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En la niñez se presentan varias etapas

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Cuando los niños comienzan a explorar el mundo pasan siempre por diferentes etapas de miedo. Es un mecanismo natural de alerta ante los potenciales peligros de ese mundo nuevo que descubren. La mayoría de los chicos experimenta muchos temores leves, transitorios y asociados a una determinada edad. Por ejemplo, los bebés hasta de un año suelen responder con llanto a los estímulos intensos y desconocidos, o cuando creen encontrarse desamparados. De los 2 a los 4 años aparece el temor a los animales. De los 4 a los 6 surge el temor a la oscuridad, a las catástrofes, a los seres imaginarios y a la desaprobación social. También pueden “contagiarse” del miedo experimentado por otras personas.

Estos miedos son normales y aparecen sin razones claras como parte de un ciclo evolutivo y suelen también desaparecer con el tiempo. Pero cuando dejan de ser transitorios hablamos de fobias.  Generalmente se instalan en los niños que tienen entre 7 y 12 años. En esta etapa, dicen los especialistas, es necesario ayudarlos a entender racionalmente los fenómenos que los atemorizan. Lo peor que podemos hacer es meterles más miedos: amenazarlos con cucos u otros seres inexistentes o dejarlos solos o, aún peor, encerrarlos en la oscuridad como castigo. Así estamos contribuyendo a que puedan desarrollar alguna fobia de las más comunes entre los niños, como la phasmofobia que es el miedo a los fantasmas y la scotofobia o miedo a la oscuridad. Pero también hay muchas otras, como la llamada “fobia escolar” que sucede cuando el niño sufre estados de ansiedad  intensa ante la interacción con otros chicos, o por situaciones traumáticas que pudo haber vivido en el colegio.

¿Cómo afrontar una fobia en los niños? Primero, saber que a ellos les resulta difícil reconocer que su miedo es irracional, y por eso su manera de expresarlo será mediante llantos, inquietud y búsqueda de protección. Lo primero que deben hacer sus padres es tranquilizarlos, y con paciencia ayudarlos a perder esos miedos antes que se conviertan en fobias. Pero si ya hemos podido reconocer que tenemos un hijo con alguna fobia que le afecte en su vida cotidiana, lo recomendable es acudir a un especialista porque mientras más pronto sea atendido, más eficaz será el resultado del tratamiento y se evitarán sus efectos dañinos cuando sean adultos.

En casa, los padres pueden ayudar a los niños dándoles explicaciones claras que los ayuden a diferenciar la realidad de la fantasía; crear un ambiente racional donde los chicos puedan apelar al conocimiento como herramienta para entender el mundo que descubren y, sobre todo, con mucha paciencia transmitirles seguridad para que ellos puedan tolerar lo que sienten y así controlar su miedo. (continúa)

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