Ecuador, 07 de Mayo de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

De las palabras a los hechos

Normas flexibles para usuarios responsables

Normas flexibles para usuarios responsables
17 de agosto de 2015 - 00:00 - María del Pilar Cobo, Profesora de redacción y lexicógrafa

La palabra norma es una de las más recurrentes cuando hablamos sobre el idioma. La invocamos al mirar o escuchar algún error, la veneramos en los diccionarios. Pensamos en la norma como un mandatario intransigente que cortará nuestras manos o nuestra lengua si nos atrevemos a transgredirla. ¿En realidad la norma es tan inflexible? O, al contrario, ¿es tan flexible que permite a la lengua acoplarse al usuario?

En primer lugar, aunque pensemos que la norma es inflexible, en realidad no lo es. Si bien la norma fija las bases para un correcto uso del idioma y las unifica para que los hablantes nos comuniquemos, se trata de un organismo vivo que se actualiza y se adecúa. Esta adecuación se relaciona con cómo los usuarios adaptan el idioma para entenderse. Obviamente, no se trata de una adecuación ‘a la loca’ sino de un proceso que requiere tiempo y reflexión por parte de quienes usan la lengua.

No podemos pretender que una palabra, un giro o la sintaxis se modifiquen intempestivamente. Si bien los usuarios adecúan la norma, esta lleva tiempo en arraigarse.

Existe una norma estándar que representa una convención lingüística. Por ejemplo, por norma, sabemos que, por lo general, el verbo va después del sujeto, o que ambos deben concordar en número y persona. La norma estándar fija aquellas reglas que permiten una comunicación fluida entre los hablantes. Si no compartiéramos ciertas reglas, sería imposible, o muy difícil, que llegáramos a entendernos.

Sin embargo, esta norma estándar está en proceso de transformación. Las convenciones pueden cambiar, y cambian. Los usuarios transformamos aquellos acuerdos y creamos otros que nos permitan comunicarnos de mejor manera. Estos cambios ocurren porque el ámbito geográfico, las costumbres, los procesos culturales e históricos mutan. Cuestiones que se consideraban norma no lo son en la actualidad. Pensemos, por ejemplo, en aquellos monosílabos que llevaban tilde y ahora no la llevan por el simple hecho de que la norma se adecuó al principio de economía lingüística. O en formas de verbos como licuar o adecuar (licúa, adecúo, etc.) que no se tildaban porque en España no se lo hacía pero empezaron a tildarse porque los americanos los pronunciamos así.

Pero esta flexibilidad conlleva responsabilidad para los usuarios de la lengua, pues debemos evitar que se cree un maremágnum del que no podremos salir.

Debemos ser conscientes del cauce que le damos a la norma y tomar decisiones inteligentes acerca de los usos y la pertinencia de las convenciones.

Para estar siempre al día con lo último en noticias, suscríbete a nuestro Canal de WhatsApp.

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media