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Las mil y una formas de contar un cuento

La historia de un grupo musical coral, o incluso vocal instrumental, formado por unos ancianos asno, perro, gallo y gata es reconocida incluso en el mundo de la animación japonesa, y en extremo difundida en libros recopilatorios de cuentos de hadas. Se trata de Los músicos de Bremen, un relato fantástico cuya autoría se atribuye a los hermanos Grimm, aunque en realidad, en estructura y narrativa es muy afín a las fábulas de Esopo. En 2009, el cuento fue llevado una vez más al medio audiovisual, a la televisión en este caso, por el realizador Dirk Regel y bajo el aval y auspicio de las productoras Bremedia Produktion, Radio Bremen (RB) y Norddeutscher Rundfunk (NDR), con tintes de humor, de difusión de valores como la amistad y el amor entre seres queridos y la posibilidad de ser felices persiguiendo un sueño. Aquí en Ecuador esa versión del cuento fue vista en salas de cine alternativas, en el marco del espacio Ramona del Festival Eurocine 2013, y en Guayaquil fue exhibida especialmente en el primer día del Taller de Cine para Chicos El Cine, un cuento mágico; dictado por la colaboradora de OchoyMedio, organizadora del Eurocine en Guayaquil, Yuliana Castelo, egresada de la Carrera de Comunicación y Literatura de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil. Es cierto que ya es de por sí un placer adquirido y un lujo ver un filme alemán producido para toda la familia en Guayaquil, pero fue aun más divertido verlo como parte del taller y compartir con los participantes del curso, entre otros, Lucy, Emily, Melissa, Elián y Kim.

 

El punto de sentarse ante una gran pantalla y disfrutar de Die Bremer Stadtmusikanten (Los músicos de Bremen) no es solo ponerse en el lugar de los personajes humanos, los de mejor corazón, como Lissi y Johann, que al amar tanto a los animales de la granja donde viven, son capaces de percibir y entender lo que ellos hablan, como si los animales hablaran a la perfección la lengua humana de sus interlocutores; sino también ver cómo perciben la historia narrada los niños.

 

Por ello presenciar el taller y notar lo agudas y precisas que fueron las respuestas de los pequeños presentes en MAAC Cine Guayaquil a las preguntas de la docente, despertó nuevas posibilidades de interpretación para una historia que ya se conocía en su formato de cuento y de dibujo animado desde la infancia.

 

Fue muy interesante ver en el filme cómo se optó por usar actores de voz para completar la caracterización de los cuatro músicos de Bremen que desarrollan con gran facilidad cuatro animales de granja entrenados para ello, además de ver a actores reales en los roles de los coprotagonistas, villanos y antagonistas ocasionales. Los close ups, especialmente al gallo, son las tomas que permiten creerse la historia del clásico cuento de hadas de los hermanos Grimm. Uno no se cuestiona el porqué los animales hablan o por qué Lissi los escucha y dialoga con ellos, sino que sigue la corriente y disfruta de un relato cómico, lleno de aventuras y que permite a adultos y niños reírse al mismo tiempo.

 

Hannelore Elsner como la voz de la gata se roba el show ya que para estar interpretando un personaje en una historia dirigida a los niños, le imprime a la caracterización una mordacidad propia del mejor cine cómico contemporáneo. El lenguaje de los diálogos y la narración en off del asno no están para nada diluidos, sino que son muy concisos, precisos y claros para que lo capten espectadores de toda edad, pero con ciertos toques de chispa creativa para que triunfen en su efecto comunicativo. En ningún momento se subestima al espectador con parlamentos intelectualmente disminuidos en su presentación, sino que se apela a la inteligencia de la audiencia para que absorba la historia y como respuesta a todo el filme esboce una sonrisa de aprobación.

 

Si algo se aprendió en el taller, a propósito de la película en cuestión, es que los cuentos de hadas son la puerta a la lectura, al desarrollo de la imaginación. Aquello está presente en el tratamiento diseñado para contar por millonésima vez, sin que eso sea algo negativo o genere el rechazo de entrada hacia un producto artístico-comunicacional, Los músicos de Bremen, un cuento que demuestra que nadie está exento de luchar por lo que quiere y de conseguirlo a pesar de cualquier obstáculo o limitación inherente a su carácter y personalidad.

 

Al principio, los cuatro músicos espantaban por lo mal que sonaba su coro, pero ellos decidieron usar esa deficiencia como su arma principal para sacar de la casa perdida en el bosque a un grupo de ladrones que tenía mucha comida que serviría para saciar el hambre que los animales sentían y para que la joven Lissi, que se les unió posteriormente al escapar de su madrastra y en busca de Johann a quien habían obligado a viajar a Bremen para hacerse a la mar; tuviese un techo bajo el cual refugiarse durante la oscura y fría noche. En esa misma casa, por cuestiones de la narrativa optimista de los cuentos de hadas y una hábil resolución de conflictos de parte de los guionistas de este nuevo telefilme inspirado en el relato popularizado por los hermanos Grimm, encontrarán a Johann y el tesoro en oro que permitirá que la joven y enamorada pareja tenga su boda y viva por siempre feliz. La boda marcará el debut oficial de los músicos de Bremen como cantantes profesionales.

 

Claro antes de la escena de la boda, con audio sobre planos generales de la casa en el bosque, se aprecia cómo practican hasta el cansancio los cuatro músicos para convertirse en el éxito artístico que soñaban ser y que además los sigan recordando, en la realidad también, por los siglos de los siglos. Aceptar que los animales cantan tan melodiosa y armoniosamente como lo hacen en las tomas finales es el verdadero reto al espectador.

 

Nada necesita aclaración en Die Bremer Stadtmusikanten (Los músicos de Bremen), solo se requiere prestar mucha atención y no esperar respuestas, sino preguntas sobre los hechos, los planos, escenas y secuencias del fantástico telefilme. En Ecuador se ha visto un trabajo similar con la película Sara, la espantapájaros del lojano Jorge Vivanco, en la que se aprecian varias locaciones de la provincia de Imbabura para presentar la vida de una niña de piel de paja que habla y se mueve como persona, que con el tiempo entabla amistad con su creador Yuyari, el hijo mayor de una típica familia campesina quichua, para luego vivir sus sueños recorriendo la montaña y por el camino topándose con los personajes de la rica mitología andina. En los 72 minutos de ese filme de 2007 como en esta producción alemana de 58 minutos de 2009, no importa la realidad, sino la posibilidad de realizar los sueños y buscar el propio bienestar alcanzando todo lo que pueda parecer imposible e improbable.

 

A veces se piensa que Die Bremer Stadtmusikanten (Los músicos de Bremen) puede ser un mero relato de antología, un compendio de imágenes de archivo que el tiempo olvidó. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, el telefilme de 2009 comprueba que el cuento de hadas es una lección de vida. De cuatro animales cantantes uno aprende que en la vida hay que hacerse camino al andar y no esperar recibir un don que sirva para el sustento vital y existencial.

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