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Michael Kelly: ‘‘Un subsidio crea problemas porque le cuesta al Estado’
Director de Desarrollo de Mercados de la Asociación Mundial de GLP (World LP Gas Association), Michael Kelly habló hace una semana en Quito sobre la situación del mercado del combustible a nivel mundial. La World LP Gas Association se estableció en 1987 y aglutina a los principales productores y comercializadores de gas licuado de petróleo.
El mercado ecuatoriano de gas (GLP) llama la atención por los altos subsidios que mantiene el Estado, ¿cuál es su opinión?
Es un poco atípico por el tamaño del subsidio (700 millones de dólares al año), a diferencia de otros países que también otorgan este tipo de asistencia. Pero si estuviera más desarrollado el mercado en este país, la industria funcionaría sin problemas.
¿Aun con el subsidio?
Claro que sí. Un subsidio puede servir para incentivar el uso de cualquier producto. Por ejemplo, Brasil en los años ochenta, promovió el empleo del gas en las tareas domésticas para evitar la deforestación de la Amazonía. A fines de los noventa el mercado creció y el Gobierno empezó a eliminar la subvención de una manera disciplinada y metódica hasta desregular casi el 100%. Ahora, el 95% de las personas cocina con GLP. Es un ejemplo de cómo aprovechar un subsidio para motivar la utilización del producto y después quitarlo.
¿Cuál es su punto de vista de lo que pasa en Ecuador?
En muchos países como Ecuador se pone un subsidio y después es imposible quitarlo porque los gobiernos pueden caerse. Por ejemplo en la India, un mercado enorme donde también tienen este tipo de ayuda que beneficia principalmente a la clase media, es difícil eliminarla, porque inmediatamente la población hace manifestaciones.
Entonces, ¿es un tema político?
Hay un estudio de la Organización Latinoamericana de Energía (Olade) sobre los regímenes de subsidios de América Latina, y lo notable en Ecuador es el tamaño de la compensación por la diferencia entre el precio internacional, de más de 17 dólares y el que se vende aquí, de 1,60, que cubre el Estado
¿Cuál método es el de menor impacto social para eliminar el subsidio?
Hay modos de subir el precio, poco a poco, tomando en cuenta que mucha de la población ecuatoriana no tiene recursos y es pobre. Un cambio dramático no es bueno desde el punto de vista político y de mercado, debe ser gradual, que reconozca la realidad del mercado internacional y el costo que representa para el Gobierno.
¿Qué estrategia puede ser la más óptima?
La Asociación Mundial de Gas no dice que debe eliminarse el subsidio, sino focalizarse. Le doy un ejemplo: en Brasil hay el programa Bolsa Familiar que emplea una tarjeta con un chip inteligente y se entrega únicamente a las mujeres de las comunidades pobres para que compren productos como arroz, aceite, huevos, gas, pero no whisky ni cerveza. La tecnología es moderna y elimina la posibilidad de un mercado negro. Estimamos que este tipo de ayudas puede funcionar. Un subsidio crea problemas porque le cuesta al Estado.
Por la diferencia de precios, de Ecuador fuga el gas a los países vecinos, ¿la solución es equiparar los valores?
Eso es muy notable. Los colombianos y peruanos lo saben muy bien porque la diferencia es abismal: 1,60 dólares en Ecuador y 18 en Colombia. Claro que hay oportunidades, pero esto trae problemas a las zonas fronterizas.
El problema también está en que Ecuador importa el gas.
Están importando el 80% y esto tiene un valor que podría invertirse en infraestructura o en otras obras. Yo he venido a Ecuador toda mi vida, pero ahora veo una diferencia dramática en la calidad de las carreteras en los últimos seis años. Eso se nota y los ecuatorianos también se dan cuenta porque beneficia a todos y podría ser mucho más.
¿Sería en educación, salud y empleo que es lo que más necesita la población?
