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Mirada
FIC, un festival que se hizo escuela
El Festival Intercolegial de Cine (FIC) es un proyecto creado con el objetivo de que estudiantes de colegio tuvieran un espacio para aprender sobre cine, exhibir sus cortos y ser premiados por ellos. Año tras año, el FIC experimenta con nuevas formas de persuadir a los jóvenes estudiantes a convertir sus ideas en proyectos audiovisuales. Para poder llevar a cabo estos desafíos, cada vez son más las personas apasionadas por el cine y la producción audiovisual las que se unen para ser un aporte a este proyecto.
De la mano de Elsa Cortés y Ramón Murillo, profesores del Liceo de Los Andes y el Liceo Panamericano, respectivamente, nació este festival en 2011. El objetivo fue crear un espacio para mostrar cortos hechos por adolescentes y premiar a los mejores trabajos. Con el paso del tiempo se involucraron más con la idea de asesorar a los chicos y fueron abriendo talleres formativos en áreas relacionadas a la producción cinematográfica. Desde el inicio, estos dos gestores encontraron personas e instituciones interesadas en dar una mano y aportar de diferentes formas, como la Universidad Católica de Guayaquil, LEXA y el MAAC Cine, que hizo posible que los chicos vean sus cortos en pantalla grande.
Poco a poco, el FIC fue convirtiéndose, además, en un espacio en el que los chicos fueron descubriendo que dedicarse a hacer cine era una posibilidad en sus vidas. Algunos de los participantes de ediciones pasadas están cursando la carrera de Cine y algunos de los que aún no se han graduado del colegio ya han tomado la decisión de dedicarse seriamente a esto. «Yo creo en el arte por encima del entretenimiento y creo que eso lo he encontrado a través de este tiempo que hemos tenido haciendo estos cortos. Poco a poco voy encontrando mi estilo como director, como cineasta porque yo sí quiero hacer de esto mi vida», comenta David Geller en el trascámaras del video que ha dirigido, Lucian.
Al proyecto se fueron uniendo más instituciones como Incine y Átomo. Desde 2013, el FIC recibe apoyo gubernamental a través del Ministerio de Cultura y del Consejo Nacional de Cine. Gracias a estas entidades ha sido posible que el festival se expanda a otros lugares gracias a talleres, que reciba cortos de otras provincias y que pueda premiar a ganadores en diferentes categorías con becas y herramientas electrónicas que los ayuden a desarrollar sus destrezas audiovisuales.
Los estudiantes de más de 30 colegios a escala nacional que han participado este año no han estado solos, durante el proceso de elaboración de sus cortometrajes han tenido a su lado a los ‘padawans’, chicos que participaron en ediciones anteriores del festival y ahora son parte de la organización. Carlos Ludeña, por ejemplo, estuvo durante el segundo y tercer FIC y desde el año pasado ha acompañado a los chicos asesorándolos y guiándolos. «Este año decidí ser ‘padawan’ de nuevo porque soy feliz viendo que lo poco que sé puedo transmitirlo. Puedo enseñar, prender una chispa en los chicos. Para mí es gratificante saber que a mis grupos les ha ido bien este año, que puedo aportar un poco al objetivo principal del FIC: hacer que el cine joven crezca e impulsar a que el país continúe fortaleciendo el aspecto cinematográfico… estoy matando varios pájaros de un tiro porque estoy ganando experiencia, estoy ayudando a chicos a hacer un cortometraje de calidad, estoy compartiendo lo que sé y estoy conociendo personas».
En este momento, el FIC, además de ser una productora que facilita el acceso de equipos a los chicos para que puedan grabar y una escuela que los ayuda a conocer un poco más acerca del cine, se ha convertido en un vínculo importante entre estudiantes talentosos y productoras locales. Este nexo nació de la necesidad de facilitar equipos a los chicos, ya que no contaban con la cantidad necesaria para la oferta, cada vez mayor, de cortos. Además, quisieron que los chicos experimentaran el ejercicio de presentar sus ideas mediante un pitch (una presentación oral sobre un proyecto específico). Por esta razón, en esta VI edición del festival los participantes recibieron asesoramiento básico para exponer sus ideas a representantes de Omerta, Levector, Renacer, Overloaded, BlackFilms e Inspira. Además de poner equipos a su alcance, algunas personas de estas productoras se involucraron en la producción y rodaje de los cortos, aconsejando a sus realizadores.
