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Narrativas habitables de Carlos Echeverría Kossak

Narrativas habitables  de Carlos Echeverría Kossak
20 de enero de 2013 - 00:00

Andrés Villalba Becdach

Lo importante desde tierna edad es inventarse un lenguaje propio, un taller espinoso en polaco para principiantes chiros, la hibridez es una catapulta curiosa, ¿dónde caeremos?, no se sabe, ¿para qué saberlo? “Mi madre viene de la tierra de la razón que es la pintura, y mi padre viene de la tierra de la intuición que es la arquitectura” dice Carlos,  hijo de pintora polaca y arquitecto ecuatoriano, demasiado obvio advertirlo en sus cuadros, la x cigüeñal fuga del cerebro ya que nuestro artista es víctima de la radioactividad heterogénea de su pensamiento polaco-ecuatoriano, 2-0 en Alemania 2006.

Detrás de cada cuadro hay una letanía de conceptos y lecturas muy densas, el azar no es una opción, la academia no es ajena, Carlos acarrea un doctorado en su bolsillo. Un mundo contemporáneo absurdo y sátiro para dejar al cuadrito con símbolos abiertos.

Todos los días veo otro cuadro, las figuras se transmutan, se travisten. Es divertido dejar abierta la raja del mundo, el cerdo es el personaje más honorable de la composición, enfoque solemne del animal frente al mundo, oxímoron, el humor es el hilo conductor de la obra. Geometría del espacio, “el arte miente para que la vida sea vivible” opina Carlos. Incesto entre el poder militar, fáctico, político y mediático, expresividad de los rostros que se niegan a ser sedentarios en la temática localista. Devolución de mercancía: ¿devuelven semen? Ambigüedad sexual, tres puntos suspensivos arriba, abajo del cuadro.

Información que se utiliza como herramienta política para venderla como mercancía, entra por donde quiera con obnubilación y desafecto político. Construcciones incas con un gorila travesti, fluctuación entre las épocas para construir un pasado más nuevo, para creer que el mundo se laca al amanecer: que el mundo amanecía, pero no, pero no, pero no: ahora mis ojos son ruletas de una mala apuesta. La turbación y hemiplejia del ojo que se esgrime para vislumbrar espacios con sobrepoblación de hormigas: el cruel espectáculo del espejo es que ya no cabe más gente en este mundito, no piensas en palabras, ¿cómo se titula la obra? Si dicen que una imagen vale más que mil palabras es falso, ¿cómo se pone la palabra eternidad en imágenes? La arquitectura miente cuando dicen que empezó con la necesidad de la gente, falso, era un homenaje para hablar con algún diosito mendicante a través del muerto, el último neandertal donde nos enfrentamos a contracorriente al tránsito cronológico, triste, terruño, nosotros matamos al neandertal.

La herencia del célebre extravío de la “Transfiguración”, de Rafael Sanzio, solo los locos miran al diosito. Si lo que tiene palabra existe, entonces la pintura tutela lo que no existe, ¿pistas para desorientarse, narrativa habitable? A veces te quieren marear cuando dicen que citar al gran Zizek  es un papelón en la academia, seguro esto quiere decir otra cosa. Se habla en la medida en que se pueda hablar, es un nivel difícil de aprehender. El cuadro soporta un trabajo inefable de la percepción. Eso es fascinación, carencia y precariedad subjetiva. El militarismo en manos de la política. Espacios de perfiles angulados, arden los límites. Cuerpos liofilizados, convertidos en líquido pastoso, carnicería aséptica, cuerpos molidos y rallados en la maquinaria económica, biopolítica y simbólica de la modernidad tardomoderna. Ejecutivos de banco señalando los crímenes de uno mismo.

Monos enmascarados de humanos trepando, cruzando las arterias digitales, políticas. Entelequia, aviones de guerra, el sosiego es una ilusión, la vida es una canción de Madonna cantada por Stephen Hawking, abunda la tensión en el relajamiento. Otra vez las garras del G8: el poder es un asunto de la derecha, no existe el progresismo, club atemporal acorazado por una bestia, la carga de nerviosismo y alto voltaje es evidente, esta sí es mala energía, mala leche.

El espacio engaña, ¿esto es real?, ¿cómo puede darle una lagarto convicción al espacio? Contranatura, pregúnteselo a Echeverría Kossak, si digo lagarto arden los varillas de mi celda, si digo claustrofobia no puedo decir esperanza. La luz también existe. La luz también es otra cosa. Tengo la cabeza vendada. Permanezco en el pecho de la Luz horas y horas. Soy feliz. Me han sacado del mundo.

