El Telégrafo
Ecuador / Viernes, 22 de Agosto de 2025

De paso en el mundo de afuera

Reseña

La tendencia a contar historias que se desarrollan en ciudades cuyos escenarios repiten hechos violentos y conocidos desajustes sociales no le da mayor mérito a la reciente narrativa latinoamericana. Afirmo esto porque el narcotráfico, el sicariato, los identificables ‘males socioculturales’, no son dignos de epopeyas ni merecen ser vistos como hazañas de supervivencia. Más bien, sí lo es —estéticamente hablando— la búsqueda de ficciones que con un pie en la realidad transformen el contenido de una estructura narrativa.

Jorge Franco, en El mundo de afuera (Premio Alfaguara 2014), en tono intimista, soñador, poético y cuestionador, entrega en esta, su última novela, una mirada al Medellín de los años setenta. El autor colombiano, en los 46 capítulos de la obra, va trazando el mapa que conduce al lector a varios estados de la vida de sus personajes en distintas épocas, en tiempos de la posguerra europea y del crecimiento de una ciudad latinoamericana que se hundirá en los avatares de la violencia.

Su predilección por personajes al margen de la ley y con objetivos precisos es ya una constante en sus obras (Rosario Tijeras, Paraíso Travel). Ahora, El mundo de afuera nos presenta, por un lado, al Mono Riascos, un joven pobre, producto sin horizonte de las comunas, que ha crecido admirando desde lejos la belleza de Isolda, quien vive en un castillo cuasi feudal en las afuera de la misma ciudad. El primer contraste que ofrece la novela, por lo tanto, es el de la suntuosidad frente a la modestia.

El otro personaje principal, Diego Echavarría, aparece en algunos momentos claves de la historia universal. Su colombianismo aristócrata se desarrolla en la ciudad de Berlín devastada luego de la II Guerra Mundial. Diego y Dita, alemana sobreviviente de la guerra, se conocen en Berlín. La barrera de la nacionalidad se derrumba por medio de la música clásica, sus primeras citas tienen como escenario los teatros y posteriormente las calles y barrios de París. Dita, como un personaje fuerte, con convicciones diferentes, reflexiona: “el amor —dijo ella— no es algo que se pueda formalizar”.

Cuando Echavarría vuelve a Colombia emprende el proyecto simbólico de establecer un nuevo orden, lejos de Europa, pero tal decisión plantea el siguiente contraste en la novela: Dita, la esposa alemana, y Medellín.

Aquel monstruo indomable

Esta pieza de Franco participó con el nombre Aquel monstruo indomable en el concurso de novela Alfaguara 2014, título extraído de un verso del poema ‘Idilio eterno’ de Julio Flórez. El autor de Santa Suerte conduce a sus lectores desde este tópico amatorio a uno de los ejes irrenunciables de su narrativa: el amor.

El Mono Riascos está anclado en la poesía del bardo popular colombiano Julio Flórez, cuyos versos cabalmente rimados se desbordan entre los diálogos de este personaje: “Si a la lucha me provocas, dispuesto estoy a luchar, tú eres espuma, yo, mar, que en sus cóleras confía”.

Este acercamiento a la lírica popular tal vez se explica en la contemplación del mundo inalcanzable, diferente, que encierra el ‘castillo’ de don Diego Echavarría Misas, y que el Mono solo percibe husmeándolo desde su condición de vecino. Así, la historia da paso a una nueva oposición: el tener y no tener.

Desde ahí se teje el conflicto entre los dos mundos, entre los dos personajes: el Mono, líder de una banda, secuestra a Echevarría, no solo por el dinero, sino porque este es el padre de Isolda.

Un aire rubendariano emerge desde la perspectiva del Mono Riascos, porque recuperar el pasado, un pasado, puede permitir el reencuentro con una poética que sí contenga la belleza y el idilio. Así, es entendible que la voz narrativa afirme: “Nobles y plebeyos nos ponemos de pie muy temprano dispuestos a capotear necesidades, alegrías y tristezas. Y ella, la princesa, a lidiar con su soledad y a estudiar la vida de los muertos”.

El lenguaje adquiere otro tono para detenerse en un momento de idealización: el de la amada Isolda, la ‘princesa’ que habita el castillo y es el centro del registro del narrador. Él se encarga de describir los años de su niñez y su fugaz juventud, sus juegos en el jardín, el escenario preferido para mostrar el desarrollo de este personaje femenino.

Vale identificar en este narrador la necesidad de crearse ‘paraísos’ de escape, formas imaginarias de lidiar con la realidad.

El microcosmos de Isolda es un lugar aislado de lo que será Colombia en los años siguientes. Su aparición inicial responde a los intentos del autor de registrar los momentos lejos de la violencia. Y sin embargo, esta violencia llega a alcanzarla cuando el Mono Riascos secuestra a su padre.

El mundo de afuera, entonces, presenta una visión para entender toda clase de relaciones sentimentales en un Medellín que acorrala a sus protagonistas en medio de “esa luz gris”. El minuto de misericordia está condicionado por los planes, por las grandes luchas y la insistencia en vivir entre antípodas: de la extrema pobreza a la riqueza, de la apetencia desbocada por lo que no se tiene con la convivencia armónica con el arte, de los afanes de conseguirlo todo a costa de transgresiones a la posesión plena de las cosas.

Desde la apuesta por lo cotidiano y por las rupturas sin límites, una vez más, Jorge Franco lanza su literatura.

Jorge Franco

Nació en Medellín, en 1962.

Estudió Literatura en la Pontificia Universidad Javeriana y Cine en la London International Film School. Su primer libro, de cuentos, Maldito amor, obtuvo un premio literario en su país. Desde entonces, Franco está dedicado a la literatura.

Obras

- Mala noche (1997)
- Rosario Tijeras (1999)
- Paraíso Travel (2001)
- Melodrama (2006)
- Santa Suerte (2010)
- El mundo de afuera (2014)