Cotopaxi significa ‘cuello de luna’. Es un cono casi perfecto que se alza a 5.897 metros sobre el nivel del mar. Es un estratovolcán, eso significa que dentro de él fluye un magma muy viscoso que se va endureciendo formando  varias capas.  

Esa característica es una ventaja y una desventaja al momento de una erupción. La ventaja es que la lava que fluye del interior rápidamente se enfría al salir a la superficie y se endurece antes de que pueda llegar lejos. La desventaja es que como este material se enfría y solidifica rápidamente no logra ser evacuado y se va formando un tapón que puede llegar a ser muy resistente.

Si la erupción es lo suficientemente potente para remover el tapón, el evento podría ser muy violento y el volcán en lugar de expulsar lava expulsa piedras en ocasiones tan grandes como la Chilintosa, una roca de 6 metros de alto y 50 de diámetro que por su tamaño se ha convertido en uno de los atractivos de Mulaló, la localidad que está a los pies del volcán.  

Desde la llegada de los españoles a territorio ecuatoriano, se han registrado 5 grandes procesos eruptivos y varios pequeños.

Por esa frecuencia es que el Cotopaxi es considerado uno de los volcanes más activos del mundo. Su glaciar es grande y cubre una gran extensión, lo que complica las cosas al momento de un evento eruptivo, porque se derrite generando una enorme cantidad de agua que alimenta los lahares.  

Estos son aluviones de lodo y escombros  que corren violentamente, pudiendo alcanzar los 80km por hora. Circulan por los drenajes que nacen del volcán, aunque dependiendo de la magnitud del fenómeno, podrían–incluso- desbordarse. Por todas estas razones, el Cotopaxi es uno de los volcanes más vigilados.

De hecho fue el primero de Sudamérica en tener una estación sísmica dedicada a monitorearlo. Pero existe otra faceta. El bello y majestuoso Cotopaxi también es protagonista de nuestra historia y nuestra cultura. Su imponencia no pudo pasar desapercibida a la imaginación de los pobladores de las cercanías, quienes fueron tejiendo leyendas acerca de él. Una de ellas, dice que en tiempos remotos peleó contra el Tayta Chimborazo por el amor de la mama Tungurahua. Ella -hermosa y coqueta- conquistaba a los volcanes de sus alrededores.

El Altar y el Carihuairazo también la cortejaban, pero la batalla más ardua fue entre el Cotopaxi y el Chimborazo. Este último, por ser más grande, ganó el pelito, se casó con Tungurahua y tuvieron un niñito:  el Guagua Pichincha. Por eso se dice que cuando el guagua llora, la mamá le contesta. Mitos populares tratan de dar una visión entendible y pintoresca para explicar cuando –en ocasiones- ambos volcanes entraban en procesos eruptivos al mismo tiempo. (I). (...continúa)