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Pablo Neruda: Mis deberes caminan con mi canto

El universo epistolar de los escritores es el vértice por donde se los puede conocer de una manera más íntima, con sus reales preocupaciones y absurdas esperanzas. Abraham Quezada, diplomático e historiador chileno, que actualmente se encuentra ejerciendo su misión diplomática en Ecuador, es un experto en la vida y obra de Pablo Neruda, pero, particularmente, en la correspondencia que mantuvo el poeta a lo largo de su existencia, con diferentes personalidades.  

Abraham Quezada ha sido editor de las antologías de cartas Pablo Neruda. Epistolario viajero 1927-1973 (RIL, 2004), Correspondencia entre Pablo Neruda y Jorge Edwards (Alfaguara, 2007), Cartas a Gabriela Mistral (RIL, 2009), Pablo Neruda y Jorge Carrera Andrade: del Finis Terrae al aro Equinoccial (Libresa, 2012), etc. Actualmente trabaja sobre la relación entre Pablo Neruda y Salvador Allende.

Quezada señala que en los libros públicos de Neruda se refleja un “yo poético que habla desde la postura de un deber de cantar o escribir poesía, mientras que lo que se ve en las cartas es el mundo civil, el hombre que tiene dificultades económicas, de salud como todos los seres humanos”.

A Pablo Neruda se lo conoce por su nombre. Está en la boca de todo el mundo, sin embargo, a la hora de conversar y querer profundizar con la gente sobre su obra poética o sobre los rasgos que lo definen como un autor “universal”, nadie sabe más que su país de origen y el inicio de Puedo escribir los versos más tristes esta noche… Parecería que Neruda se convirtió en un personaje, quedando relegadas sus facetas como político, intelectual y, claro, como el tremendo poeta que es, ¿cómo aproximarnos a Pablo Neruda?

Hace como unos 12 años Gabriel García Márquez dijo que el poeta más importante del siglo XX,  en cualquier idioma, era Pablo Neruda. Y cuando uno mira hacia atrás ve que ese poeta, que nació en 1904 y murió en 1973, escribió más de 6.000 páginas de poemas. Neruda era una maquinaria poética. No era poeta de poemas sino de libros. Él no escribía poemas sueltos, escribía libros, por eso, antes de ganar el Premio Nobel de Literatura, ya había escrito 49, mientras que Gabriela Mistral, otra Nobel de Literatura chilena, cuando ganó el mismo premio, había escrito tres libros.

Desde ese punto de vista, Neruda es un poeta profesional, un hombre que no se hizo poeta sino que nació así. Y claro, frente a esto uno se pregunta: ¿por qué tenemos dos premios Nobel en Chile en las primeras siete décadas del siglo XX y por qué no hubo uno en Ecuador, México o Argentina? ¿Es porque los chilenos somos mejores poetas? La respuesta es no, pues mi país tuvo dos características ambientales e históricas que favorecieron al surgimiento de dos premios Nobel literarios y no científicos: la democracia chilena y el desarrollo de la estabilidad democrática. Cuando el Rey de Suecia le entrega el premio a Gabriela Mistral le dice: “Estoy entregando el Premio Nobel a la hija de la democracia chilena”. Y la segunda causa fue que en Chile tuvimos una educación laica y no religiosa estatal, que era gratuita y obligatoria. Digamos que esas fueron las condiciones que permitieron que tengamos a un Neruda en Chile.

Usted señalaba en una entrevista, citando a un estudioso del universo nerudiano, que este poeta chileno fue capaz de enviar “de vuelta a España las carabelas de Colón”, ¿Neruda logró una suerte de independencia del continente a través de su lenguaje?

