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La larga lucha para derrotar a las epidemias
Muchas de las grandes enfermedades que aquejan a los seres humanos se originaron hace unos 11 mil años, al mismo tiempo que nacían los primeros asentamientos agrícolas. Paradójicamente la causa fue un avance clave para el desarrollo de la civilización: la domesticación de animales como las vacas, cabras, cerdos y borregos, verdaderas incubadoras de gérmenes. La convivencia de los animales con las personas determinó que algunos de los procesos infecciosos pasen de los animales a los humanos.
Antiguamente, el ganado y las personas vivían y hasta dormían juntos. Muchos virus que viven en los animales tienen la capacidad de mutar y acceder al cuerpo humano. Así por ejemplo, del ganado vacuno provienen la viruela y el sarampión… Pero los grandes animales que domesticamos sólo habitaban Asia y Europa. Y a pesar de que sufrieron grandes pestes, los euroasiáticos fueron desarrollando defensas inmunitarias y genéticas. Muchos pasaron a ser portadores sanos, pero cuando comenzaron la conquista de América, África y Oceanía llevaron consigo armas avanzadas pero también enfermedades completamente desconocidas.
Por ejemplo, los indígenas americanos no tenían defensas inmunológicas para la viruela que llegó en los barcos de los primeros conquistadores. Esta enfermedad se esparció tan rápidamente que mató a centenares de miles de indígenas que creían haber recibido algún castigo de sus dioses. Entre las víctimas se encontraba también el inca Huayna Cápac que se contagió aún antes de que llegaran los ejércitos de Pizarro.
Muchos otros famosos guerreros de la historia deben su victoria a las enfermedades, más que a su genio militar. Tomemos el caso de la peste negra o bubónica que asoló Europa desde 1347 a 1350. Se cree que comenzó en el norte de la India y fue llevada a Europa por los ejércitos mongoles de Gengis Khan. La historia cuenta que los mongoles lanzaban con catapultas los cadáveres infectados dentro de las ciudades que querían conquistar.
La peste se expandió por Europa y en poco tiempo acabó con un tercio de su población. Sumando Asia y África, se estima que mató 60 millones de personas, convirtiéndose en una de las más grandes tragedias de la historia. Los gérmenes cambiaron el destino de muchos pueblos porque fueron decisivos para ganar guerras; aquellos que estaban inmunológicamente protegidos tenían una gran ventaja sobre quienes se encontraban indefensos. Por miles de años, ellos escribieron gran parte de la Historia humana, y sin embargo no se supo de su existencia sino hasta hace apenas un siglo y medio (CONTINÚA)