Estados Unidos ha hecho un reconocimiento histórico: el fracaso del bloqueo y de toda la política aislacionista con Cuba. Y con ello, Barack Obama abre un proceso político complejo para las dos naciones.
Si fue un fracaso, no puede repetir los mismos métodos y tampoco las mismas medidas que acabaron con miles de vidas en estos 50 años.
Si se escuchan con atención las declaraciones de Obama hay algunas verdades que en Estados Unidos parecían blasfemias políticas, gracias a la postura intransigente y absolutamente reaccionaria de algunos grupos políticos y económicos con grandes intereses en volver a dominar los destinos de la isla.
En cambio, en las declaraciones de Raúl Castro hay algo que también deberá pesar sobre la mesa de negociaciones en este proceso de restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre las dos naciones: el respeto a su soberanía no se negocia y mucho menos se vende.
Si algo puede concluirse de esta noticia (quizá la más importante en lo que va de este siglo) es que Cuba ha triunfado tras 50 años y pico de resistencia.
Por supuesto, la Cuba de hoy no es la misma desde la década de los 60. A pesar del fin de la llamada Guerra Fría el gobierno de Castro soportó una presión económica poderosa de la nación con el más grande poder militar.
¿Se podría decir que de lado de Cuba hay un fracaso en su política con respecto a EE.UU.? No, para nada. Si los diez mandatarios estadounidenses anteriores hubiesen abierto una pizca de su voluntad para el diálogo, otra habría sido el panorama para las dos naciones.
La Cumbre de las Américas del próximo año será un hito para todo el continente porque por fin estarán todos sus países reunidos, sin celos ni amenazas, sin presiones ni resentimientos.
En ese encuentro se concretará el anhelo de millones de cubanos que desearon vivir este momento hace décadas. La reunificación familiar será un símbolo poderoso de este acontecimiento. Pero también será la ocasión para probar la potencialidad de la economía y de la capacidad de los cubanos para sobrepasar décadas de aislamiento perverso.
Finalmente, este acontecimiento ocurre en el momento de mayor soberanía para América Latina y quizá el peor aislamiento de EE.UU. en el continente. Si profundizamos en el sentido de esta aseveración podríamos decir que sin la existencia de gobiernos progresistas no habría llegado este hecho histórico.