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La frontera entre India y Pakistán, escenario de tensión

Las estudiantes indias realizaron el martes la danza Punjabi Giddha durante una ceremonia para conmemorar las celebraciones del Día de la Independencia de la India en el puesto fronterizo India-Pakistán Wagah.
Las estudiantes indias realizaron el martes la danza Punjabi Giddha durante una ceremonia para conmemorar las celebraciones del Día de la Independencia de la India en el puesto fronterizo India-Pakistán Wagah.
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Setenta años después de la separación de India y Pakistán, la frontera entre los 2 hermanos enemigos del sur de Asia sigue siendo, a pesar del paso del tiempo, una zona bajo tensión.

Cada día, a última hora de la tarde, miles de personas asisten a la pintoresca ceremonia militar del cierre de la frontera entre los 2 países en Wagah (norte). Pero esta semana, los desfiles militares tuvieron un significado especial, ya que los 2 países celebraron el lunes y el martes el 70º aniversario de su separación en 1947.

Aquel acontecimiento, que conllevó una de las mayores migraciones humanas de la historia, dejó un traumatismo duradero en las memorias del subcontinente. Entre 1 y 2 millones de personas perdieron la vida en el desmantelamiento del imperio colonial británico en la región en 2 naciones distintas, una de mayoría hindú, India, y otra de mayoría musulmana, Pakistán.

En Wagah, a proximidad de la ciudad de Amritsar en el Punyab indio, la disputa entre Nueva Delhi e Islamabad queda escenificada cada tarde por la confrontación teatral entre soldados indios y paquistaníes.

Al caer la noche, los militares de ambos ejércitos se afrontan en medio de aclamaciones populares. Unos tras otros, los soldados indios y paquistaníes, que llevan tocados tradicionales, demuestran su agilidad levantando las piernas, hinchando los músculos y el pecho, mirándose a los ojos. Luego bajan las banderas nacionales, y 2 soldados se estrechan la mano con una sonrisa forzada. Las puertas se cierran.

Esa ceremonia no deja de ser inofensiva, a pesar de su aire marcial, pero, más al norte, las tensiones fronterizas se cobran vidas.

En Cachemira, una región himalaya cuya soberanía reclaman ambos países y que está divida de facto entre ellos, la línea de alto el fuego se halla en un estado de alerta permanente. Bombardeos y tiros transfronterizos causan víctimas mortales casi a diario en los últimos tiempos.

En el lado indio, decenas de miles de civiles murieron en los últimos 30 años en el valle de Cachemira, escenario de una insurrección separatista derivada del conflicto indo-paquistaní.

En lo que va del año, 40 insurgentes murieron, según las autoridades indias, al intentar entrar de forma clandestina en la parte india de Cachemira. Nueva Delhi acusa a Islamabad de apoyar bajo mano a la rebelión armada en esa región, lo cual desmiente el gobierno paquistaní.

La nueva generación 

Desde hace año y medio, las relaciones entre ambos países son tirantes y no se espera ninguna mejora a corto plazo.

El mandato del primer ministro indio Narendra Modi, elegido en 2014, comenzó con un acercamiento a Islamabad, que dio lugar a una visita del líder nacionalista hindú a Pakistán a finales de 2015.

Pero un ataque contra una base militar, reivindicado por un grupo yihadista instalado en Pakistán, y una serie de crisis acabaron con los tímidos avances entre ambos países. Símbolo de esas tensiones: los equipos indio y paquistaní de cricket, el deporte rey en esa parte del mundo, no se han afrontado en partidos de 5 días desde 2007.

Para el analista político paquistaní Hasan Askari, las relaciones indo-paquistaníes han tocado fondo. “La crispación actual entre India y Pakistán es contra natura. Así que no creo que siga así en el futuro”.

Según él, el bloqueo diplomático es fruto de la fijación de India con el tema de los movimientos yihadistas en Pakistán. “Eso significa que no habrá casi ninguna posibilidad de diálogo en un futuro cercano, porque el gobierno paquistaní es incapaz de garantizar a sus propios ciudadanos que no habrá actividad terrorista (en su suelo), así que puede hacerlo con India”.

Lejos de la política y las posturas diplomáticas, Guneeta Singh Ballah, fundadora de la oenegé 1947 Partition Archive, cree que las jóvenes generaciones pueden cambiar la situación.

“La generación que no ha conocido la muerte y la destrucción (de 1947) sentía más odio hacia el otro bando que sus padres”, explica esa mujer, que recogió el testimonio de miles de supervivientes de la partición de la India. Pero, “creo que la nueva generación está más decidida a pasar página”.

Pakistán mantiene también tensas o frías relaciones con sus otros vecinos, Afganistán e Irán.

Además, sigue presa de una difícil situación en materia de seguridad, como lo recordó un nuevo atentado cometido el lunes por la noche en Baluchistán (suroeste). Seis soldados murieron en la explosión de una bomba colocada al borde de una carretera, según un portavoz del ejército. El ataque fue reivindicado por el Ejército de Liberación de Baluchistán.

Esta explosión se produjo 48 horas después de un ataque cometido en Quetta, capital de Baluchistán, que dejó 14 muertos, incluyendo varios militares.

El ataque fue reivindicado por el grupo yihadista Estado Islámico (EI) y su objetivo era comprometer el desarrollo de las festividades, según el comandante en jefe del ejército. Sin embargo, el país marcha en el camino del progreso y “perseguirá a cada terrorista en Pakistán”. Precisamente, como consecuencia de estos riesgos en lo que concierne a la seguridad, los festejos del día de la Independencia fueron anulados en escuelas de las regiones de Dir y Swat (noroeste). (I)

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