Durante la preparación y realización de cortos (del 10 de septiembre al 20 de diciembre), se han implicado en el proceso profesores de los colegios de los chicos como Mario Ortega, Jonathan Lucero y Luis Miguel Alcívar. Ellos han estado durante rodajes y talleres y han sido piezas importantes para que los chicos sepan que no están solos.
Todas las personas involucradas, trabajando en equipo, han ayudado a que los jóvenes puedan exponer sus historias en formato audiovisual. Durante una semana se realizaron varias muestras pequeñas en LEXA, Palabra Lab y La Fábrica, y dos grandes que se realizaron el martes 13 en el MAAC Cine de Guayaquil y el miércoles 14 en la Universidad de las Américas, en Quito. En estas muestras, los cortos nacionales se presentaron junto a los de participantes de festivales internacionales de España (Cinedfest), Argentina (Cine Tiza), Colombia (FIC-Clasf Cine) y Uruguay (Fenacies). Todos estos nuevos diálogos entre personas que aman el cine desde diferentes lugares y realizando diferentes tipos de actividades logran enriquecer a nuevas generaciones de creadores audiovisuales.
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Entrevista con Elsa Cortés:
«El espejo es un elemento recurrente, porque están formando su identidad»
Elsa María Cortés, la madre de este festival, ha trabajado con adolescentes durante varios años y ha encontrado en ellos a un grupo fértil para ser expuesto a nuevas ideas y dispuesto a tomar nuevos riesgos. Durante cada edición entrega sus energías al proyecto porque cree en la importancia de mantenerlo a flote y explotar sus posibilidades. Luego de la sexta muestra, habla de los resultados que ha podido observar haciendo este trabajo.
¿Qué está diciendo el cine joven?
Los cortos más liberales que hemos tenido han sido de Quito, en donde hablan de la sexualidad. Estos temas no se tocan en Guayaquil. Aquí se muestran otros tipos de preocupaciones, mientras cortos de colegios fiscales suelen estar relacionados con drogas, violencia y pobreza, los chicos de colegios privados hablan de problemáticas relativas a la identidad y la sensación de soledad. El espejo es un elemento recurrente en sus cortos porque es justo una época en la que están formando su identidad. Dentro de todo, tenemos este espacio audiovisual donde los chicos tienen la libertad de explorar, pero hay temáticas que son recurrentes, puede que por la edad, por el lugar del que vienen, pero al parecer es el sentimiento de la época.
¿El objetivo del FIC fue encaminar a los chicos a hacer lo que les apasiona?
El fin de que los chicos puedan realizar producciones audiovisuales, si es lo que les apasiona, es algo que se fue dando en el FIC, no nació como el objetivo principal. Es muy chévere seguir en contacto con los chicos que se han graduado y saber que muchos de ellos están estudiando Cine o Comunicación Audiovisual y que piensen que el evento que hizo que eso pasara fue el FIC, sobre todo porque fue un espacio de experimentación, un impulso, una oportunidad de dar a conocer lo que puedes hacer, de medirte, de tener en cuenta qué tan exigente puede ser dedicarte a esto.
¿Qué papel ha tenido la competencia en el desarrollo de los estudiantes?
El hecho de que los chicos hayan visto cómo se crea el otro corto, que hayan estado cuando surgió la idea inicial y en los talleres trabajando juntos hizo que se cree otro tipo de ambiente. Es una competencia muy sana en la que construir juntos es más importante que ser el mejor, porque además para hacer un buen corto necesitas un buen grupo a tu lado.