Una de las características centrales de la poesía nerudiana es el enorme poderío verbal del poeta. El manejo idiomático de Neruda fue muy temprano. Él dio cuenta de una verbalización del mundo de una manera increíble. El Poema XV, que es tan conocido por muchos, fue escrito por el poeta a los 15 años de edad. El libro 20 poemas de amor y una canción desesperada, del cual se han publicado dos millones de ejemplares desde su nacimiento en los años sesenta, sigue siendo el texto más reproducido y conocido en América Latina y en diversas partes del mundo. Ese libro fue escrito cuando el poeta apenas tenía 19 años. Neruda era una persona que tenía un talento innato para la poesía y lo dice en El Canto general, cuando señala que los españoles vinieron a buscar el oro, pero nos dejaron el idioma. Entonces, el gran cometido poético nerudiano histórico, global y de mayor importancia, es que pudo enviar de vuelta las carabelas de Colón a España. Es decir, les devolvió a los españoles lo que ellos nos habían dado, y se los devolvió en un grado superior.
En 1934, cuando Neruda llega a España, Federico García Lorca lo presenta a la comunidad intelectual madrileña y dice que es: “Un poeta más cerca de la muerte que de la filosofía, más cerca del dolor que de la inteligencia, más cerca de la sangre que de la tinta”.

¿Cuál es el contexto histórico y estético en el que emerge Neruda y en el que desarrolla su obra?¿Aquello influye en la producción de su poesía?

Neruda, en Chile y en otros lugares del mundo, es parte de una generación que se la conoce como posmodernista y posvanguardia. Desde mi punto de vista, Neruda escribe un libro que considero que es el más importante de su obra, Residencia en la tierra, y lo hace cuando está exiliado cinco años en el sur de Asia, siendo un joven provinciano que no conocía ningún idioma de esa parte tan remota del mundo. El impacto de la soledad, del destierro y de la pérdida de sus elementos culturales generó que este hombre viese las cosas de una manera distinta y escribiera ese famoso libro, donde hay poemas definitivos. Neruda pertenece a ese mundo que es posrevolución industrial de la primera década del siglo pasado, caracterizado por las entreguerras, por gente insatisfecha del mundo, por los totalitarismos y es ahí que Neruda adopta una posición cívica y de combate tremenda. Él estaba claro sobre los deberes del poeta.

¿Cómo viven y asumen las nuevas generaciones de poetas el legado de Neruda?

Cuando se habla en Chile de ese tema se dice que es tremendamente difícil ser poeta después de Neruda, porque lo copias, lo sigues o le haces la contra.  Cuesta mucho ser poeta después de él, porque fue un hombre que abarcó cinco continentes: el del amor; el de la naturaleza que está atravesado por el sentimiento ecológico; el de la historia que va desde España en el corazón; el de las cosas, en el que Neruda publica tres libros en los cincuenta, que se llaman Las odas a las cosas simples, en el que le escribe al caldillo de congrio, al papel, al lápiz, al gato y a diversos objetos que para el resto pueden no tener ningún valor. Finalmente, el quinto continente pertenece a su condición civil, al poeta político. Por lo tanto, Neruda abarcó todo el universo posible.

De toda la producción literaria de Neruda, ¿cuáles considera que son sus obras fundamentales e imprescindibles?

El universo poético nerudiano es tremendamente vasto. Indudablemente hay libros fundamentales: 20 poemas de amor y una canción desesperada, Residencia en la tierra, Canto general y sus libros posteriores. En el plano personal, me gusta mucho los Cien sonetos de amor que los publicó Matilde, esposa de Neruda en 1957, pues expresan el reencuentro amoroso que el poeta experimentó con su tercera esposa, después de haber atravesado dos separaciones. Él no era polígamo, sino, como él mismo decía, un monógamo sucesivo.
Sus libros posteriores son más bien de un poeta otoñal, pero hay una característica central en Neruda, que incluso él mismo reconocía: “Mis deberes caminan con mi canto”. Es decir, Neruda no era un poeta que estaba perdido en el horizonte pensando en el amor, en las flores, sino era un poeta que tenía que estar con la lucha social y eso generó un debate tremendo.
En ese sentido, Neruda es un poeta activamente militante, siempre se consideró “la voz de los sin voz”. La poesía de Neruda publicada en una antología de los años cincuenta expresa su gran trabajo político. Esa antología leída en clave poética no se la va a entender, sino se la lee en clave política. Es un libro de guerra fría. Neruda era un antiimperialista completamente.

