Por siglos se creyó en Occidente que los restos de esos animales gigantescos eran el testimonio de una enorme catástrofe enviada por Dios: el Diluvio.

Pero a medida que se estudiaba los fósiles se iban sacando conclusiones más apegadas a la verdad: que la vida en la Tierra sufría extinciones periódicas que hacían desaparecer muchísimas especies. Eso planteaba la duda sobre las intenciones de un ser divino que cada tanto mataba a las criaturas a las que había dado vida.

Toda el agua del planeta no alcanza para cubrir la superficie hasta la cima de la montañas.Tras siglo y medio de mediciones y mejoras en los métodos de cálculo  la ciencia probó que el mundo tenía miles de millones de años y no apenas los 6 mil que estimaba el obispo inglés James Usher. Y los estudios de las capas geológicas confirmaban las sospechas de que nunca había existido un diluvio universal: no existía una marca pareja de lodo ni el agua de todo el planeta alcanzaba para cubrir su superficie hasta la cima de las montañas.

¿Qué los mató entonces? Se sabe que ocurrieron al menos cinco grandes extinciones, la peor de las cuales sucedió hace unos 250 millones de años y liquidó al 95% de las especies marinas y al 70% de las terrestres.

Pero la muerte de los dinosaurios, los animales más grandes que hayan existido, fue un misterio por mucho tiempo. Y en 1980 Luis Álvarez, un físico hispano, descubrió la causa: un enorme asteroide que cayó en México, y provocó un enorme cataclismo.

Sucedió hace 66 millones de años y habría sido el golpe final para los dinosaurios y otras especies que estaban al borde de la extinción a causa de un prolongado cambio climático. En pocos miles de años se acabó el reinado de los dinosaurios y comenzó el de unos recién llegados pero mejor adaptados a la nueva situación: los mamíferos.