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Los científicos no descansan hasta encontrar una respuesta comprobable

El número de genes y la evolución conductual, 2 enigmas aún por resolver

El número de genes y la evolución conductual, 2 enigmas aún por resolver
03 de agosto de 2014 - 00:00 - María Eulalia Silva

La ciencia avanza velozmente y ha resuelto ya muchísimas dudas sobre el origen y la evolución de la vida. A pesar de ello aún quedan muchos misterios que descifrar: ¿Por qué unas especies tienen más genes que otras? ¿Por qué fuimos adoptando determinados comportamientos? Por suerte, los estudios continúan, porque el día que desaparezca la curiosidad humana será cuando empiece la decadencia de nuestra especie.

Aquí seleccionamos unos cuantos enigmas que la ciencia no logra resolver. Son hechos comprobados que esperan una explicación científica.

¿Por qué tenemos tan pocos genes?

Por mucho tiempo se creyó que cuanto más complejo era un organismo, más genes tendría. Hace 15 años ya se sabía que la mosca de la fruta tenía 13.600 y por lo tanto se estimaba que los humanos tendríamos entre 100.000 y 150.000 genes. Grande fue la sorpresa cuando al decodificarse nuestro genoma se concluyó que tenemos apenas 20 mil. La teoría de que estábamos a la cabeza de la evolución porque teníamos la mayor cantidad de genes en el planeta se derrumbó por completo cuando se encontraron organismos mucho más pequeños y sencillos con más genes que nosotros.

Un ejemplo, la minúscula pulga de agua, que en su cuerpo de apenas 2 o 3 milímetros cobija nada menos que 30.000 genes. O el humilde maíz, que cuenta con  40.000, el doble que un ser humano. Y se comprobó que teníamos la misma cantidad que un melón y que un chimpancé.

Esta noticia cambió las rutas usadas para entender el cuerpo humano y forzó a los científicos a responder a esta pregunta: ¿por qué organismos más simples necesitan más genes para funcionar? Ese cuestionamiento derivó en respuestas que todavía no están confirmadas. Todo apuntaría a la complejidad y flexibilidad de nuestros pocos genes. Hallaron que, al ser tan pocos, han conseguido manejar más de un proceso y diversificarse a lo largo de millones de años.

Así, la evolución optimizó nuestro material genético y lo limitó a lo necesario. Eso querría decir que aquellos organismos que tienen un mayor número podrían estar albergando genes que ya no utilizan para nada. Genes inactivos o ‘basura genética’, restos evolutivos de cuando ese organismo y el medio en el que vivía eran diferentes al de hoy.

Pero esa hipótesis tampoco parece ser la respuesta. Hace un par de años se descubrió que tal ‘basura genética’ no es tal. Se sabe que, al menos en los seres humanos, esos genes -en apariencia inactivos- contienen instrucciones que permiten que un determinado gen se exprese en algunas células y no en otras. Es como tener miles de tableros de mando que controlan las luces de una enorme instalación. Incluso una única instrucción de estos puede operar sobre muchos genes; y también, algunos genes ‘activos’ necesitan instrucciones de varios ‘inactivos’.

Quienes más se parecen  genéticamente a nosotros -cómo no- son los chimpancés. Compartimos con ellos el 96% de nuestros genes. Pero de allí se desprende otra pregunta crucial: ¿cómo pueden compartir el mismo número de genes 2 especies diferentes, como los chimpancés y otra racional como los humanos? Así, con apenas 20 mil genes y ese 4% de diferencia, logramos erguirnos, hablar, crear y tener pensamiento lógico.

Una reciente teoría sostiene que además de tener genes polifuncionales, el desarrollo de la especie humana se vio favorecido por tener menos genes. Un ejemplo: durante la evolución, los humanos perdieron un gen que produce una proteína para crear musculatura en la mandíbula. Y al tener mandíbulas más pequeñas, quedó más espacio para cerebros más grandes. Así de accidental podría haber sido. Y en esas pequeñas divergencias genéticas seguramente estará la explicación básica sobre qué nos hace humanos. (...continúa)

DATOS

13.600 genes forman el genoma de la drosophila melanogaster, más conocida como la mosca de la fruta. Un insecto minúsculo.

20.000 genes conforman el genoma humano. Durante mucho tiempo se pensó que por ser una especie inteligente tendríamos 5 veces más genes y con la decodificación se supo que no era así.

El 96% de nuestros genes también lo tienen los chimpancés.  Es la especie más cercana a la nuestra. Con apenas el 4% de diferencia logramos erguirnos, hablar, crear y tener pensamiento lógico.

40.000 genes tiene una especie tan sencilla como el maíz.

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