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¿Ambientalismo o in-solidaridad? (II Parte)

Frente a la impavidez de los hacedores y decisores de las políticas de los países del Norte, al Presidente Correa, no le quedaba otra opción que la de cumplir con su palabra empeñada. ¡No sacar el petróleo del Yasuní, siempre y cuando el país reciba la mitad de los recursos que se obtendrían de la explotación!... Los aportes recaudados son infinitamente inferiores a la cifra esperada; peor aún si se consideran las nuevas expectativas en cuanto a las reservas y al precio internacional. Correa, primero es Presidente de los ecuatorianos y como tal le corresponde, en el marco ético, constitucional y legal, diseñar e implementar las políticas públicas que resuelvan los problemas fundamentales y construyan el Buen Vivir para todos los ecuatorianos, sobre todo para los más pobres. 

Erradicar la pobreza, generar empleo productivo, satisfacer al máximo las necesidades básicas insatisfechas, generar reales condiciones para el acceso universal a la salud y educación de calidad, y cambiar estructuralmente la matriz productiva, constituyen objetivos centrales de la estrategia de desarrollo. Para este irrenunciable propósito es indispensable contar con recursos financieros no solamente mediante la fuerza redistribuida de las finanzas públicas, sino, sobre todo, generando más divisas que den sustentabilidad externa. En pocas palabras, llegó la hora de consolidar el nuevo modelo de acumulación para el Buen Vivir. (“Modelo de acumulación socialista”)


Algunos contradictores políticos (tanto diestros como siniestros) del gobierno de la revolución ciudadana, “de un solo toque”, han cerrado filas para oponerse a la explotación del ITT (Bloque 43) tratando convencer de la existencia de un falso dilema: la explotación del petróleo del Yasuní significa no ser ambientalista y no explotarlo es la única forma de ser ambientalista. El paradigma analítico de los nuevos “camaradas” coincide en el diagnóstico y en la solución. Para colmo, coinciden hasta en la necesidad de un “paquetazo tributario”. Parten del terror a la presencia dinamizadora del desarrollo que tiene el Estado mediante el gasto y la inversión pública. Para ellos todo se resuelve reduciendo el gasto público porque de lo contrario se generan problemas en el sector externo. El problema es completamente al revés. Si no tenemos dólares, la propia dolarización sucumbe; la recesión sería inminente y “volverán las oscuras golondrinas” empaquetadas en las cartas de intención y los planes de ajuste y estabilización.


Dos mil millones de dólares anuales (en promedio) durante 22 años es lo que el país obtendría del ITT (Bloque 43) . Ninguna de las opciones que propone la “santa alianza” genera ni una décima parte de esta cantidad y cometen crasos errores conceptuales y de cálculo. De acuerdo, hay que continuar profundizando la redistribución mediante la política fiscal y tributaria; pero, no en vez de, sino, además de. Llama la atención por qué no se cierran filas para la defensa del país frente a la prepotencia y los gravísimos perjuicios ambientales causados por Chevron y por qué no se escruta y se cuestiona a los contaminadores del norte que persisten en su descomunal modelo productivo y de vida contaminador-consumista.


Renunciar a la explotación del Yasuní es simplemente una actitud insensible ante la pobreza y contraria a la consolidación de una “acumulación primaria” para el desarrollo del Socialismo del Siglo XXI, para la construcción del Socialismo del Buen Vivir. Para nada estamos de acuerdo con la vía de la acumulación primaria por la que optaron aquellos países que no contaban con recursos naturales. No estamos de acuerdo con la precarización ni con las extenuantes e interminables jornadas de trabajo ni con el recorte de los salarios reales. La siembra de los recursos provenientes de la industrialización del crudo extraído del Yasuní permitirán una sólida cosecha socioeconómica.

Una especial convocatoria a la juventud

Es plausible su inteligente y sensible convicción ambiental. Es recomendable que incorporen en su balance todas las variables. Es verdad que habrá alguna lesión a la naturaleza. La explotación se hará con total responsabilidad ambiental, social y laboral. Les invito a que se conviertan en autorizados veedores, no solamente ambientales, sino también respecto al destino que se dé a los recursos que se obtengan.


Ni un dólar para el rentismo, ni un dólar para el derroche y opulencia, ni un dólar para la voracidad del capital financiero internacional, ni un dólar para corruptos salvatajes ni un dólar para la holgazanería del capital. Todo para el Buen Vivir colectivo, para satisfacer las necesidades básicas, para millones de árboles, para educación gratuita y de excelencia -sin discrimines que no sean académicos, todo para salud de calidad -preventiva, fundamentalmente- para el cambio de la matriz productiva, para la construcción colectiva de utopías viables.


Les invito a no caer en el discurso insensible con los más pobres que se enmascara de ambientalista y que termina juntando a “los de siempre” (que nada tienen de “forajidos”) . El presente y futuro de la Patria son ustedes. Estoy seguro que la profunda reflexión que antecede a vuestras posiciones sociales, éticas y políticas hará que cierren filas alrededor de la decisión ineludible de aprovechar responsablemente el petróleo del Yasuní.

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