El Telégrafo
Ecuador / Jueves, 28 de Agosto de 2025

Un pequeño misterio

Especial

La frase en negritas me sugería un recuerdo —no distante— pues lo percibía fresco y reciente. ‘En agosto nos vemos’ se titula un texto publicado en los días posteriores al fallecimiento de Gabriel García Márquez, por el diario La Vanguardia, de Barcelona, como primer capítulo de una novela que García Márquez había bosquejado y en la que trabajaba desde hace años, con la idea de publicarla “algún día”. Su novela inédita, ahora póstuma.

Sin embargo, los últimos años del gran escritor transcurrieron en la penumbra de la desmemoria, víctima ya del mal de Alzheimer que lo fue recluyendo, paulatina —pero al parecer— no dolorosamente, al menos en el aspecto físico, en los vacíos del olvido. Remanente, quizás, de la peste del olvido que el autor imaginó para los habitantes de su mítico Macondo en las páginas de Cien años de Soledad.

Creo pertinente esta digresión en vista de lo que sigue. No es lo mío hasta el momento la desmemoria, a pesar de casi 72 almanaques. Mi cerebro se conserva incólume, no obstante algunos momentáneos olvidos de autores leídos hace mucho y de los cuales me salta a la mente alguna frase, un adverbio socorrido, un concepto que me conmovió en un instante impreciso, pero cuyos nombres se resisten al recuerdo. Pero aparecen de repente cuando dejo de insistir en memorarlos.

Pero no atinaba a recordar dónde, ni cuándo ni por qué, ese título aparecía en mi memoria como un déjà vu. Y, de pronto: sí, ahí estaba. Entoncesacudí a la memoria infalible de mi Mac y escribí “En agosto nos vemos”, y la pantalla me anunció la carpeta en la que el texto reposaba: Revista EL BUHO, edición 24 de abril de 2007. La edición conmemorativa del cuadragésimo aniversario de la publicación de Cien años de Soledad, en la Editorial Sudamericana de Buenos Aires.

El ejemplar en papel, uno entre las 4 colecciones completas que conservo de la revista, contiene, entre varios artículos, algunos dedicados a la efeméride Gabiana: un ensayo de María Paulina Briones titulado ‘Huyendo de la cola de cerdo o el incesto en Cien años de soledad’; ‘Cien años de soledad: mil y una interpretaciones’, de Ivonne Zúñiga; una reseña de Pedro Artieda sobre la película de Mike Nowell, El amor en los tiempos del cólera, basada en la novela homónima de García Márquez y con la actuación de Javier Bardem; un perfil del fallecido presidente venezolano Hugo Chávez, ‘El enigma de los 2 Chávez’, a partir de un viaje en avión en el que coincidieron ambos, un par de semanas antes de la posesión de Chávez como presidente electo; y, ahí estaba, un cuento de García Márquez que había encontrado hurgando lentamente en los vericuetos cyber de la Internet: ‘En agosto nos vemos’.

¿Cómo llegó hace 7 años a EL BÚHO un cuento que ahora aparece como el primer capítulo de una novela inédita que nunca terminó el autor colombiano? Ya lo dije, hurgando en Internet. Pero si GGM conservó ese texto para una posible novela en los años siguientes, y le confesó a su biógrafo Gerald Martin su intención de terminarla “algún día”, según dice Martin en uno de los despachos de prensa de estos días: “Es una sorpresa para mí. La última vez que hablé con Gabo sobre esa historia era algo suelto que iba a incluir en un libro con 3 historias pero independientes”, ¿cómo EL BÚHO había encontrado ese texto en 2007 escudriñando sin objetivo preciso en los laberintos de la Red? Misterio…

Pero más misterioso aún es el origen del texto word. Como sabemos, el programa Word de procesamiento de palabra fue desarrollado por Richard Brodie para IBM en 1983, y saltó a Mac —que ha sido desde siempre mi sistema computacional— apenas en 2001. Cualquiera que maneje un computador sabe que los archivos contienen un programa que señala con precisión la fecha en la que fueron creados, así como las fechas de las futuras ediciones y modificaciones que sufran, por leves que sean. Está disponible en el Escritorio de la máquina en la pestaña superior, bajo el epígrafe Archivo y en el sitio Obtener Información.

Esa herramienta es propia del programa Word y, supongo, nadie puede modificar su estructura lógica salvo el creador o el ingeniero en jefe de Windows o de Apple. Y menos que nadie, alguien tan torpe como el suscrito en los intríngulis de la informática. A pesar de ello, al averiguar el origen primigenio de ese cuento, llegado a mi computador desde las redes ciberespaciales en 2007 para la edición 24 de EL BÚHO, el computador iMac me informa que la fecha de creación fue el 31 de diciembre de… 1969. Cuando no existían la Internet, word y ni siquiera Apple…

Y, ahora, ¿quién podrá iluminarnos?