El año pasado, un ciclista que transitaba por el extenso bosque Nicolet en el estado norteamericano de Wisconsin quedó atónito. A la vera del camino encontró a una niña de 12 años que yacía en el suelo. Acababa de ser apuñalada varias veces. Lo tétrico de la historia no termina ahí.  Quienes habían perpetrado el crimen eran dos compañeras de escuela con quienes -hasta un momento atrás- la víctima había estado jugando en el parque.

La Policía acudió a la escena del crimen y lograron aprehender a las sospechosas no muy lejos de allí.  Cuando los investigadores interrogaron a Morgan Geyser y Anissa Weier, ellas admitieron haber apuñalado a su amiga y dijeron que lo habían hecho para mostrar fidelidad a Slender Man,  un personaje mítico de modernas historias de terror.

Estas niñas de 13 años habían estado obsesionadas con este mito y al momento de ser detenidas no mostraron arrepentimiento. Insistieron en que el personaje vivía cerca y que, con ese acto, buscaban ganar su simpatía y que las llevara con él.

Una decisión judicial de la semana pasada dictaminó que las jóvenes no serán juzgadas en una corte juvenil, sino en una convencional y podrían enfrentar una sentencia de hasta 65 años de cárcel por intento de homicidio, ya que la víctima logró sobrevivir y ha vuelto a la escuela.  Las cicatrices en su torso, brazos y piernas van desapareciendo. Las secuelas sicológicas seguramente tardarán más en curar. Tomará tiempo para que la niña deje atrás el recuerdo tormentoso de que un par de amigas estuvieron a punto de ofrendar su vida para mostrar lealtad a un personaje que no existe. (continúa)