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¿Despertar a un sonámbulo puede matarlo?
A quienes se levantan por la noche, caminan sin rumbo con los ojos abiertos, van al baño y hasta salen de la casa estando aún dormidos se los conoce como sonámbulos. Y son legión: es más frecuente en los niños, y se estima que dos de cada diez personas han deambulado por lo menos una vez en su vida. Fiebre alta, estrés, consumo excesivo de alcohol o falta de sueño son algunas de sus causas.
Siempre se nos ha dicho que a ellos no se los debe despertar porque podríamos provocarles un ataque cardíaco, un derrame cerebral o un shock. Pero eso no es cierto.
Los expertos piensan que los sonámbulos simplemente tratan de cumplir una tarea inconclusa. Lo hacen de manera automática, con una parte del cerebro que sigue dormida, y al día siguiente no recuerdan nada.
Despertar a un sonámbulo tiene el mismo efecto que cuando un fuerte ruido interrumpe nuestro sueño, y un susto así no es capaz de matar a nadie. El peligro está más bien en el daño que puede hacerse al caminar sin ver, usar herramientas peligrosas como un cuchillo o bajar gradas. Pero también supone un riesgo para quien lo despierta, porque al principio estará desorientado y puede agredir al comedido. Por esa razón se recomienda guiarlo de vuelta hasta la cama mientras aún está dormido.
¿Por qué a veces nos despertamos con la sensación de estar cayendo?
A muchos nos ha pasado que apenas conciliamos el sueño tenemos una extraña sensación de tropezar, dar un brinco o caer a un abismo. Pero antes de que ocurra lo peor, súbitamente nos despertamos con una fuerte sacudida. Esta sensación se produce después de unos pocos minutos de habernos quedado dormidos, justo antes de empezar a soñar. Lo asombroso es que la causa está en una mala interpretación de nuestro cerebro. En ocasiones, nuestros músculos -que han comenzado a relajarse- por cualquier estímulo externo, como un ruido, se contraen nuevamente de manera repentina y eso confunde a nuestro cerebro que lo interpreta como una caída.
En ese instante el cerebro, que está programado para mantener el equilibrio, envía una señal de sacudida a todo el cuerpo y por eso nos movemos tan bruscamente. Suele ocurrir cuando una persona está muy estresada, ha tomado mucho café, está cansada o se ha ejercitado demasiado. Es tan común que por lo menos lo ha sentido el 70% de la población mundial. (continúa)