La memoria empieza a deteriorarse de manera natural a partir de los 45 años. Eso sucede por el progresivo deterioro de un sector específico de la corteza cerebral donde se procesa la memoria y también el sueño. Por eso los adultos mayores duermen menos, lo que a su vez consolida menos los recuerdos. A los 65 años la capacidad de recordar se ha reducido a la mitad.

Pero hay quienes sufren este deterioro a edades más tempranas. Diversos estudios muestran que el uso frecuente de estupefacientes, como la cocaína y la marihuana, disminuyen la capacidad de retener recuerdos a largo plazo e interrumpen la sinapsis de los circuitos neuronales de almacenaje. También son nocivos ciertos medicamentos como antidepresivos, ansiolíticos y tranquilizantes, el tabaco que disminuye la circulación de oxígeno al cerebro, y el alcohol que genera las famosas “lagunas mentales”.

Otro factor, no químico pero muy común en los últimos años, es el estrés. La ansiedad conspira contra la memoria, sobre todo porque causa trastornos en el sueño. Se ha visto que puede disminuir hasta un 14% el tamaño del hipocampo, sitio donde se generan nuevas neuronas y se procesan los recuerdos.

Finalmente están las enfermedades degenerativas como el Parkinson, la epilepsia o el alzheimer. Esta última es la más nefasta de todas y está ligada a la herencia genética y al envejecimiento. Cuando la enfermedad ha avanzado, la persona puede cambiar tanto que resulta casi imposible reconocerla. Así de importante es la memoria para construir nuestra personalidad. (...continúa)