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Las crías se convierten en adultas
“Estaba echado sobre el quitinoso caparazón de su espalda, y al levantar un poco la cabeza, vio la figura convexa de su vientre oscuro, surcado por curvadas durezas, cuya prominencia apenas si podía aguantar la colcha…”.
Este es un fragmento de La metamorfosis, la novela de Franz Kafka en la que su protagonista amanece convertido en un insecto. Pero en la naturaleza, esta ficción es una realidad muy extendida. Hay millones de animalitos que a lo largo de su efímera existencia sufren cambios enormes.
La metamorfosis es un proceso que algunas especies han desarrollado para que sus crías se conviertan en adultas. Hay metamorfosis simples en las que un insecto muda de ‘piel’, es decir renueva el recubrimiento de su cuerpo; pero hay otras más complejas que implican romper tejidos, reemplazar la totalidad de las células y lucir una apariencia totalmente diferente en la adultez. Pero, ¿por qué complicarse tanto la vida?, ¿qué ventaja tiene este proceso?
Los científicos han descubierto que les sirve para que a lo largo de su vida puedan estar en distintos lugares y alimentarse de distintas cosas. Por ejemplo, la larva de las mariposas se alimenta de hojas y el adulto de néctar de flores. Así evitan competir entre ellos y pueden sobrevivir mejor si es que hay cambios en el ambiente o en el clima.
Seguramente la metamorfosis más bella es la que hacen las mariposas. La hembra selecciona cuidadosamente las plantas donde pondrá sus huevos. De ellos saldrán las orugas: larvas con un cuerpo cilíndrico y blando que se alimentan de las hojas de la planta. Mudan unas 4 veces de envoltura y cuando completan su crecimiento dejan de comer y buscan un lugar seguro para transformarse. Se sujetan de alguna rama y allí empiezan a tejer su capullo, una morada impermeable donde se llevará a cabo la mutación. Sus órganos juveniles se reabsorberán y desarrollarán una estructura totalmente distinta. El capullo de la mariposa se llama crisálida. Más o menos un año después de que mamá mariposa colocó su huevo, surge la mariposa adulta rompiendo la envoltura de la crisálida.
Pero no solo ellas, otros insectos como abejas, avispas y escarabajos también experimentan la metamorfosis. Las libélulas pasan la mayor parte de su vida siendo larvas que viven bajo el agua. Se alimentan principalmente de renacuajos y mudan varias veces de envoltura. Cuando llega el momento, salen del agua, abren su espalda y poco a poco del cuerpo rechoncho de la larva, emerge la libélula adulta.
La metamorfosis, un proceso controlado por hormonas, puede demorarse tiempos muy disímiles. Por ejemplo, al gusano de la seda le toma 60 días transformarse en mariposa. A otros, como al escarabajo sanjuanero le lleva de 3 a 4 años vivir como larva bajo tierra antes de que aparezca el escarabajo adulto. O las cigarras, que tras 17 años de vivir como ninfas subterráneas y alimentarse de las raíces de los árboles, un día salen a la superficie, trepan a los troncos, abandonan su viejo envoltorio, despliegan sus alas transparentes y van en busca de una pareja para reproducirse. Pero los insectos que conocemos hoy no siempre fueron así. En la Prehistoria llegaron a ostentar tamaños enormes. (...continúa) (I)