El Telégrafo
Ecuador / Martes, 26 de Agosto de 2025

EE.UU. buscaría la flexibilización de las normas europeas

Greenpeace asegura que el acuerdo comercial negociado entre Washington y Bruselas prevé la supresión de reglas en alimentación y la aprobación de químicos.

La negociación sobre libre comercio entre Estados Unidos y Europa pondría los intereses corporativos por encima de los sanitarios y medioambientales. Así lo considera Greenpeace tras filtrar documentos de los diálogos. Bruselas y Washington calificaron como “engañosa” y “tormenta en un vaso de agua” estas versiones.

La ONG ecologista publicó 248 páginas de material confidencial sobre las negociaciones entre la Unión Europea (UE) y EE.UU. para la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés). Este es un acuerdo que, de concretarse, crearía el área de libre comercio más grande del mundo.

Las 248 páginas fueron copiadas del documento original que fue destruido para evitar que las autoridades den con el responsable de la fuga, informó Greenpeace.

Sobre la base de estas páginas, una fotografía de la duodécima ronda de negociaciones que terminó en febrero, Greenpeace asegura que el acuerdo privilegiará los intereses de las grandes corporaciones por sobre las preocupaciones medioambientales y del consumidor, y que impondría los estándares estadounidenses a los consumidores europeos.

“Ese tratado amenaza con tener implicaciones a largo plazo para el entorno ambiental y la salud de los 800 millones de ciudadanos de la Unión Europea (UE) y Estados Unidos”, denunció Greenpeace al presentar los documentos en Berlín.

Greenpeace asegura que el texto prevé la supresión de normativas europeas en áreas como la de alimentación o la aprobación de productos químicos peligrosos, para facilitar el comercio bilateral. “El TTIP es una gigantesca transferencia de poder de los ciudadanos a los grandes negocios”, afirmó.

Interpretación “errónea”

La Comisión Europea, a cargo de las negociaciones por la parte europea, reaccionó de inmediato a esta publicación y consideró que la interpretación de Greenpeace es “totalmente equivocada”. “Muchos de los titulares alarmistas de hoy son una tormenta en un vaso de agua”, reaccionó la comisaria de Comercio europea, Cecilia Malmstrom.

En línea con la reacción europea, la representación estadounidense de comercio exterior (USTR) juzgó “en el mejor de los casos, engañosas” estas interpretaciones y en el peor como “totalmente erróneas”.

“Ningún acuerdo comercial de la UE rebajará el nivel de protección de nuestros consumidores, de la seguridad alimentaria o del medio ambiente”, escribió Malmstrom en su blog, una respuesta similar a la que hizo la USTR unas horas después.

Washington y Bruselas pretenden alcanzar un acuerdo este año, antes del fin del mandato del presidente Barack Obama, pero las conversaciones son cada vez más reservas a ambos lados del Atlántico.

En Europa se teme que el TTIP favorezca a las grandes empresas, en detrimento de las normas de protección social, ambiental y de consumo. Y en Estados Unidos enfrenta una creciente resistencia proteccionista.

La importación se flexibiliza

Según Greenpeace, las páginas publicadas representan las dos terceras partes del borrador elaborado después de la duodécima ronda de negociaciones que se desarrolló en febrero, y cubren gran cantidad de sectores, desde la agricultura a las telecomunicaciones, pasando por la industria automovilística.

En estas quedan de manifiesto las divergencias aún sustanciales entre las dos partes.

Una mayor, y que parece irreconciliable, es la negativa por parte de Estados Unidos de dejar de producir vinos bautizados con los nombres de 17 denominaciones de orígenes europeos, protegidas, entre ellas el Chianti o el Champagne, lo que plantea graves problemas a la UE.

El diario alemán Sueddeutsche Zeitung, que se había hecho con los documentos con antelación, afirmó que su contenido “muestra que los temores de los adversarios (del TTIP) no carecen de fundamentos”, y que “la realidad de las negociaciones es peor que la de esos pronósticos sombríos”.

El rotativo de Múnich indica que Estados Unidos está dispuesto a flexibilizar la importación de automóviles europeos para obtener contrapartidas para exportar más productos agrícolas a Europa, que podrían incluir organismos genéticamente modificados (OGM).

Otro de los puntos más controvertidos del acuerdo es una cláusula que permitiría a las multinacionales recurrir a instancias arbitrales privadas para demandar a gobiernos por presuntos obstáculos a la libre competencia.

La semana pasada las dos partes cerraron la decimotercera ronda de negociaciones. Ambos subrayaron el “importante trabajo” y la necesidad de hacer “concesiones” para terminar las negociaciones a fin de año.

“El contraste entre las posiciones oficiales de cada parte es más fuerte de lo que la Comisión Europea quiso reconocer públicamente”, comentó Reinhard Bütikofer, copresidente del grupo de los Verdes en el Parlamento Europeo.

Para Bütikofer, “es evidente, no podemos confiar en la comisión para defender los intereses europeos”, una opinión que comparte un grupo de oenegés reagrupadas en “Stop TAFTA (acrónimo en francés de TTIP)” y para las cuales debe detenerse la negociación. (I)