0.The act you’ve known for all these years
Uno de los momentos más felices de mi vida (no dudo en utilizar este adjetivo) se produjo en 2011, en Buenos Aires. Apenas me había bajado del avión, esa misma noche ya estaba en el estadio de River Plate donde vi a la leyenda, coreé sus canciones, me quedé disfónico, tomé fotos y grabé con mi cámara. Salté como hincha de barra brava, fui parte de generaciones que lo ovacionaron ininterrumpidamente durante poco más de 2 horas y que se dejaron llevar por su gran carisma, vitalidad de eterno adolescente e intentos —aunque patulecos, no menos sinceros— de pronunciar unas cuantas frases en nuestra lengua madre. Fue tal la conmoción que tuve y tal la lentitud para procesar toda esa experiencia que, en lugar de sentarme a escribir una crónica, como habría sido lo predecible, ‘preferí no hacerlo’. Hoy, que tengo la posibilidad de escribir sobre Sir James Paul McCartney en la víspera de su histórico concierto en Quito, dejaré por esta ocasión mi actitud Bartleby.
1. And in the end…
Debo mi conocimiento, pasión y ‘militancia’ beatle a mis tíos maternos Julio y Juan Carlos, melómanos irredimibles, cuyos vinilos eran traídos desde California por mis tíos abuelos. Tenían de todo y me expuse a una gran cantidad y variedad de material discográfico desde mi temprana infancia. Sin embargo, de inmediato, y de una manera totalmente espontánea, hice clic con The Beatles.
Recuerdo que mi primer contacto fue con el single en 45 rpm de ‘Let it be’/ ‘You know my name’ (‘Look up my number’). El lado B estaba rayado, solo me quedaba el opuesto, de modo que la primera canción beatle que degusté por cuenta propia a los 4 años fue ‘Let it be’, hit que Paul dedicó a su madre fallecida y que dio nombre al álbum luego del cual todo terminó (si bien Abbey Road fue el último álbum que grabaron, en 1969, Let it be salió a la venta en mayo de 1970). Por aquella misma época recuerdo que lo primero que escuché de Wings fue London Town (1979), el disco de las postrimerías de la banda cuyos pilares siempre fueron Paul, Linda y Denny Laine. Es decir que en stricto sensu, en ambos casos, beatles y wings, empecé por el final. Y, sin haber sido entonces consciente, había empezado por Paul.
2. Dear Sir or Madam, would you read my book?
8 días después del asesinato de John Lennon, el colombiano Gabriel García Márquez dijo que la única nostalgia común que uno tiene con sus hijos son las canciones de The Beatles.
Woody Allen, en un texto aparecido en The New York Times, ubicó cronológicamente al hombre moderno entre la proclama de Nietzsche “Dios ha muerto” y antes de la grabación de ‘I want to hold your hand’. Luego de eso, como conocemos, el mundo del espectáculo y de la cultura popular no volvería a ser el mismo: se dieron el desembarco beatle en Estados Unidos y la presentación en el show de Ed Sullivan, evento que el 9 de febrero de 2014 cumplió 50 años y que fue objeto del especial televisivo The Night That Changed America: A Grammy Salute to The Beatles, transmitido por CBS y que contó con la presencia de Paul, Ringo y las viudas de John y George, Yoko Ono y Olivia Harrison.
