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Según la oms, sería la causa de 18 millones de muertes al año

Colesterol, ese enemigo al que ‘alimentamos’

Las frituras son la fuente principal del colesterol tipo LDL y produce daños en el organismo. Foto:  Miguel Jiménez / El Telégrafo
Las frituras son la fuente principal del colesterol tipo LDL y produce daños en el organismo. Foto: Miguel Jiménez / El Telégrafo
02 de noviembre de 2014 - 00:00 - María Eulalia Silva

El colesterol es una sustancia suave y grasosa que recubre cada célula de nuestro cuerpo y que es imprescindible para que funcionen adecuadamente.

En mayor cantidad se encuentra en el hígado, la médula espinal, páncreas y cerebro. A pesar de que siempre ha estado asociado con lo nocivo, en niveles adecuados el colesterol es imprescindible para el funcionamiento del organismo: se encarga de producir las membranas necesarias para proteger a nuestros órganos, ayuda a generar hormonas sexuales y la vitamina D que metaboliza el calcio.

El colesterol proviene de 2 fuentes: por una parte, la que produce nuestro propio organismo -específicamente el  hígado- y representa la tercera parte del colesterol que tenemos. La otra parte proviene de los alimentos grasos que consumimos, como lácteos y carnes. Pero todo termina circulando por el torrente sanguíneo. Así, tenemos el colesterol ‘bueno’ o HDL, que transporta la sustancia desde las arterias y los tejidos hacia el hígado, para luego ser eliminada en las heces. Y el colesterol ‘malo’ o LDL, que transporta el colesterol absorbido por los intestinos al resto del organismo. Cuando hay exceso de esta lipoproteína, se deposita en el interior de nuestras arterias y forma placas: a esto se lo llama aterosclerosis o endurecimiento de las arterias, que eleva el riesgo de ataques cardíacos.

El colesterol ‘bueno’ contrarresta gran parte del daño que hace el colesterol ‘malo’, pero eso no es suficiente cuando está alto.

Suele relacionarse al colesterol elevado con el exceso de peso y el consumo excesivo de grasas, pero no siempre es así. También hay otras razones, como la falta de actividad física o un factor genético hereditario que predispone a tener el colesterol más elevado, aunque eso no necesariamente signifique estar enfermo.

La ciencia ya distingue 5 tipos de colesterol, pero en los análisis se usan solo dos para determinar unos niveles generales que, si no se cumplen, pueden afectar el normal funcionamiento del organismo. Los niveles totales de colesterol deben estar por debajo de 200 mg/dL. El colesterol ‘malo’ no debe superar los 160 miligramos para las personas que no tienen ningún factor de riesgo, como hipertensión, tabaquismo o diabetes; menos de 100 mg para las personas con varios factores de riesgo, y menos de 70 mg para quienes ya tuvieron un ataque cardíaco. El colesterol bueno debe estar por encima de los 50 mg.

Todos deberíamos hacernos exámenes con cierta frecuencia, comenzando los hombres como máximo a los 35 años y las mujeres a los 45. Porque el colesterol es uno de los principales factores de riesgo de la enfermedad cardiovascular que, según la Organización Mundial de la Salud, causa 18 millones de muertes al año. Y en Ecuador el problema podría estar ya alcanzando la dimensión de una epidemia: el colesterol elevado afectaría a 1 de cada 3 personas. (...continúa)

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