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Hace dos semanas murió john nash

La esquizofrenia, el autismo o la ceguera no detuvieron a tres científicos ejemplares

John Nash (i) murió en un trágico accidente el  23 de mayo de 2015.
John Nash (i) murió en un trágico accidente el 23 de mayo de 2015.
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La ciencia da cabida a todos y todas. Y es un medio por el cual personas con graves problemas pudieron realizarse y aportar al mundo con ideas nuevas y frescas. Aquí van solo tres ejemplos:

John Nash, un genio con esquizofrenia

Hace pocos días, en un trágico accidente, murió John Nash, el matemático cuya vida inspiró la película “Una mente brillante”. El mundo de la ciencia lloró su desaparición, no solo por sus enorme aporte intelectual, sino por su valentía. “Este hombre es un genio”. Con estas pocas palabras, uno de sus profesores recomendaba a Nash para realizar su doctorado nada menos que con Albert Einstein, en la Universidad de Princeton, Estados Unidos. Corría  1948 y él apenas tenía 20 años.

Un año después logró su doctorado con una tesis sobre juegos no cooperativos, un enfoque matemático que hoy se utiliza en economía, sociología, biología evolutiva e incluso en  política. Hasta entonces se había estudiado el comportamiento de grupos en situación de competencia para que uno de los participantes obtuviera la mayor ganancia posible en detrimento de los demás. La innovación de Nash fue demostrar matemáticamente cuáles eran las mejores decisiones que cada participante debía tomar para que todos obtuvieran una ganancia aceptable. Su teoría del equilibrio prueba que, sin dudas, la cooperación es siempre mejor que el individualismo.

En 1957, siendo ya profesor de una prestigiosa universidad, se casó con una joven salvadoreña con la que tuvo un hijo. Pero en medio de todo su éxito profesional y personal, Nash comenzó a tener comportamientos extraños: se alteraba con facilidad, alucinaba y tenía delirios de persecución: creía que los comunistas lo perseguían. Sus trastornos no se debían a que fuera un “genio loco” sino a que sufría de esquizofrenia, una enfermedad que se manifiesta con alucinaciones y alteraciones de la realidad. Fue internado y sometido a electrochoques.

Una vez dado de alta, pasaba largas horas escribiendo complicadas fórmulas en los pizarrones de aulas vacías. Deambulaba por el campus de Princeton hablando solo, incluso llegó a mendigar. Y aunque nunca se curó del todo, finalmente su enfermedad pudo ser controlada, y a mediados de la década del 70 regresó a la docencia y la investigación. Recibió las más altas distinciones mundiales a las que podría aspirar un matemático, y en 1994 su aporte fue reconocido con el Premio Nobel de Economía.

A sus 86 años Nash continuaba dictando conferencias por todo el mundo pidiendo que se dejen de estigmatizar los desórdenes mentales, que son enfermedades como cualquier otra del cuerpo. Él era un ejemplo vivo de que las personas no están condenadas, que con los actuales tratamientos farmacológicos pueden recuperarse y llevar una vida normal. Y durante todos esos duros años su esposa Alicia fue un pilar fundamental para ayudarle a reconectarse con la realidad. Su biógrafa escribe: “el genio de Nash era tal que le permitió elegir una mujer tan esencial para su supervivencia”. Murieron juntos en el taxi que se chocó tras recogerlos en un aeropuerto. (continúa)

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