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Una región que mantiene un crecimiento económico prudente

Si algo caracterizó al entorno económico de América Latina y El Caribe durante la segunda mitad del siglo XX, fueron sus dispares y negativas tasas de crecimiento, así como sus elevados niveles de concentración de la riqueza y, por lo tanto, de desigualdad e injusticia social. 

Y es que fue en la década que se la conoce como “perdida” (1980), cuando la región experimentó una evolución de la pobreza, acompañada de una desaceleración del Producto Interno Bruto (PIB) y de una especialización primaria agroexportadora de su matriz productiva interna y externa. Por ejemplo, según datos de la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (Cepal), al final de esa década, la tasa de pobreza en América Latina había pasado del 40,5% al 48,4%, de modo que prácticamente uno de cada dos latinoamericanos era pobre, al mismo tiempo que el porcentaje de indigentes se había incrementado del 18,6% al 22,6%.

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“En términos absolutos, esto significó que en 1990 el número de pobres alcanzara los 200 millones y el número de indigentes, los 93 millones, es decir, en este último caso un 50% más que en 1980. En un contexto de deterioro del bienestar, la política de restricciones fiscales para enfrentar la crisis de la deuda agravó la situación social”, señala un informe de la institución.


Entre 1990 y 2002 se experimentó una disminución parcial de la incidencia de la pobreza como resultado de un crecimiento económico levemente más alto que en la década anterior, pero inestable y afectado por fuertes crisis en los países de la región de mayor tamaño relativo.

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Sin embargo, esta situación de desequilibros sociales y económicos, tiene un origen aun más remoto, pues según señalan estudios de algunos historiadores económicos, la estrategia de desarrollo de toda la vida republicana de algunos países de la región, donde destaca Ecuador, consistió en generar riqueza a través de la exportación de bienes primarios agrícolas (cacao, banano) o no renovables (petróleo).


La estrategia de desarrollo que acompañó a este proceso en las últimas décadas fue la defensa del libre mercado, de un intenso aperturismo comercial extranjero y de la propiedad privada. Según este modelo, la redistribución estaría en manos de las fuerzas del mercado o, en última instancia, de una política social asistencialista.

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En este sentido, se instauró una economía de mercado y no de derechos, como lo han manifestado algunos economistas heterodoxos. Así, por ejemplo, en el Plan para el Buen Vivir del Ecuador, se señala: “La garantía de derechos posible en ese modelo de sociedad propuesto, estaba pensada únicamente para quienes podían insertarse en el mercado laboral formal o para aquellas personas que hubiesen heredado un poder adquisitivo capaz de garantizar ese derecho sin estar insertas en el mercado”.

Fue en la década que se la conoce como “perdida” (1980), cuando la región experimentó una evolución de la pobreza, acompañada de una desaceleración del Producto Interno Bruto (PIB).


Por ello, no es gratuito que una de las consignas que se ha insistido con fuerza a los gobiernos latinoamericanos desde instituciones como la Cepal, es que impulsen pactos sociales y fiscales para consolidar la igualdad, diversificar la economía y mejorar el impacto distributivo de las políticas públicas.

¿Qué cambios sucedieron en los últimos 10 años?
A partir de la década de 2000 se produjeron en el entorno externo de la región cambios muy significativos que en varios


casos se tradujeron en periodos sostenidos de crecimiento, según informó la Cepal en su último estudio. No obstante, en una perspectiva de largo plazo, considerando el crecimiento de América Latina y El Caribe a lo largo de los últimos 32 años, los resultados no han sido tan contundentes.


Por ejemplo, entre 2002 y 2008, un periodo marcado por el auge del ingreso nacional disponible, como consecuencia del aumento de los precios de los bienes exportados, la mayoría de los países de la región experimentó una leve reducción de los niveles de pobreza e indigencia.

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La expansión económica en ese entonces se tradujo en un significativo aumento de los niveles de empleo que, junto con un moderado crecimiento de los ingresos laborales reales, redundó en un incremento de los ingresos de los hogares. Por lo tanto, estos elementos contribuyeron a la reducción de la pobreza y la indigencia, en conjunto con políticas de transferencias directas (subsidios) a los hogares más pobres, como han sido los Bonos de Desarrollo Humano para consumo o vivienda.


