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La revista científica accedió a publicar un artículo sobre el autismo sin sustento alguno

Wakefield, el médico que estafó a The Lancet

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Hay mentiras que matan, y este es un triste ejemplo. El autismo, que aparece, más o menos, en uno de cada 100 niños, es un trastorno del desarrollo que afecta la capacidad social, de comunicación y de lenguaje que se hace evidente antes de los 3 años de edad. Su causa es aún desconocida.

En 1998 la revista médica The Lancet publicaba un artículo del médico británico Andrew Wakefield, quien tras analizar los casos de apenas 12 niños diagnosticados con autismo, concluyó que la causa estaba en la vacuna triple, la que hace años se usa para prevenir el sarampión, la rubeola y las paperas.

Pronto cundió el pánico entre muchos padres que dejaron de vacunar a sus hijos. Algunos homeópatas, religiosos, naturistas y activistas antivacunas salieron a respaldar a Wakefield y lograron convencer a mucha gente de que no vacune a sus hijos. En la década siguiente, en el Reino Unido la tasa de vacunación bajó cerca de un 10%.  El miedo se trasladó a Estados Unidos donde más de 5.000 padres de niños con autismo entablaron juicios a las farmacéuticas por los daños causados.

Jenny McCarty, exconejita de la revista Playboy, se convirtió en la portavoz del movimiento. La propia comunidad científica  se alarmó y se hicieron centenares de estudios para verificar lo dicho por Wakefield. Y tras 15 años y más de 500 estudios no se encontró ninguna relación entre el autismo y las vacunas.

Una exhaustiva investigación independiente llegó a la conclusión de que Wakefield falseó y manipuló los datos. En 1996 fue contratado por un abogado, quien integraba un grupo de padres que se propuso demandar a los fabricantes de vacunas por una suma millonaria. Cobrando a las familias $ 250 por hora, el doctor realizó el estudio de la manera menos científica. Los 12 niños que examinó provenían de familias del movimiento antivacunas y de ellos solo uno realmente tenía autismo.

A otros 5 niños ya se les había diagnosticado problemas en su desarrollo antes de que se les aplicara la vacuna y no como decía Wakefield. Se descubrió entonces, que este médico, junto a los coautores del falso estudio, pensaba comercializar sus propias vacunas “seguras” y pruebas caseras para la detección del autismo. Según una investigación del British Medical Journal, ellos estimaban ganar unos $ 100 millones al año. (...Continúa)

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