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¿Cómo fue la vinculación de Neruda al ámbito político y a su militancia comunista?

Neruda se hace militante del Partido Comunista en 1945, cuando tenía 41 años, pero es militante de izquierda, de la gente que sufre desde la época de la Guerra Civil española porque él la padeció, incluso su Casa de las Flores fue destruida. El trabajo de los comunistas que organizaron la defensa de Madrid respecto del ataque de los nacionalistas de España le provocaron a Neruda admiración y cariño, pero no se hizo militante porque era Cónsul de Chile en México. Cuando regresa a su país en 1943, pasa por Machu Picchu, y es allí donde experimenta esta embriaguez de esa ciudad Inca y escribe el famoso Buena altura de Machu Picchu.
Es en 1944 cuando el Partido Comunista le dice que ya es hora de que sea su candidato, pero  todavía no era militante. Fue senador comunista por las provincias del norte chileno y, el 8 de julio de 1945, finalmente se adhiere a las filas del partido. Posteriormente tuvo que partir al exilio por algunos años para volver a Chile en 1953, pero en ese entonces deja de ser un poeta activamente político, aunque sigue siendo parte del Comité Central del Partido Comunista.
A nivel poético, de 1955 en adelante, se abre el Neruda posmoderno, y deja de ser el poeta moderno y político, en el que su canto tiene una visión global respecto de los asuntos del mundo para ahora ahondar en otros elementos más particulares de la vida. No obstante, regresa a la política en 1969 postulándose  como candidato presidencial por el Partido Comunista y compite contra Salvador Allende para definir quién sería el abanderado de la izquierda en Chile. Finalmente, Neruda cede su cargo a Allende para que él sea el candidato y este lo nombra embajador en Francia, donde cumple su función como diplomático durante dos años, y es allí cuando gana el Premio Nobel de Literatura, en 1971.
Neruda fue un hombre al que la dimensión poética le corría por un lado, mientras que por el otro lo hacía la dimensión política. Hay una frase muy hermosa que Neruda dice: “¿Cuándo me preocupo de la política o cuándo me interesa la política?”, y responde: “Cuando comprendí que a mi pueblo le negaron el pan y le quitaron la sepultura”. Es decir, no te alimentaban, pero no te dejaban morir.

Su trabajo sobre la vida y obra de Pablo Neruda se centra en la recopilación y edición de todo su epistolario, ¿este tipo de trabajo qué dimensión “aparentemente oculta” nos revela del poeta chileno?

Montesquieu, el gran enciclopedista del siglo XIX, decía que hay que temer a los hombres que se especializan en la vida de otro hombre por los conflictos que surgen. Como creo conocer bastante a Neruda y sus relaciones familiares, suelo enojarme y tener conflictos con el personaje, por el mismo hecho de conocerlo tanto.
De Neruda se han escrito cientos de libros y varios miles de artículos. Son buenos estudios, no obstante, hay una parte del mundo nerudiano, o de la nerudología como podría llamarla, que tiene que ver con el género epistolar que no se lo ha abordado con profundidad. Durante toda su vida creo que se pudieron conocer cerca de 6.000 cartas de correspondencia que habían sido tratadas muy poco, entonces, me pareció que era un horizonte en el que podía hacer mi aporte, además que estamos viviendo en un mundo en el que las cartas están muriendo. En este contexto, hay un elemento adicional, y es que Neruda escribió sus memorias Confieso que he vivido, que es un libro en el que cuenta su vida, pero esa es la vida del poeta. Sin embargo, la vida del hombre, de Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoaltoestá, está en sus cartas. Entonces, mi trabajo es un Confieso que he vivido, pero de otra manera.
En este momento tengo en mi archivo personal cerca de mil cartas inéditas de Neruda y además tengo todas sus cartas publicadas. Este es un archivo que pretendo publicarlo en algún momento, en una suerte de Suma Epistolar Nerudiana.