Poco a poco me daba cuenta que ciertos narradores hispanoamericanos contemporáneos que me interesaban tenían, de una u otra forma, un acercamiento especial hacia lo beatle, por ejemplo, Juan Villoro, Rodrigo Fresán, Fernando Iwasaki, Andrés Neuman y Mario Cuenca Sandoval. Pero antes de eso, en 2003, escribí en un cibercafé de Buenos Aires uno de mis primeros cuentos, ‘Café anacrónico’, un ejercicio de reinterpretación de la portada del Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band cuya acción transcurre dentro de un establecimiento que está en una suerte de limbo. Quién creería que años después, el mismo Mario Cuenca tendría la amabilidad de incluirlo en 22 Escarabajos: antología hispánica del cuento Beatle (Páginas de Espuma. Madrid, 2009) y que terminaría fundando con mi socio Carlos Terán Vargas una agencia de creación de contenidos llamada Paperback Writer Contenidos S.A, en honor a la canción. Así es, Paul strikes again…
3. That was your first mistake, you took your lucky break and broke it in two
El reencuentro de Paul y John en los setenta, luego de la amarga ruptura, ha dado a pie a numerosas crónicas y elucubraciones. Mi favorita es la ficción televisiva Two of us (2000), dirigida por Michael Lindsay-Hogg (el mismo realizador del filme Let it be) en la que el 24 de abril de 1976, un Paul triunfante por su gira ‘Wings over America’ pasa por Nueva York y decide visitar a un John alejado de la música y recluidoen su departamento del edificio Dakota (coincide que ese día Yoko y Sean están en la Costa Oeste). Fue un encuentro no exento de sarcasmos mutuos, en especial por parte de John, reticente a cualquier intento de reagrupación de The Beatles y muy crítico de la carrera musical de Paul. “Me va muy bien sin ti”, se jacta Paul. “Sí, tú y tus tontas canciones de amor”, remata John, aludiendo a ‘Silly love songs’, uno de sus hits con Wings. A partir de ahí ‘sacan sus cueros al sol’, siendo la ruptura uno de los puntos más álgidos de la charla. De acuerdo con el biógrafo Howard Sounes en Fab: An Intimate Life of Paul McCartney (2010), Paul fue el primero en intuir que la banda sería famosa y, al final, “el único que quería continuar. John y George estaban hartos y solo la empujaron hasta su cisma definitivo (…) Es probable que McCartney ya no la quisiera en términos tan afectivos como en un principio, pero sí con una visión de empresario enérgico y ambicioso. Estoy seguro que si él hubiese impuesto esa idea, los Beatles seguirían tocando hasta hoy, tal como los Rolling Stones”. De alguna u otra forma Ringo corrobora esto en el documental The Beatles Anthology (1995).
¿Por qué menciono todo esto? Porque por más éxitos que haya tenido en una banda como Wings o como solista (ambas trayectorias irregulares y con sus altibajos), la vida artística de Paul hasta el día de hoy se mide por y desde The Beatles. Y precisamente en su último reencuentro con John, dicho por el mismo McCartney, no lograron decirlo todo. De ahí la catarsis que produce ‘Here today’, una especie de diálogo ucrónico, de un ‘¿qué habría pasado si...?’ Esta canción fue interpretada en la gira ‘Up and Coming’ y que volverá a ser escuchada mañana como parte del ‘Out There Tour’. Sí, amigos, es uno de los momentos en los que hasta al más endurecido se le humedecen los ojos. Casi lo mismo ocurre cuando Paul le dedica a George su versión de ‘Something’.
Si John de alguna forma envidiaba el éxito comercial de Paul en los setenta (que ni George ni Ringo ni él lograron), Paul sintió que poco a poco el John mitificado luego de su asesinato le estaba eclipsando y que debía seguir adelante si no quería ser olvidado. Sin embargo, luego de una gran cantidad de álbumes grabados desde los ochenta, y de que George falleciera en 2001, Paul se convirtió en una suerte de patrimonio vitalicio de la memoria beatle. Y por ello, pese a que por ley está obligado a pagar por las canciones de autoría Lennon/McCartney (que le pertenecen a ATV/Sony y a los herederos de Michael Jackson), no es gratuito que poco más del 50% del repertorio (23 canciones de un total de 37) de esta gira es de procedencia beatle, en comparación a los 7 temas de Wings y de solista, fuera de las sorpresas de última hora.
4. You can do what we want, we can live as we choose
Quien solo distingue a McCartney como baladista apenas ha visto una parte del espectro. En 1966 compuso la banda sonora de la película Family way, y en esa línea fílmica compuso canciones para varias películas. La más célebre sin duda es ‘Live and Let Die’, de la saga de James Bond, protagonizada por Roger Moore. Esta canción en vivo es la única que cuenta con pirotecnia y juegos de luces propios para recordarnos siempre el mood y contexto en que fue compuesta. Comparte la autoría del tema con Linda, su compañera hasta su deceso en 1998, y con quien compuso numerosas canciones de Wings. En el caso de esta canción, el middle eight a ritmo de reggae, fue su aportación.
La versatilidad de McCartney se percibe desde su condición de multiinstrumentalista, partiendo de un hecho anecdótico desde los días de Hamburgo: se convirtió en bajista ante la negativa de John y George de tocar ese instrumento. El solo invertido de ‘Taxman’ no fue tocado por George sino por Paul, así como las baterías de ‘Back in the U.S.S.R.’ y ‘Dear Prudence’, las canciones que abren el doble Álbum Blanco no fueron de Ringo sino suyas. Cuando McCartney lanzó su álbum debut como solista en 1970 (que salió un mes antes que Let it be) toda la instrumentación fue suya, operación que repetiría en su fase post-Wings en McCartney II (1980) y en Chaos and creation in the backyard (2005).