Según un estudio retrospectivo de la Cepal (que abarca específicamente los últimos 15 años de evolución económica de la región), se señala que la expansión económica fue el más importante aspecto detrás de los avances registrados en Argentina, Colombia, Ecuador (área urbana), Guatemala, Honduras, México, Nicaragua y Venezuela (República Bolivariana de). No obstante, también cumplieron un rol significativo las políticas de redistribución, que originaron más de la mitad de la reducción de las tasas de pobreza e indigencia de Bolivia (Estado Plurinacional de), Brasil, Chile, Costa Rica, El Salvador y Panamá, según datos estadísticos de la Cepal en 2013.

EN BREVE

Crecimiento. La proyección de la Cepal estima que América Latina crecerá este año 3%, cifra similar a la de 2012.

Reservas. El crecimiento de las reservas en Costa Rica fue superior al 16%, y en el Ecuador superó el 90%

Remesas. Se constatan aumentos significativos de los flujos de remesas a Guatemala (6,9%) y Honduras (6,4%).

Crédito. Se evidencia un aumento en la demanda de crédito para consumo, y una disminución para el industrial.

Una crisis que contagió a todos
Como revela el estudio económico de de la Cepal denominado “Tres décadas de crecimiento desigual e inestable”, la crisis financiera mundial de 2008 y 2009 afectó el crecimiento económico, pero gracias a varios factores (entre ellos, el aumento de los salarios reales, las políticas contracíclicas aplicadas en muchos países y la rápida recuperación del crecimiento), la pobreza no aumentó en la región y en los años posteriores su trayectoria decreciente se mantuvo, de tal modo que su incidencia alcanzó un nivel estimado del 28,8% en 2012.

Situación económica y financiera actual en la región

Durante 2013 la región ha seguido enfrentando una situación económica mundial muy variable, como consecuencia de la lenta resolución de la crisis de la deuda en varios países de la zona del euro, los episodios de alta incertidumbre ante el agravamiento de la situación en algunos de esos países, las respuestas políticas en economías desarrolladas que han redundado en un significativo aumento de la liquidez mundial, y la desaceleración de algunas grandes economías asiáticas.


A la vez, Estados Unidos, si bien ha comenzado a mostrar signos de cierta mejoría, no termina de consolidar su recuperación. Durante 2013 el entorno externo de la región continuará siendo turbulento, lo que conducirá a un bajo crecimiento de la demanda de las exportaciones así como a una interrupción del aumento de sus precios e incluso, en ciertos casos, una reducción.


Sin embargo, a pesar de este incierto entorno, la Cepal determinó que los países de la región crecerán en su conjunto un 3% para este año, tasa similar a la registrada en 2012, pero menor a la que fue estimada en abril de 2013, que fue de 3,5% (Ver gráfico 1). Esto se debe, por una parte, a la baja expansión económica de Brasil y México, dos grandes economías que son representativas en la región.

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Por otra parte, para 2013 se espera una expansión del 4% del valor de las exportaciones de la región, lo que representa una mejora comparada con la tasa del 1,5% registrada en 2012. Sin embargo, este aumento se mantiene muy por debajo de la cifra alcanzada en 2011 (24%) (Ver gráfico 2). Tal como ocurrió en 2012, y en contraste con los años anteriores, “el factor principal que impulsa la expansión del valor de las exportaciones de la mayoría de los países de la región es el incremento del volumen exportado y no el aumento de los precios”, detalla la Cepal en su informe. Se prevé un incremento del 6% del valor de las importaciones de la región en su conjunto, como resultado de un aumento de un 5,5% en términos de volumen y de un 0,5% en términos de precio.


En lo que se refiere a la variación de los ingresos por remesas de emigrantes, el informe de la Cepal detalla que durante los primeros meses de 2013, “se observó una gran heterogeneidad entre los países en cuanto a la evolución de los ingresos por concepto de remesas de trabajadores emigrados” (Ver gráfico 3).