Sí. Un tío mío ha tenido un problema del corazón y goza de un régimen de beneficios que le ayuda con su salud, que no existía hace 10 años. En países en vías de desarrollo estos procedimientos casi no existen, viajo mucho y puedo verlos. Ecuador está muy avanzado en este punto. Será curioso ver cómo se mantienen en el futuro estos programas y reformas. Desde el punto de vista político, las reformas no se pueden quitar, aunque baje el precio del petróleo que alimenta las finanzas públicas. Eso es un gran desafío.
¿Los subsidios incidirán en el cambio de la matriz productiva?
Tendría que seguirse el camino que tomaron otras naciones como Japón y Corea que tenían abundante materia prima y crearon mercados de servicios. Ecuador tiene Yachay, la ciudad del conocimiento. Esos son los tipos de iniciativas, pero también reconociendo que el país cuenta con recursos primarios como pocos otros. No creo que deba abandonar la exportación de materia prima; más bien hay que buscar mecanismos para no agotarla.
¿Cómo mira la estrategia de no exportar petróleo sino combustibles cuando opere la Refinería del Pacífico?
Como estrategia es fantástica. Pero lo interesantes es cómo implementarla y hacerla a largo plazo. En electrificación es un tanto difícil porque estamos hablando de una topografía difícil de Ecuador y construir este tipo de infraestructura toma tiempo, de aquí a 10 y 15 años. Por ejemplo, en Sudáfrica, antes de la Copa Mundial de Fútbol el gobierno de ese país dijo: “Nosotros queremos ser el primer país 100% electrificado”, y casi llegaron al 97%, 98%. El problema era que en los centros urbanos como en Johannesburgo o Ciudad del Cabo, por las mañanas y tardes sube la demanda y colapsa el suministro. Entonces, han lanzado un programa para cambiar la estufa eléctrica por la de gas, reconociendo que este combustible es más eficiente para cocinar y calentar agua, y la electricidad también para otras aplicaciones como las refrigeradoras, focos y televisores.
¿El gas y la electricidad se complementan?
Sí, lo cual hace a una política nacional mucho más fuerte porque no solo se apoya en un tipo de energía. Las dos pueden existir juntas.
¿Cuáles son las reservas mundiales?
La industria está en una revolución y habrá más oferta. También ayudará la ampliación del Canal de Panamá en 2015. Eso va a cambiar toda la oferta global de gas que tenemos, sobre todo, para América Latina. En el pasado, cuando subía la oferta de GLP, bajaba el precio y se destinaba a la industria petroquímica que hoy está casi saturada. Pensamos que en 18 meses o dos años, ingresará mucho más producto al mercado y los precios van a empezar a bajar, lo que es importante, sobre todo, para los países en vías de desarrollo. Para el Gobierno de Ecuador tendrá un impacto positivo porque se reducirá el costo del subsidio.
¿Dónde están los principales mercados?
En Norteamérica, Japón y Europa. Ahora, esto está pasando a nivel geopolítico en todo el mundo, los mercados maduros manejan una declinación gradual que va a durar largo plazo. Pero crece en los países emergentes, en América Latina, Asia y África, donde por primera vez hay estabilidad política, expansión económica e inversión extranjera. La infraestructura que existe no corre al mismo paso de la aspiración de las personas, que no quieren cocinar y quemar más leña, sino algo limpio, que sus hijos dejen de toser.
¿Tienen estadísticas de cuántas personas mueren al año por cocinar todavía con leña?
Cuatro millones, sobre todo mujeres y niños, según cifras de la Organización Mundial de Salud del 14 de diciembre de 2012. En Argelia el 62% de la población utiliza leña para cocinar y están afrontando una deforestación masiva.
¿Qué se abordará en enero próximo en el encuentro de Cartagena?
Vamos a mirar a los países andinos, queremos una fuerte participación de Ecuador para ver cómo está el mercado, las posibilidades de desarrollo y ver el potencial de inversión extranjera. Tratamos de hacer que 1.000 millones de personas que usan combustibles tradicionales utilicen el GLP, y lanzar un proyecto en Ecuador para ayudar a las comunidades pobres a que también lo utilicen. Una multinacional, cuando va a invertir sabe que en cualquier mercado hay riesgos, pero lo que busca es estabilidad política; y Ecuador, después de muchos años la tiene y esto le hace un país atractivo.