo Schengen prevé la excepción de la seria amenaza al orden público
La libre circulación de personas por la Europa sin  fronteras Schengen puede interrumpirse temporalmente en el caso de que  se dé "una serie amenaza al orden público o a la seguridad interior",  según dice el texto del acuerdo.
 Los Gobiernos de Francia e  Italia propusieron este martes modificar el Tratado de Schengen, que establece  la libre circulación de personas, como consecuencia de la actual crisis  migratoria por el flujo de indocumentados del norte de África.
 Desde que entró en vigor en 1985, y a petición unilateral de alguno de  sus miembros, el acuerdo se ha interrumpido momentáneamente por motivo  de la celebración de grandes acontecimientos, desde bodas reales hasta  importantes eventos deportivos pasando por cumbres internacionales.
 Así, por ejemplo, el país que alberga cada año la final de la Liga de  Campeones puede suspender momentáneamente el acuerdo y hacer controles  en la frontera con su país vecino con el objetivo de controlar el flujo  masivo pero puntual de los hinchas de los equipos.
 Fue esa  cláusula de salvaguarda de "seria amenaza al orden público o a la  seguridad interior" en la que Francia se amparó para suspender la  circulación de trenes desde Ventimiglia hacia el país galo el domingo 16  de abril.
 A raíz de este episodio, París ha manifestado públicamente su  voluntad de reformar el acuerdo Schengen para incluir medidas de  protección extraordinarias, como la restitución de controles fronterizos  internos para el caso de situaciones particulares.
 En un  consejo extraordinario de ministros de Interior el próximo 12 de mayo,  los Veintisiete tratarán la posibilidad de reformar el acuerdo para  incluir la posibilidad de controlar de forma interna las fronteras en el  caso de "flujos migratorios masivos" como los resultantes por las  protestas en el norte de África.
 El acuerdo Schengen implica  la supresión por parte de los Estados firmantes de todas las fronteras  interiores pues en su lugar se establece un único control exterior con  respeto a los terceros países.
 Así, dentro de este grupo de  países se garantiza la libre circulación de personas, que se regula con  la aplicación de procedimientos y normas comunes en lo referente a los  controles fronterizos, emisión de visados o las solicitudes de asilo.
 Sin embargo, después de que Italia otorgase permisos de residencia  temporal a varias decenas de miles de tunecinos llegados a la isla de  Lampedusa, Alemania, Holanda y Bélgica han reintroducido las  teóricamente extinguidas fronteras interiores tras alegar que Italia  actuó contra la "bona fide" que presume Schengen a sus participantes  pues con los permisos los inmigrantes ilegales se pueden mover  libremente por todos los países.
 El acuerdo dispone que en  todas las fronteras se realizará el mismo examen y se exigirá la misma  documentación y requisitos a los entrantes.
 Esa armonización  tiene su sentido en que cuando una policía de fronteras nacional hace un  control no solo vela por la seguridad de su país sino también por la de  cualquier otro Estado miembro al que el recién llegado pudiera  desplazarse.
 Forman parte del acuerdo Schengen la mayoría de  los Estados miembros de la Unión Europea -incluida España, que se  adhirió en 1991-, con excepción de Reino Unido e Irlanda.
 También participan otros países extracomunitarios como Noruega,  Islandia, Suiza y Liechtenstein (así como de facto los microestados de  Mónaco y el Vaticano).
 Chipre, Bulgaria y Rumanía participan parcialmente de Schengen pero aún no son miembros de pleno derecho.
 El acuerdo prevé un sistema de información que interconecta las bases  de datos de los Estados y así cooperar en materia judicial y de control  en las fronteras, obtener información sobre personas u objetos  (matrículas de coches robados, por ejemplo).
 Este sistema y  los requisitos técnicos que exige a los Estados participantes es  precisamente la causa por la que Bulgaria y Rumanía todavía no han  pasado el examen de acceso a la zona Schengen. 
