Ya sucedió con Mabel Moraña, con Atilio Borón y ahora con el geógrafo inglés David Harvey, por citar algunos nombres de los pensadores más relevantes de la región y del mundo, que han visitado el Ecuador en lo que va del año, pero cuya presencia ha pasado casi desapercibida en la escena del debate público nacional.
Lo mismo ocurrió el anterior año con Antonio Negri, Michael Hardt y Edgar Morin, quienes dictaron una serie de charlas y conferencias en la capital, pero cuyos planteamientos solo circularon entre los asistentes que pudieron escucharlos (apenas se logró hacerles una entrevista). Ese panorama es desolador, pues Negri, por ejemplo, es considerado uno de los pensadores más importantes de la segunda mitad del siglo XX (a pesar de las severas críticas a su trabajo, ya que una de sus teorías más destacadas se basa en el “biopoder”, de la que se deriva la “biopolítica”).
También han venido a nuestro país cientistas sociales a dar clases, como el profesor Enrique Dussel, Joan Martínez Alier y Omar Rincón, quien dictó hace poco el curso “Temas actuales de la comunicación” a los estudiantes de la Universidad Andina Simón Bolívar.
Definitivamente algo anda mal en ciertos espacios del periodismo ecuatoriano, que se ha quedado atrapado (a veces intencionalmente) en el lugar común y caduco de su oficio, ese que solo se limita a presentar el hecho noticioso del día a día, sin ningún interés por provocar una reflexión crítica sobre lo que han venido a plantear al país, no solo académicos, sino artistas como Pedro Lemebel, o excandidatos a la presidencia como Jean-Luc Mélenchon, copresidente del Partido de Izquierda de Francia.
Por ejemplo, en estos momentos, se encuentra en el Ecuador el economista australiano Steve Keen, candidato al Premio Nobel de Economía, experto en las teorías de Hyman Minsky y en el esquema Ponzi de la banca mundial que desató la actual crisis financiera. Steve Keen, al incorporar el factor financiero a sus modelos macroeconómicos, pudo predecir el estallido de la crisis en 2008 y “botó a la basura” la teoría neoclásica de la economía.
Algunos dirán que las instituciones (casi todas públicas, hay que decirlo) que auspician la presencia de esos pensadores en el país no han facilitado las condiciones para entrevistarlos. Puede ser cierto. Sin embargo, la mayoría de ellos ha dado charlas públicas, y ahí no hay ninguna justificación para no asistir y hacer un trabajo de calidad. Pero aun así, la tarea de un periodista también es la de investigar y leer, y hacer de los planteamientos “rígidos” que propone esa gente un producto periodístico que todos y todas podamos entender y discutir. Hay un largo camino que recorrer aún.