Hay muchos experimentos que no se pueden hacer en la Tierra por el condicionante de la gravedad. La estación es un excelente sitio para investigar. En el campo de la astrobiología, la estación apoya la búsqueda de alguna forma de vida fuera de la Tierra. En astronomía se realizan varias mediciones para entender de qué está hecho y cómo surgió el universo. Hace un par de años uno de los instrumentos de la estación detectó los primeros rastros de la llamada “materia oscura”. Un elemento del cosmos que no puede ser visto porque no emite luz alguna, pero que se cree es abundante.

El espacio es un lugar hostil para el cuerpo humano. En ese sentido hay  investigaciones de medicina espacial y también de ciencias biológicas. Se examina cómo es el crecimiento y desarrollo de células y tejidos en esos ambientes extraterrestres. Se busca también hacer agricultura. Hace poco empezaron a circular las fotografías de orgullosos tripulantes que mostraban lechugas cultivadas en el espacio. Eso es interesante porque empezar a producir sin tierra es prometedor. En el futuro se puede proveer de comida a los tripulantes y más adelante se puede tener una fuente sustentable de alimento para misiones espaciales a largo plazo.   

La EEI también ha jugado un papel importante en el estudio del cambio climático en la Tierra, pues desde su posición se puede evaluar -por ejemplo- el tamaño de los glaciares, el avance de la deforestación en determinadas zonas o la situación de los arrecifes de coral.    

Todos estos experimentos tienen una amplia perspectiva. A mediano plazo las investigaciones de sistemas y equipos espaciales que allí se hacen, servirán para las misiones previstas a la Luna o a Marte, pero tanto tiempo y dinero constituyen una inversión a largo plazo. Estos estudios serán vitales para la exploración espacial de los años venideros, pero también para cuando decidamos (o necesitemos) mudarnos de planeta y colonizar el espacio… algo que, según expertos, sucederá algún día. (I)