La estación es un objeto brillante y veloz que viaja aproximadamente a 28.000 kilómetros por hora. Puede dar una vuelta entera al planeta cada 90 minutos. Fue construida por partes, y algunos de sus componentes fueron reciclados de misiones anteriores, como la estación rusa Mir 2, la estadounidense Freedom, la japonesa JEM y el módulo europeo Columbus.  Es una gran estructura casi cuadrada que pesa 450 toneladas.  Está conformada por varias piezas externas como brazos robóticos, casi 70 metros de paneles solares y numerosos módulos. Su configuración no es rígida, sino que sus componentes pueden ser colocados o desmontados según las necesidades. Tiene una gran superficie habitable presurizada que permite a los astronautas permanecer sin trajes especiales. Allí hay instalaciones para dormir, comer o ejercitarse. Pero un gran porcentaje de su superficie está destinada a nodos que se especializan en distintas experimentaciones.

El complejo está dividido en dos secciones: el ruso conformado por los componentes construidos en Rusia y el estadounidense que está operado por la NASA, la agencia europea, la japonesa y la canadiense.

Pero la tranquilidad que se vive dentro puede ser perturbada de un momento a otro. A lo largo de varias décadas de carrera espacial se ha  acumulado basura que flota en el cosmos. De vez en cuando estas piezas amenazan con golpear la nave. Los meteoritos u objetos más grandes no constituyen un peligro real porque su trayectoria puede ser predicha, pero no así en el caso de la chatarra espacial y hay objetos que pese a ser pequeños para ser detectados podrían hacer mucho daño en caso de que colisionen. Una situación así se dio hace pocos días, cuando un escombro se aproximó rápidamente. Los tripulantes se refugiaron en la cápsula Soyuz que está acoplada al complejo. Afortunadamente no pasó de ser solo un susto. (continúa)