En mis quince años, del encuentro de arte y comunidad 'Al zur-ich'
Somos del sur, pero no de ese sur geográfico, sino del simbólico, de esa Latinoamérica periférica, al igual que aquellos barrios olvidados o alejados que se encuentran regados por toda la ciudad.
Tranvía Cero, 2007
La escena artística alternativa, independiente o autónoma que surgió a finales de los noventa e inicios del siglo XXI responde, en primer lugar, a la institucionalización del arte en la década anterior y también a la crisis económica e inflacionaria que sufrió Ecuador a fines de los noventa y que llevó a la dolarización en el año 2000.
La desbordante energía creativa y el potencial innovador de esa generación de artistas fueron excluidas por políticas culturales inexistentes y una institucionalidad en constate crisis. De igual manera, no existe una narrativa histórica del arte contemporáneo ecuatoriano relacionado o vinculado a una institución. Los esfuerzos de los agentes culturales en la capital por transformar unas instituciones permanentemente obsoletas no solo resultaron infructuosos, sino que acabaron siendo borrados de la memoria.
En este contexto surge ‘Al zur-ich’, creado en 2003 por los artistas Carla Villavicencio, Samuel Tituaña y Pablo X. Almeida, quienes se conocieron en la Facultad de Artes de la Universidad Central del Ecuador. Sus propuestas se construyeron a partir de la relación con la democratización del espacio público y la interrelación y articulación de éstos con la comunidad, así como con una constante crítica a las formas de interpretar la institución cultural y a su museificación, discutiendo los lenguajes, registros formales y estéticos de las artes visuales.
La exposición En mis quince años, del Encuentro de Arte y Comunidad ‘Al zur-ich’ ha cuestionado los principios con los que surgió esa plataforma cultural. Ingresó a la ‘institución artística’ —el Centro de Arte Contemporáneo de Quito (CAC)— para ‘tantear’ cómo el tipo de prácticas que han producido durante estos 15 años pueden activarse críticamente desde las salas de exposiciones.
En mis quince años presenta una historia tan alternativa como sus protagonistas, porque no tiene nada que ver con la oficial. No se centra en los artistas y sus obras maestras, sino que habla del desarrollo del tejido creativo del sur de la ciudad de Quito, del sentido de comunidad, de la inteligencia colectiva y de la audacia en pensar circuitos y dispositivos de exhibición de arte contemporáneo.
La exposición presenta estrategias de producción de los artistas en Quito a través de una revisión del archivo del Encuentro de Arte y Comunidad ‘Al zur-ich’, que en 2017 cumplió 15 años. Son estrategias que han servido para librar a la creación artística local de los límites que le han impuesto las instituciones y el mercado.
Esta exposición devela ese ‘otro’ mundo del arte en el sur de Quito hecho por los artistas y los barrios. Un mundo del arte que se inventó y se supo construir con colaboraciones y aprendiendo de los otros. La amplia colección de fotografías, vídeos, recortes de periódicos y documentos originales reunidos en primicia para el CAC ofrecen una mirada a los últimos 15 años del Encuentro de Arte y Comunidad ‘al zur-ich’: sus convocatorias, participantes, proyectos emblemáticos, barrios, metodologías de trabajo con las comunidades, bitácoras, anécdotas; documentos que evidencian las reflexiones de los artistas en relación al Sur como territorio, y su transformación en un concepto epistemológico, político y filosófico.
Propuestas artísticas que enuncian que la comprensión de la comunidad, el territorio, lo colectivo desde el sur, es mucho más amplia que la comprensión occidental sobre estos temas, y por eso la transformación del mundo y de las instituciones artísticas pueden también ocurrir por vías, modos, métodos impensables para occidente o las formas eurocéntricas de transformación social, gestión cultural, curaduría y sobre las prácticas artísticas en relación con las comunidades y los territorios.
Cuando la comunidad participa o coproduce una obra de arte, hay una transición en las consideraciones estéticas. Los artistas usan situaciones sociales para producir proyectos desmaterializados, antimercado y políticamente comprometidos, que desarrollan experiencias en las que la relación con la comunidad toma protagonismo frente al producto artístico entendido como objeto; es decir: construyen colectivamente un sentido de la experiencia en común, producen un sentido de comunidad. El trabajo artístico con comunidades a menudo tiene como objetivo facilitar la discusión y otras interacciones interpersonales, que para los modelos de gestión educativa y de mediación de museos y centros culturales en la actualidad es fundamental.
Ambientación museográfica de Ralex. En mis quince no se centra en los artistas y sus obras, habla del desarrollo del tejido creativo del sur de de Quito. Foto: Miguel Jiménez / El Telégrafo
Sobre el proceso curatorial
Hubo una intención de apertura y horizontalidad en la organización de la exposición, unas curatoriales colaborativas, un proceso abierto centrado en el método dialógico de mediación antes y después del montaje de la muestra, buscando resultados políticos pero también poéticos. Ya sea en las reuniones, talleres o charlas informales, se sentía como una manifestación en la universidad con un grupo rebelde de agitadores potenciales.
