Cada dos domingos, mi esposa y yo tomamos nuestras bicicletas y vamos a Bibliorecreo. Atravesar el Centro Colonial y la calle 25 de Junio, con sus hermosas casas y una multitud variopinta de paseantes, para luego arribar al Sur, es una bella experiencia. Lo es más cuando al final de la ruta tienes el Centro Comercial el Recreo, frente a cuya puerta primera hay un bus de colores, con una biblioteca de primera en su interior. El chofer de tan culta nave tiene el culto nombre de Adriano y es el emperador de los libros. Hombre joven, de aspecto serio, casi obsesivo. Un maniático de la lectura que escoge sus libros con cuidado. La primera vez que lo vi, apareció por mi casa a pedirme cinco ejemplares de La vida oculta para su bus. Luego me invitó a dar una charla a los socios de Bibliorecreo e hicimos amistad. Ahora, Adriano es el dragón que custodia las entrañas de ese tesoro.
¿Cómo empezó Bibliorecreo?
Este proyecto empezó por la necesidad de los lectores del sector, al no poder acceder a buenos títulos. Recordemos que, antes de la puesta en marcha de Bibliorecreo, las librerías se encontraban en la parte centro-norte de la ciudad. Una vez que empezamos el proyecto, los tres primeros meses, digamos, vimos la afluencia de lectores de todas las edades que no tardaron en inscribirse.
¿Estuvo desde el inicio el clásico e inolvidable bus frente al acceso uno del Recreo?
Sí, es parte de la imagen de la biblioteca. El bus fue un aporte de la CCE. Recordemos en las condiciones en las que se encontraba: era una chatarra de color azul. El proyecto rescata al Bibliobus para conformar una de las tres áreas de la biblioteca, dos operativas, el bus y la sala de lectura y la bodega de custodia de libros.
Es un sitio entrañable, para mí y mi familia, pues se ha convertido en nuestra principal fuente de lecturas. Esto lo debemos a la selección de libros que se ha hecho con tu buen gusto literario, creo. ¿Cuál es el criterio para escoger libros?
Parte del criterio de librero. Mi experiencia en librerías, tanto en Quito como en Buenos Aires, me ha permitido tener un manejo general del fondo de la biblioteca. Como tú habrás visto, Adolfo, hay para todos los gustos, claro, los de ‘alta rotación’ y ‘las joyitas’.
Cierto. En verdad hay joyas. Y he visto personas de diferentes aspectos y edades, incluidos los niños, rondar por ahí todo el tiempo. Son del Sur en su mayor parte, ¿o viene gente del Norte y del Centro?
Tenemos gente de los valles, del Centro, del Norte. Claro, por el sector, los lectores del Sur son los más beneficiados, el 70%, los demás vienen de los valles y del Norte.
¿Te jactarías de haber impulsado el amor por la Literatura en personas que sin el Bibliobus no hubiesen tenido esa posibilidad?
Por supuesto.
¿Bibliorecreo es el refugio de un bibliómano que encontró su lugar en la sociedad, es decir un lugar para comprar libros, leerlos y hablar con otras personas de ellos?
Hay una anécdota: una nena de unos 11 años se suscribió a Bibliorecreo y su papacito siempre le acompañaba. A la sexta o séptima visita, empezó el padre de la niña a preguntar. El gusanillo de la curiosidad le picó. El señor me preguntaba sobre algunos libros que le llamaban la atención, así que ahora padre e hija disfrutan de los beneficios de la lectura.
Me parece hermoso. Y veo que te hace sentir bien.
Sí, es mi vida lo de los libros. Existen lectores ‘duros’ a los que no se les puede presentar Cincuenta sombras de Grey, ja ja ja. Por ejemplo, en tu caso, en el de Marcelo Silva, el de Juan Carlos Rubiano, y así, tenemos una lista de estos lectores de joyas.
Recuerdo haber descubierto El desierto y su semilla, de Baron Biza. ¡Una joya! Qué libro es el más difícil de conseguir, ahora en posesión de todos, gracias a Bibliorecreo?
Tenemos un manuscrito de la hermana de Aurelio Espinosa Pólit. Fue una donación hecha por la Dra. Miriam Salazar, sobre estética musical, realmente único.
Se han establecido lazos con escritores, por lo que veo, pues hay eventos literarios todos los meses. ¿Cómo ves la participación del público en esto?
Diría que excelente, pues nuestro público no se cansa de preguntar, y esto a la final es parte de nuestra urgencia, de esa curiosidad natural hacia los escritores. Tú has sido el fiel testigo. La respuesta ha sido igual de buena que el día en que participaste.
¿Cómo ves a la literatura ecuatoriana en este momento? ¿Te gusta?
Se están produciendo textos de calidad, Javier Vásconez, Gabriela Alemán, Adolfo Macías, Fernando Escobar, Max Vega, Sandra Araya, Juan Carlos Moya… ¡La lista sigue! No olvidemos a los poetas Javier Lara y Ernesto Carrión. Y otro grupo (que de alguna manera brilla más): la literatura infantil con la imbatible María Fernanda Heredia, Mónica Varea, María Eugenia Delgado, Juana Neira. No olvidemos tampoco a los ilustradores Roger Ycaza, Santiago Chamorro, los hermanos Carolys. Tenemos buen material
Sí, creo que es un buen momento para la Literatura nacional. Para terminar, cuéntame, ¿cuál es tu sueño para el futuro?
Poner a leer a todo el mundo con este proyecto único en el país. Estamos pasando a la segunda fase del proyecto en la que tendremos un mayor espacio y brindaremos un fondo aún más nutrido.
Si pudieras invitar a alguien a ir a Bibliorecreo, ¿con qué frase lo seducirías?
Si pudiera hacerlo lo haría con la divisa de la vieja águila: Tolle lege, que resulta un delicioso imperativo.