Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el peronismo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables.
Agachándose y poniendo la mano izquierda sobre la mesa de cada centro electoral, se está en posesión momentánea de varias listas peronistas. Cada una de estas boletas se sitúa un tanto más arriba o adelante que la anterior, principio que da sentido a la escalera peronista, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso del entramado peronista.
El peronismo se vota de frente, pues hacerlo hacia atrás o de costado resulta particularmente incómodo. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver las distintas boletas y respirando lenta y regularmente.
Para votar al peronismo se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha en el medio del cuerpo, que tiene cinco apéndices articulados, y que salvo excepciones cabe exactamente en la boleta electoral.
Puesta en la primera boleta dicha parte, que para abreviar llamaremos mano, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada mano, pero que no se confundirá con la mano antes citada), y llevándola a la altura de la mesa, se le hace seguir hasta colocarla en la segunda boleta, con lo cual en esta descansará la mano, y en la primera descansará la mano. (Las primeras boletas son siempre las más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre la mano y la mano hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no votar al mismo tiempo al peronismo y al peronismo).
Llegando en esta forma a la segunda boleta, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con la boleta peronista adecuada. Se la pone en el sobre fácilmente, con un ligero movimiento de manos que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del escrutinio.