Lo que sucedió fue un enfoque interdisciplinario para hacer e interpretar estrategias museográficas y trasladar obras y discursos que sucedieron en un espacio y lugar específico al espacio expositivo del CAC. Se propuso un proceso curatorial rizomático, orgánico y no lineal que buscó activar las potencialidades de cada agente involucrado. Se puso énfasis en activar el proceso y el espacio entre el arte y el público, así como los matices epistemológicos que se encuentran en saber y no saber. El objetivo principal del proceso curatorial fue abrir un espacio para el diálogo y el debate.
El Encuentro de Arte y Comunidad ‘Al zur-ich’ (2003-2017) cambia la forma en que el arte está mediado en los espacios públicos en los contextos locales. Se podría también considerar un modelo de ‘práctica curatorial’ que transformó la forma en que se comisiona y produce proyectos de arte y comunidad en contextos específicos. La exposición establece un nuevo vocabulario en el género de exposiciones de procesos u obras orientadas al trabajo con comunidades, territorios y participación pública. Y es una exposición en la que su programa educativo y los ejercicios de mediación con los visitantes son indispensables.
Se trató de trabajar en formatos variados, disciplinas y espacios abiertos para mediar en una muestra en la que los temas sociopolíticos e históricos y la creatividad convergen con la cultura visual y el compromiso civil. Si realmente examinamos lo que sucede en nuestro campo profesional, en la curaduría, en la museología como un campo, en la práctica artística contemporánea, los matices de ser un agente cultural reflexivo y comprometido han estado evolucionando durante algún tiempo. En ese sentido, el papel de los curadores está cambiando, y ya no puede ser el supuesto abanderado de autoridad y experiencia que lo sabe todo.
Parte del equipo de museografía: Ana Armijos, David Santillán, Luis Dominguez, Andrés Bolaños, Gabriel Arroyo, Luis Villareal, Belén Santillán, y Edu Carrera. Foto: Miguel Jiménez / El Telégrafo
Notas extra sobre los proyectos
A lo largo de estos 15 años, el Encuentro de Arte y Comunidad ‘Al zur-ich’ ha creado una plataforma en la que se han desarrollado unos 130 proyectos de arte contemporáneo en interrelación con la comunidad, y se han establecido nexos con organizaciones de carácter barrial, de base, sociocultural y participativa de cerca de 90 barrios del Sur de Quito.
La exhibición se conforma por una selección de 16 proyectos. La primera sección presenta los antecedentes de la conformación del colectivo Tranvía Cero y el Encuentro de Arte y Comunidad ‘Al zur-ich’. Después, a partir del primer encuentro, se piensa unas formas de hacer de trabajos inclasificables que han dado cauce a lo mejor del arte contemporáneo ecuatoriano en relación con el espacio público, el territorio y sus habitantes y vecinos. Estos proyectos son parte integral de la práctica artística de sus autores, una práctica expandida en que la producción de obras no es suficiente para culminar el proceso creativo.
Los proyectos de la muestra expresan un deseo activista de interactuar directamente con nuevas audiencias, y lo lograron mediante un abrazo de apertura en el que el artista es reconocido como un mediador de la creatividad de los demás. Los proyectos consisten e ‘institucionalizan’ una convergencia de importantes desarrollos conceptuales e históricos desde la década pasada hasta hoy en referencia a las practicas artísticas, las comunidades y los territorios. Alteran la forma en que pensamos el espacio y la esfera pública, reflexionan sobre el potencial de la producción artística como catalizador del activismo social y experimentan con nuevos modelos de compromiso cultural artístico basado en la comunidad y en la experiencia de barrio. En esencia, proponen un nuevo ethos (formas de hacer, comportamientos) de responsabilidad social y política, ejemplificada por artistas que se comprometen con el trabajo cultural con ciudadanos urbanos en sus circunstancias cotidianas de economía, clase, trabajo, etnicidad y género.
… Las salas de museos, teatros, galerías y cines, se trastocan y transmutan, hacia el sur de la ciudad, en calles, plazas, parques, salones comunales, escalinatas, hogares, patios o, simplemente, paredes. Lugares donde las propuestas artísticas de los Encuentros deben desplegarse, revalorizando los espacios de lo público y dándoles ricas connotaciones colectivas.
Marcelo Medrano Hurtado, ‘Al zur-ich: Reflexiones de un encuentro subterráneo’ (2006)
El Encuentro de Arte y Comunidad ‘Al zur-ich’ ha construido una metodología que toma la cultura y el arte como punto de partida, pero luego los sitúa en relación con contextos específicos, tiempos y preguntas, con el fin de desafiar el status quo de la ciudad, de sus habitantes y de la escena artística local. Como Centro de Arte Contemporáneo de Quito, con esta muestra nos interesa crear un espacio para el diálogo, presentando una exposición que plantea que la producción de conocimiento también se genera a través de experiencias colectivas y en comunidad, en base a aciertos y errores. (I)