Si bien la técnica fusiona varias canciones en una no fue solo de su autoría (Lennon también lo hizo, por ejemplo, en ‘Happiness is a warm gun’); Paul la acometió con brillantes resultados en canciones como ‘You never give me your money’, en Abbey Road o ‘Uncle Albert/ Admiral Halsey’, de Ram (con Wings, 1971).
Otro aspecto poco mencionado de McCartney es su incursión en la música electrónica. Antes de que el vocalista de Blur Damon Albarn formara Gorillaz, Paul junto con Martin Glover, alias ‘Youth’, creó la banda electrónica The Fireman, con el mismo sentido de anonimato que Gorillaz. Así, sin que si nadie supiera que el exbeatle era parte de este proyecto, The Fireman publicó los álbumes Strawberries Oceans Ships Forest (1993), Rushes (1998). En 2008, en Electric arguments, McCartney aparece por primera vez en los créditos. ‘Sing the changes’ es su canción más conocida, y fue la que Paul interpretó en el ‘Up and Coming Tour’.
Los coqueteos con el Motown R&B y el blues también estuvieron entre sus curiosidades. La inolvidable canción del “Revolver” ‘Got to get you into my life’ es muestra de ello, al igual que la potente ‘Call me back again’, del Venus and Mars (1975), ‘Arrow through me’, de Back to the egg (1979) o ‘Souvenir’, de Flaming Pie (1997).
Con una de las más grandes melómanas de este país y admiradora sin par de McCartney, Paola Hernández, hemos conversado en varias ocasiones sobre estos intentos de Paul por sonar como afro de Norteamérica. En medio de su aguda percepción, ella me señaló que Arrow through me, en especial el sonido de los teclados, fue de enorme influencia para el rock argentino. “Incluso durante un tiempo llegué a odiar a Charly García porque sonaba igualito a Paul”, me dijo una vez. Ante eso yo digo ahora: “Quien no haya tomado algo de su autor/músico favorito, que arroje el primer libro/disco de vinilo (el golpe de un vinilo duele más que el de un CD)”.
Así como los escritores, muchos músicos de mi preferencia también admiraban a Paul o a The Beatles, empezando por el mismo Charly, quien en una extensa entrevista en la revista Rolling Stone, de Argentina, habló de cada canción beatle del compilatorio 1 (2000) yendo más allá de lo anecdótico y centrándose en el término de composición. Otros músicos que han manifestado abiertamente admiración y afecto especial beatle/mcCartniano son Phil Collins, Elvis Costello, Jeff Lynne (quien no solo fue parte de la tremenda banda The Traveling Wilburys con George sino que produjo ‘Free as a bird’ y ‘Real love’, en la época del Anthology), Fito Páez, Pedro Aznar, Billy Joel y Dave Grohl. Este último, exintegrante de Nirvana y líder de Foo Fighters, compuso con su excompañero Krist Novoselic, Pat Smear y el mismo McCartney, la canción ‘Cut me some slack’, que ganó el Grammy este año. El Daily News, de Nueva York, hizo alusión en su titular que Paul necesitó “lecciones de Nirvana”, ya que había confesado no conocer a la mítica banda de grunge de los noventa.
5. No more lonely nights
Al igual que miles de ecuatorianos, nunca pensé que Paul tocaría en Ecuador. La cobertura de la prensa ha generado sin duda una gran expectativa. Incluso hay actividades programadas de fans frente al Marriott, donde se hospedará Macca. En lo personal me alegra que Ecuador ya figure en el circuito de los grandes conciertos internacionales.
En este nuevo contexto, la banda de apoyo conformada por Paul ‘Wix’ Wickens (con quien ha tocado como 20 años, desde los noventa), Rusty Anderson, Brian Ray, Abe Laboriel Jr., comandados por el Sgt. Macca, nos hará vivir 50 años de la mejor música de la historia del rock, más 4 canciones de su último album New, y harán que la noche de mañana, 28, se inscriba en la historia. Porque, eso sí, sin tener una certeza más que la de la intuición, esta será la primera y última vez que veamos en Ecuador a Paul McCartney en un escenario.
Si algo bueno hizo ese hoax de “Paul is dead”, uno de los más ocurridos pero también uno de los más forzados y tontos de la historia del espectáculo, fuerecordarnos que Paul cada vez más, pese a que su voz ya no es tan prístina como en el pasado, pese a que no todos los días él pueda componer canciones como ‘A Day in the Life’, ‘Helter Skelter’, ‘Monkberry Moon Delight’, ‘Live and Let Die’ o ‘Nineteen-hundred and ninety-five’, está más vivo que nunca.