Nacer un 10 de agosto en Ecuador es tal vez un incidente signado. Ese día, pero en 1915, nació Manuel Medina Castro, un intelectual, político y ensayista guayaquileño, que ocupó varios cargos destacados por su postura de izquierdas y por su crítica antiimperialista.

En la década de los cuarenta, era cercano a José María Velasco Ibarra, a quien apoyó -aunque con cierta distancia- en las elecciones presidenciales de 1944. Sin embargo, ese apoyo fue decreciendo a medida que el Presidente se acercaba más y más al conservador Camilo Ponce Enríquez.

Enemigo del imperio y los monopolios, en 1948, Medina Castro publicó El Guayas, río navegable, una crítica a un contrato entre el gobierno de Carlos Alberto Arroyo del Río y la compañía naviera Grace Line Ships, que cubría viajes de carga entre Lima y Nueva York. Según el contrato, la única empresa que podía transportar carga desde el puerto de Guayaquil hasta la isla Puná y viceversa era la Grace Line.

Desde entonces se dedicó a la docencia en la Universidad de Guayaquil, pero con el golpe militar de 1962, empezó a ser perseguido por su ideología de izquierda. Incluso llegó a ser expulsado como miembro de la Casa de la Cultura por decreto presidencial del general Ramón Castro Jijón.

Medina Castro se refugió en Cuba, invitado por el gobierno de Fidel Castro. En 1967, escribió su magnum opus: Estados Unidos-América Latina. Siglo XIX, obra ganadora del premio Casa de las Américas en la categoría de ensayo. Ahí describió la política exterior de EE.UU. con las repúblicas que se formaban en Latinoamérica: “(…) una política de fines, eminentemente pragmática, crudamente utilitaria, acerbamente egoísta, deshumanizada, en la cual no es posible encontrar jamás un rasgo generoso, un afán noble, una preocupación elevada”.

En los ochenta inició una columna en EL TELÉGRAFO, y nunca dejó el discurso emancipador. En 1982 publicó La guerra total: La Política exterior de Ronald Reagan, y en 1983, los ensayos Simón Bolívar en el bicentenario de su nacimiento y Carlos Marx en el centenario de su muerte.

Este político e intelectual que debió sortear los obstáculos que reserva el poder para aquellos que deciden honrar a la voz de la conciencia murió en 1996.