El pasado jueves 14 de agosto, el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD), de la ONU, dejó sentada su preocupación ante la emisión del programa televisivo ‘La paisana Jacinta’, en el Perú. La decisión del organismo calificó como negativo al personaje principal de este programa, quien propone una imagen de la mujer andina migrante en Lima a través de una serie de estereotipos que la presentan como fea, sucia, pobre e ignorante. “Esto está creando una idea muy negativa por parte de la sociedad peruana a la mujer indígena, principalmente quechua y aymara”, señaló Francisco Cali, presidente del CERD.

Una semana después, algunos medios de comunicación del Perú han hecho eco de esta decisión, mostrándola como un llamado de atención a lo que en este país se conoce como la ‘TV basura’.

“Estamos hablando de una televisión que, de un tiempo acá, se ha propuesto como objetivo principal liderar el rating nacional, a fin de concentrar mayores auspiciantes y, por ende, mayores ingresos. En ese camino, no le ha importado llenar su programación con un sinnúmero de programas de espectáculo, reality shows, novelas y teleseries, en las que el morbo, el sensacionalismo y el escándalo ocupan todo el argumento”, indicó Carlos Rubio, comunicador social.  

En Perú, los espacios televisivos de entretenimiento son mayoría y en ellos se concentra de forma explícita una serie de estereotipos que parecen aceptados sin mayor dificultad en el seno de la sociedad. Para Eduardo Adrianzen, dramaturgo y escritor de guiones televisivos, parte de esta aceptación está justificada en el éxito comercial que representan estos programas. “La televisión actual es muy complaciente, muy light, pero la responsabilidad de ello no está solo en quienes consumen los programas, sino en quienes los crean. Hay una falta de reglamentación clara que lleve a los dueños de los medios a entender que el mensaje que emiten es perjudicial”, señaló en una entrevista a ConcorTV.

El artículo N° 14 de la Constitución, dispone que “los medios de comunicación social deben colaborar con el Estado en la educación y en la formación moral y cultural de sus ciudadanos”, mandato que parece cada vez menos importante frente a la necesidad de asegurar la atención de los televidentes.

Un reciente comunicado del Colegio de Periodistas de Lima, titulado ‘Basta de televisión basura’, menciona la ausencia de programas que propongan alternativas de formación educativa y de valores en la juventud, como un resultado claro de la competencia desmedida por ganar auspiciantes. “Emplazamos a las empresas a que revisen claramente en qué tipos de programas van a invertir su dinero; dado el pésimo estado de la televisión peruana en la actualidad, deberían tener mucho cuidado”, sentencia parte del documento.

De acuerdo al informe titulado ‘Discriminación y programas de TV’, la televisión nacional, en Perú, es en realidad la televisión limeña. “Debe producirse un acontecimiento extraordinario o vistoso para que los noticieros y otras categorías de programas decidan abordar otros escenarios fuera de la capital”, indicó parte del informe. Esa actitud ha llevado, en parte, a que los estereotipos se alimenten del desconocimiento entre ciudadanos.

De acuerdo al mismo informe, los programas de entretenimiento y los noticieros muestran a personas más cercanas a los rasgos europeos, asociados a la objetividad, el conocimiento y el éxito social, mientras que personajes andinos, amazónicos o afros pertenecen a situaciones marginales, de pobreza y violencia extrema.  

La Sociedad Nacional de Radio y Televisión, organismo encargado de coordinar a los distintos medios de comunicación del país, propone tres ejes básicos para el Pacto de Autorregulación de las programaciones radiales y televisivas: veracidad, respeto a la dignidad de la persona humana y responsabilidad social.

En el apartado 1.2 del Pacto se pueden leer prohibiciones como: no irrespetar la intimidad de las personas, no presentar la figura humana, en especial la de la mujer, en situaciones indecorosas o desagradables; no discriminar sobre base de religión, raza, sexo, orientación social, etc. “Todos esos principios se violan de forma permanente en la televisión peruana. Basta asomarse a los programas de horario familiar en los que se emiten sendas peleas porque encontraron a tal futbolista en el hotel con tal bailarina, y porque de ese hecho se desata una telenovela real que lleva a los implicados a mostrarse de cuerpo entero como unas celebridades completas. Ese es el ejemplo con el que estamos creciendo, ese es el futuro que estamos formando”, señaló el comunicador Rubio.

El Artículo N° 98 del Reglamento de la Ley de Radio y Televisión establece que en Perú los titulares de los medios están obligados a contar con un código de ética que hace las veces de principios morales que regirán la programación a emitirse. Hasta el año pasado, menos de un 10% de la totalidad de medios de comunicación presentó este documento al Ministerio de Transporte y Comunicación, ente encargado de emitir los permisos de funcionamiento.      

Por otro lado, el proyecto de televisión educativa que lleva adelante el Ministerio de Educación del país avanza de forma discreta. El objetivo, a corto plazo, es permitir que, a través de la señal de 5 canales satelitales, se integren la ciencia y la tecnología como una herramienta para la educación de los estudiantes de secundaria en el país. Apenas unas cuantas provincias son ya beneficiaras de dicha iniciativa.

Pero esas acciones son escasas en medio del panorama cotidiano, en el que la incomodidad con los contenidos de la televisión parece no notarse de forma determinante. Se evidencia, es cierto, en espacios más interesados en regular los contenidos. Pero en el día a día, donde se forma la opinión de un público expuesto a la desinformación y al fácil entretenimiento, la duda por lo que se consume tiene poco asidero.