¿Cuál es la diferencia que encontraría entre Confieso que he vivido, libro que jugaría una suerte de memorias públicas, con las cartas que usted dispone? ¿Qué tipo de Neruda es el que no se está narrando en sus obras?

Honestamente debo decir que hay bastantes diferencias, porque Confieso que he vivido es un libro póstumo a Neruda, nunca autorizó a que se lo publique tal cual él lo dejó, no lo alcanzó a revisar. Por ejemplo, la figura de Delia Delcarril, que fue la segunda esposa de Neruda, con quien estuvo casado por 20 años y que es la mujer central en su vida desde el punto de vista político, porque la comunista era ella, casi no aparece en este libro de memorias, ya que quien lo publicó fue Matilde Urrutia, la tercera esposa de Neruda.

Los nerudianos dividimos su obra en dos partes: la nerudiana orgánica, que son los libros que él publicó bajo su aprobación, y la nerudiana dispersa, que son el conjunto de otros escritos que están incompletos. Confieso que he vivido es de ese tipo.
Con respecto del mundo epistolar que escribió en Confieso que he vivido hay mucha autorreferencia en su poesía. Él no escribe de otra cosa que no sea su vida y su experiencia vital sobre las cosas que le llamaron la atención. El yo poético nerudiano habla desde la postura de un deber de cantar o escribir poesía, mientras que lo que se puede ver en las cartas es el mundo civil,  el hombre que tiene dificultades económicas, de salud como todos los seres humanos.

¿Cuál fue la relación que tuvo Pablo Neruda con el contexto cultural, poético y político del Ecuador?

En términos generales, Neruda estuvo dos veces en Ecuador, en 1957 y en 1964, y en ambas ocasiones llegó a Guayaquil y no a Quito. Esto es extraño porque ya había estado en casi todas las capitales de Latinoamérica, pero nunca visitó Quito.
Las dos veces que estuvo en el país llegó a la Casa de la Cultura, núcleo Guayas. Ahí se conoció que tenía un dominio tremendo de la poesía ecuatoriana, ya que conocía a Alfredo Gangotena (primer poeta que escribió en francés) y mantuvo una relación de amistad con varios poetas nacionales, de los cuales he identificado a Jorge Carrera Andrade, Benjamín Carrión, Oswaldo Guayasamín y Jorge Enrique Adoum, que es el gran poeta ambateño que estuvo en Chile por los años cuarenta y afirmaba que fue el secretario de Neruda, pero cuando le pregunté personalmente sobre esa afirmación me dijo que fue más o menos secretario porque Neruda nunca le había pagado (risas de Quezada).
Pero Neruda tenía diferencias con Velasco Ibarra, y había escrito cosas atroces en contra de él cuando estuvo como senador en su país. Neruda criticó el populismo y la actitud golpista del Mandatario que estuvo en el poder por cuatro ocasiones.
Por ejemplo, tengo una carta en la que le escribe a Oswaldo Guayasamín y le dice: “Iré a Quito cuando las cosas cambien”, porque en aquella época estaba gobernando su último mandato Velasco Ibarra. Por otra parte, en su Canto general hay dos o tres poemas que hacen referencia a Ecuador, uno que se llama Amazonía,  y otro que se titula simplemente García Moreno, en el que escribe en contra de este personaje porque lo consideraba malo. Hay otro poema que personalmente me gusta mucho se titula Ecuador.
La relación con Ecuador fue muy importante, porque en una carta de 1947 se emite un saludo de los intelectuales guayaquileños a Neruda, cuando este tuvo un problema en Chile. Es un documento en el que se incluyen las firmas de cada uno de los intelectuales y amigos de Neruda, lo que demuestra que antes de que él llegue al Ecuador, ya había llegado su poesía.

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