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Se constatan aumentos significativos de los flujos de remesas a Guatemala (6,9%), Honduras (6,4%) y Nicaragua (5,8%). Estos incrementos se explican por una relativa mejora de las perspectivas de la actividad económica y del mercado laboral de Estados Unidos. El bajo crecimiento registrado en el flujo de remesas a Colombia refleja la coyuntura laboral todavía difícil en España, principal destino de los migrantes colombianos, donde la tasa de desempleo siguió aumentando en los primeros meses de 2013 hasta superar el 27%.


Por otra parte, en relación al crédito interno, durante el primer semestre de 2013, algunas economías de la región como Brasil y Chile, y en menor medida Colombia y Perú, ha exhibido una notoria desaceleración respecto de 2012. Una situación similar se han producido en el resto de América del Sur, donde el crédito interno mostró una desaceleración, salvo en los casos de Bolivia y Venezuela. En contraste, en Nicaragua y Panamá se registró una aceleración del crecimiento del crédito interno en los primeros meses de 2013.

La Cepal reconoce un gradual fortalecimiento en la región de las políticas fiscales, monetarias y cambiarias observado en las últimas décadas. 

En algunos países de la región se ha otorgado a la política monetaria una orientación contractiva, en ciertos casos ante el aumento de presiones inflacionarias. 

Se observó una gran heterogeneidad entre los países en cuanto a la evolución de los ingresos por concepto de remesas de trabajadores.


El comportamiento descrito del crédito interno se tradujo también en una desaceleración de los préstamos destinados al financiamiento de actividades comerciales, industriales e hipotecarias. En lo que se refiere al crédito destinado al consumo, en el primer trimestre de 2013 el promedio regional no muestra una desaceleración del crecimiento, sino que mantiene niveles similares a los del segundo semestre de 2012 (Ver Gráfico 5). A este comportamiento regional contribuye significativamente la dinámica observada en los países centroamericanos, donde el crecimiento del crédito al consumo se ha acelerado.


Por otra parte, durante los primeros cuatro meses de 2013, un importante número de países de la región presentó acumulaciones de reservas internacionales menores a las prevalecientes a fines de 2012. Así, en economías como Las Bahamas, Bolivia, el Brasil, México, Nicaragua y Trinidad y Tobago se registraron incrementos de las reservas menores al 3%, mientras que en Belice, Colombia, Perú y Uruguay los incrementos fluctuaron entre un 5% y un 10%. En Costa Rica, Honduras, Panamá, Paraguay y República Dominicana, el crecimiento de las reservas fue superior al 16%, y en el Ecuador superó el 90% (Ver Gráfico 6).


Finalmente, en algunos países de la región se ha otorgado a la política monetaria una orientación contractiva, en ciertos casos ante el aumento de presiones inflacionarias. En los primeros cinco meses de 2013 la inflación regional aumentó ligeramente con relación a diciembre de 2012. En mayo de 2013, la inflación regional acumulada en 12 meses era de un 6%, superior al 5,5% anotado en diciembre de 2012 y también levemente superior al 5,8% registrado en mayo de ese año.

¿Hacia dónde debe apuntar la política económica en la región?
En todo caso, la Cepal reconoce un gradual fortalecimiento de las políticas fiscales, monetarias y cambiarias observado en las últimas décadas lo que permite suponer que el aporte de estas políticas macroeconómicas al mayor crecimiento con igualdad puede ser decisivo en el futuro.


Por una parte, después de la crisis de la deuda de los años ochenta se logró reducir el peso de las obligaciones y estabilizar las expectativas de los agentes productivos, aunque algunos países de El Caribe todavía exhiben coeficientes de deuda muy elevados. También se avanzó con la implementación de políticas fiscales contracíclicas durante periodos de contracción del ciclo económico, especialmente en 2009, si bien en varios países todavía persisten dificultades para implementar estas políticas en momentos de auge. Además, la inversión pública se ha recuperado en forma parcial y se ha fortalecido el apoyo al gasto social y de la política fiscal al crecimiento con igualdad.


Por otra parte, se ha consolidado de manera gradual la contribución de la política monetaria y cambiaria a la disminución de la volatilidad nominal y real, inicialmente mediante su aporte a la caída de la inflación a niveles muy bajos en la mayoría de los países, lo que también permitió reducir las tasas de interés, y luego mediante políticas contracíclicas que contribuyeron a reducir la volatilidad del crecimiento económico durante la crisis financiera internacional.

 

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