Así nacen los tiburones, me arrodillo, beso un rosario, escosa el asfalto. El drenaje me eleva. Soy un animal pesado. Necesito un poco de naturaleza refugiada entre tanto smog, soy smog. Me duele la esterilidad, el mono liso me dicen. Un poquito de césped que vibre entre tanto blindaje. Dame más gasolina. Esta blanca pared crece como esta blanca pared que crece como esta blanca pared que crece es mi única morfina aurora en la vena.

La manera de jugar con la pincelada es como manipular la realidad: soy un medio de comunicación mercantilista, me gusta mentir y estoy aliado a mis explotadores, defiendo a ultranza los intereses de los oligopolios mediáticos. La perspectiva en Carlos es pura intuición, no hay ningún punto de fuga, el cuadro se niega a ser una ilustración arquitectónica. Su cuadro “Nube urbana” tiene el efecto de un imán y lo define como una vibración más elevada, la información se subordina a la nube, llámese wifi, una dependencia tensa, nadie escapa de su sombra, estamos más colgados que nunca. A través del balcón entramos al cuadro, líneas de fuga que están abajo hacen que los planos automáticamente oscurezcan, te succionen hasta la médula, la realidad ruge, me vence, me absorbe. Funciona este efecto del balcón. Te sientes como una de las figuras, hay que forzar la máquina para darle presencia a la transparencia animal, conviene disfrazarse, mucho árbol y poca gente, poco árbol y mucha gente. Dípticos. Animales que fingen ser civilizados para burlarse de la cultura, dizque la conciencia está por encima de todo lo que se mueve: falacia que se la profiere sin el beneficio de la duda. La facultad de reproducirse es una prueba de que la naturaleza no es sabia, hay que engañar a los críos para que no vean lo terrorífica que es la realidad. El instinto natural del niño necesita que su madre le vende los ojos. Hay que engañar a mansalva, un árbol que es un sistema neuronal donde la civilización lucha contra el espacio erial.

Carlos juega con la construcción y el esbozo de su hábitat, una casa hecha por su padre, son excepciones, no construcciones normales. El espacio está diseñado para actuar de acuerdo al estado de ánimo. Trizaduras y quiebres en la perspectiva. Lo bueno es que el engaño te convence. El mundo es una mancha en la sábana, un renacimiento insaciable de trampantojos. Parece que hay una actitud técnica pero conviene ofuscarse por lo atrofiado de la intuición. Si hay exceso de raciocinio no vale. Fracasa mejor diría Beckett.

Este cuadro sí me sacó el aire, más de cuatro meses. Cuando estás parado cerca del cuadro y miras para abajo lo haces para arriba, te pega, lo ves desde lo alto y cuando miras a la parte superior te vas al piso, esas gradas que ves son solo un escalón. Rampas para avivar la distorsión. Aviones que reptan, no veo con los ojos: las palabras son mis ojos, allá dentro son ojos las yemas de los dedos, gotas que son peces que fuman y caen para arriba, qué miedito, nube urbana. Lenguaje de la pintura que vibra con un pincel ancho.

Hay que abusar del collage en esta obstinada preferencia a la desintegración. Siempre me falta tiempo para decir lo que quiero decir, mi negligencia es crónica. Si digo algo del cuadro “El individualista” lesiono la perfección, mejor no digamos nada. Soledad del hombre contemporáneo. En términos simbólicos, la sombra supone todo aquello que ha sido reprimido por la conciencia y por la cultura. También es la manifestación matérica de la soledad del individuo. Hiperbolizar la sombra para estar más solo.

Uno siempre está solo, pero a veces está más solo diría Idea Vilariño. Nosotros no nacimos para esto, en nuestra carne no estaba escrito este lenguaje que proviene de un idioma muerto. La impostura de querer ser peor de lo que se es. La sombra proyecta nuestros defectos, imaginamos que no somos tan adefesiosos, la realidad es peor. Su cuadro “Liquidez” es un evidente homenaje a la modernidad líquida de Zygmunt Bauman.

Las ciudades se han convertido en el basurero de los problemas engendrados globalmente. Los residentes de las ciudades y sus representantes electos deben enfrentarse a una tarea que de ninguna manera pueden asumir: la tarea de buscar soluciones locales para las contradicciones globales. Ya no se piensa en individuos sino en flujos de masas, gente que de lejos es una mácula, pero son gotas, escoria, gente, gente, gente, gente. En un mundo que tiene un 7 con 9 ceros a la derecha de población, a uno no le queda sino ser un cero a la izquierda, ¿cierto FV? Un striptease perpetuo, qué bello es el morbo. En el clóset se queda el morbo y la sexualidad, “120 jornadas de Sodoma”, del Marqués de Sade, había un cura al que le gustaba que las niñas estén con gripe para acostarlas sobre sus rodillas y chuparles la nariz, ese era su vuelo, qué locura.

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