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Papeles asesinos se exponen en museo de Buenos Aires

Una visitante observa los miles de informes minuciosos con datos personales, públicos y privados, de los espiados por la inteligencia norteamericana en el Cono Sur, que se exhiben en el Malba.
Una visitante observa los miles de informes minuciosos con datos personales, públicos y privados, de los espiados por la inteligencia norteamericana en el Cono Sur, que se exhiben en el Malba.
Cortesía: Malba / Guyot Mendoza
07 de agosto de 2016 - 00:00 - Andrea Recúpero, especial para El Telégrafo

Blanco y negro. Negro y Blanco. Papel y acero. Los contrastes y el peso de la palabra en una atmósfera gris impregnan la muestra En nuestra pequeña región de por acá. Blanco, negro y, de pronto, rojo.

Salpicada de rojo, como la sangre derramada que clausura cada informe de la CIA sobre los líderes latinoamericanos asesinados en la región, la muestra de la artista chilena Voluspa Jarpa invita, más bien obliga, a pensar. Para los más jóvenes, la propuesta es difícil de entender a primera vista, por lo tanto es casi un recorrido pedagógico del que salen con un velo menos sobre los ojos. Para los más grandes es la confirmación no ya de la complicidad, sino de la dirección que le imprimió la CIA a las dictaduras latinoamericanas para perseguir y exterminar.

La muestra En nuestra pequeña región de por acá abre con una cortina de documentos desclasificados de la CIA que caen desde el último piso del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) hasta la planta baja. Unos veinte metros de tiras de papel que, como un alud de información, aplastan al espectador. La primera pregunta es qué es todo esto. Luego, carpetas de metal, casi todas plateadas y algunas rojas, comienzan, en parte, a responder la pregunta. Miles y miles de informes minuciosos con datos personales, públicos y privados, de los espiados por la inteligencia norteamericana en el Cono Sur. Espeluznantes radiografías de dirigentes, sacerdotes, artistas. Fotos grupales en las que con un número se identifica a cada uno de los fotografiados. Instantáneas que sellaron varios destinos de sangre.

Poco a poco comienza a entender de qué se trata. El idioma es una barrera. Los documentos están en inglés y la palabra se torna esquiva. Sabemos qué dicen, lo intuimos, pero solo es asible cien por cien para el que maneja el inglés a la perfección. De hecho, la propia Voluspa Jarpa le concede a ese obstáculo un paréntesis: una instalación de video la muestra a ella, junto a un traductor, abriéndose paso en las adversidades de un idioma ajeno. Lo propio es la muerte, lo ajeno la orden de ejecución.

Un mural sobre papel de calco reproduce los funerales de los líderes asesinados. Multitudes veladas, grises y mudas. Nombres propios salpicando esa realidad que aparece atrás, muy atrás. Latinoamérica, parece decir la artista, todavía tiene mucho que descubrir sobre la sangrienta represión que orquestó Estados Unidos en “nuestra pequeña región de por acá”.

Inquietud. Malestar. Confusión. Una profunda tristeza. Por momentos se parece a un velatorio. De hecho, hay una sala mortuoria insinuada detrás de unos cortinados negros habitada por el sonido de una grabación de mala calidad. Un murmullo sordo, sucio.

Todas estas impresiones surgen de la primera exposición individual en un museo latinoamericano de Voluspa Jarpa. En concreto, la muestra está compuesta por pinturas, objetos, instalaciones, videos, registros sonoros y documentos desclasificados de los Servicios de Inteligencia de Estados Unidos correspondientes al período 1948 - 1994.

La propuesta artística, tal como la presenta el Malba en su página web, “relaciona los documentos con el mundo del arte, en particular, con el Minimalismo norteamericano”, al mismo tiempo que “se plantea como un trabajo rememorativo sobre un conjunto de líderes latinoamericanos del Período de la Guerra Fría que ocuparon cargos de alta jerarquía y que fueron víctimas de asesinatos o de crímenes no resueltos”.

Los documentos son protagonistas. Muchos de ellos con tachaduras inquietantes. Las marcas de la censura son también el negro sobre el blanco en el papel y también el vacío en los acrílicos que fabricó la artista para la instalación y que duplican esos documentos. La instalación juega todo el tiempo con la palabra y la imagen y hay que transitarla en el anclaje obligado que tan bien definió Roland Barthes.

Los retratos de los 47 líderes latinoamericanos, presidentes, ministros, jueces, arzobispos, diputados, militares, senadores, pintados sobre bronce, son los muertos de este funeral colectivo. Sus voces fueron silenciadas, pero no sus palabras. Cada pueblo guarda registro de uno a uno en su historia. “Todo se desvanece en la niebla, el pasado está tachado y la tachadura olvidada. Todo se convierte en verdad y luego vuelve a convertirse en mentira”. La cita de George Orwell (1984) que salpica la instalación, condensa el espíritu de la propuesta y sirve como guía para recorrerla. (I)

VOLUSPA JARPA

Rancagua, Chile, 1971.

Estudió en la Facultad de Arte de la Universidad de Chile.

En 1996 realizó un magíster en Artes Visuales en la Escuela de Posgrado de la misma casa de estudios y posteriormente cursó el magíster en Artes de la Universidad Católica, donde se desempeña como docente.

Desde el año 1994 ha sostenido una extensa producción artística, participando en exposiciones colectivas e individuales, tanto en Chile como en el extranjero.  

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