Son una realidad innegable los libros electrónicos. Aquel que cierre los ojos a lo que está sucediendo en el mundo quizá no sobreviva a esta nueva plataforma y así es que hay que enfrentar esta nueva irrupción cultural.
Los libros electrónicos, descargables, fáciles de almacenar, a costos mucho más bajos que los entrañables libros de papel, son un producto atractivo y accesible para quienes sencillamente quieren leer.
¿De dónde salen? Los libros, aún con toda la tecnología posible, no se escriben solos. Aún están los autores, aquellos seres de niebla detrás de las palabras, del lenguaje, que ahora se tornan más difusos, o quizá más reales, gracias a la difusión de su obra a través de la red. Asimismo, también existe un equipo de trabajo detrás de ordenadores remotos, un grupo de gente que participa en la elaboración del libro, los editores, correctores, diagramadores y diseñadores que trasladaron su campo de trabajo de la imprenta a la realidad virtual.
En Latinoamérica aún nos resistimos un poco a esta forma de leer, quizá porque los precios de los dispositivos que nos permiten visualizar estos libros es mucho mayor al de los mismos textos, que en algunos casos no llegan a los siete dólares.
Editorial Foc existe hace 2 años y su catálogo está formado, precisamente, por estos libros digitales, que en Europa circulan fluidamente. Muchos autores de esta región, de nuestro país, específicamente, ya están siendo editados bajo este formato.
Conversamos, a través de la red, por supuesto, con Miquel Deya, fundador de Foc, para conocer algo más sobre el proceso de edición de libros digitales.
Para empezar, primero tengo que preguntarte sobre el nombre de la editorial. ¿De dónde sale?
La verdad es que queríamos un nombre que tuviera eco, que dejara algún tipo de rastro en el que lo leyera, aunque fuera una incógnita. Algo corto, que sonara bien y que fuera fácil de recordar, que de algún modo no fuera indiferente. La editorial es políglota y una de sus lenguas es el catalán, foc es ‘fuego’ en catalán, una imagen que nos gustó y una palabra que daba mucho juego. Como los libros que publicamos, no se olvida rápidamente.
Revisaba su página web y ahí dice que son varios jóvenes adictos a la lectura… ¿Quiénes trabajan contigo en Foc?
Bueno, no somos tantos y al mismo tiempo somos muchos pues tenemos muchos colaboradores en activo y ocasionales. Tenemos dos personas en el soporte I.T., un maquetador excelente y esencial, un community manager que lo mismo diseña campañas que realiza videos, varios diseñadores y lectores... Ya te digo, son todos freelance y, al mismo tiempo, más necesarios que yo mismo.
En la web, también, dicen que hay necesidades en el mundo editorial que no se cubrían. ¿Cuáles son estas?
Bueno, ha cambiado mucho el panorama en estos 2 años. Al principio, cuando empezamos, había pocas editoriales que vendieran sin sistema anticopia y con unos precios económicos. Ahora son la mayoría... Sin embargo, nos dimos cuenta de que había otras necesidades que cubrir, por ejemplo, apostar de verdad por los países de habla hispana en todos los sentidos: al talento que está emergiendo y al consagrado que no se ha dado a conocer lo suficiente. Conocer más profundamente el panorama de Latinoamérica fue algo buscado, pero es a partir de esa búsqueda que nos dimos cuenta de hasta qué punto era, y es, desconocido y de las posibilidades que existían.
¿Qué diferencias existen, para ti, entre la edición de libros impresos y la edición de libros digitales?
Solo hay una para mí, y es la más superficial de todas: el objeto. Cuando imprimes tienes un objeto, se puede leer y se puede utilizar de arma arrojadiza o para calzar una mesa. El libro digital solo se puede leer. Esto tiene ventajas e inconvenientes. Yo me quedo con las ventajas: literatura a precios reducidos, con alcance inmediato y global (la falta de librerías y bibliotecas es un mal que afecta a todos los países), sin caducidad (no envejece, no se descataloga, no se destruye) y no ocupa espacio. La desventaja: no tienes un objeto que se pueda tocar... Y no es algo menor, aunque debería serlo.
Has publicado a dos autores ecuatorianos, Fernando Escobar y Javier Vásconez, ¿qué te trajo a estas latitudes virtuales? ¿Habías leído algo de ellos antes?
Como he señalado antes, me interesa toda la literatura de habla hispana. En España, de vez en cuando, preguntan a algún editor cuál cree que será el futuro de la edición y, casi siempre, se dice “tenemos que mirar a Latinoamérica”. En España se tiene el recuerdo del ‘boom hispanoamericano’, es el mito, lo que se quiere alcanzar, la quimera que busca el editor que publica literatura hispanoamericana. El boom sucedió de una manera que no puede (y no debe) volver a pasar: el contexto no es el mismo, los lectores no son lo mismo, el mundo editorial no es igual, la distancia entre Europa y Latinoamérica se ha acortado... ¿Por qué deberíamos reproducir el mismo modelo, el mismo caso de éxito? Más que absurdo es estúpido.
No hace falta, sucedió, fue algo bueno, se acabó. Tenemos que hacer otra cosa. No sé si lo que yo busco hacer es lo apropiado, pero es en lo que creo. Hay que dar la primera oportunidad a los escritores de América para publicar en Europa y recuperar las buenas obras que nos siguen siendo desconocidas. Para mí, lo ideal, sería entender la literatura hispana como un todo de manera que pudiéramos leer y conocer esas diferencias y semejanzas lingüísticas, culturales, etcétera, con naturalidad como algo normal: un núcleo con diferentes matices.
Leí a Fernando cuando un poeta mexicano compartió algo suyo en Facebook, y a Javier Vásconez me lo recomendó, a su vez, Fernando. Es algo que admiro y que es de agradecer: poetas y artistas de diferentes países compartiendo el trabajo de otros en las redes debido a la admiración que se profesan. En el mundo de la cultura, debido a la escasez de negocio y a lo difícil que es triunfar, a veces hay envidias, juegos de traiciones y habladurías; sin embargo, he tenido la suerte de encontrar todo lo contrario hasta ahora.
¿Publicarás próximamente a otros escritores ecuatorianos?
Sí, a Juan José Rodinás, Andrés Cadena y Jorge Luis Cáceres.
¿Crees que en algún momento el libro digital desplazará definitivamente al libro en papel?
No solo no lo creo sino que espero que no sea así, la verdad. La literatura es seguramente el arte más anticuado que existe: la imprenta ya era vieja cuando Gutenberg la trajo a Europa y eso, en cierto sentido, tiene algo romántico que, de algún modo, espero que continúe.