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Historia del Bono de Desarrollo Humano: continuidad y ruptura II

El tercer periodo de la historia del BDH va desde 2007 a 2012. Fue un contexto de cuestionamiento al Consenso de Washington y de no influencia del Banco Mundial y el FMI en las políticas económicas y sociales. Las políticas sociales cobraron preeminencia, se ampliaron los derechos sociales en la nueva Constitución y aumentó el gasto social. La política económica se enfocó en impulsar la demanda efectiva a través de la inversión pública y el consumo de los trabajadores. Se puede hablar de la existencia de una política socioeconómica sin subordinación de la política social a la política económica. Hubo un mayor énfasis relativo en la lucha contra la desigualdad que en la lucha contra la pobreza y un fuerte liderazgo del exvicepresidente de la República, Lenín Moreno, para impulsar las políticas de discapacidades.

Incluso se creó otro programa para las personas con discapacidad severa, el bono Joaquín Gallegos Lara, que consiste en una transferencia monetaria mensual entregada a la persona a cargo del cuidado. El BDH dio mayor prioridad a las personas con doble vulnerabilidad: adultos mayores y personas con discapacidad, con el criterio de que tienen mayor dificultad de convertir sus ingresos en capacidades.

Se transformó a las transferencias o subsidios destinados a estos dos grupos en una Pensión Asistencial. Se igualó el monto de las transferencias entre los tres grupos de beneficiarios (desde el inicio del programa, los adultos mayores y las personas con discapacidad habían recibido un monto mensual menor) y se amplió en mayor proporción la cobertura de adultos mayores y personas con discapacidad. Se concibió a la pensión asistencial como el componente no contributivo de un sistema integral de protección social que permita, junto con la pensión contributiva de la seguridad social, universalizar la pensión jubilar. Se buscó generar un vínculo entre protección y promoción social y entre inclusión social y económica.

Esto último a través de la creación del Crédito de Desarrollo Humano -CDH, que consiste en la posibilidad de anticipar el flujo de transferencias del BDH equivalentes a un año. El CDH se usó también como un instrumento de protección social contracíclica durante el impacto de la crisis económica mundial. Se refocalizó al grupo de madres mediante una nueva encuesta de medición de la situación de pobreza denominada Registro Social, la condicionalidad de educación y salud se controló a través de mecanismos aleatorios y se consideró a la transferencia como una remuneración parcial al trabajo no remunerado de las madres en el hogar.

Las reformas al BDH en esta etapa no estuvieron vinculadas con los subsidios a los combustibles, cuyo monto creció de manera significativa (empujado por el aumento del precio del petróleo y sus derivados) y se concentró en los hogares más pudientes, contrarrestando el carácter redistributivo del BDH. En suma, la historia del BDH es una historia de continuidad y ruptura tanto en sus aspectos sustantivos como operativos.

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