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De las palabras a los hechos

Cuando los hechos sobrepasan a las palabras

Cuando los hechos sobrepasan a las palabras
25 de abril de 2016 - 00:00 - María del Pilar Cobo, Correctora de textos y lexicógrafa

El tema de esta columna iba a ser Miguel de Cervantes y su inmenso legado al español, tan inmenso que el día de su muerte, el 23 de abril, ha sido declarado el Día del Idioma Español. Lamentablemente, en estos días los hechos sobrepasan a las palabras, y escribir sobre Cervantes y la fiesta del español sería alejarse mucho más de la tristeza que se vive en nuestro país. Digo ‘mucho más’ porque desde hace poco estoy viviendo fuera del país, y la distancia genera una sensación de impotencia y tristeza enorme. Sin embargo, esta columna no es para hablar de mí, sino de los discursos que se van generando a raíz de la tragedia.

En momentos como los que está viviendo el Ecuador, si bien los hechos son mucho más importantes que las palabras, también nos damos cuenta de que las palabras pueden generar grandes efectos, para bien o para mal. No dejamos de leer en medios y redes sociales, sobre todo de Ecuador y buena parte de América (aunque el país en el que ahora vivo parece que se mirara el ombligo) acerca de la tragedia, la devastación, el dolor, la muerte, el miedo… pero estas palabras adquieren un significado vacío si proceden de personas que quieren aprovecharse y tomar partido de ellas, especialmente en el terreno político y empresarial. Las cosas no están como para llenarnos de discursos vacíos y tendenciosos, para culpar a nadie ni para llevar agua al molino de nadie, y mucho menos para ganar votos. Ninguna persona tiene el derecho de apropiarse de esta catástrofe ni del dolor de tantos hermanos para usarlos en su beneficio, eso solo demuestra la falta absoluta de humanidad.

Pero no solo se lucra del dolor, la tragedia o la devastación, también se usan palabras muy grandes como solidaridad para demostrar el grado de mezquindad al que se puede llegar. Estos momentos tampoco son para ir presumiendo de la ayuda que se da, de cuánto dinero se envía a los damnificados o para apoyar las tareas de rescate; de hecho, eso es mucho más vergonzoso e inhumano, sobre todo si viene de empresas que están lucrando con todo esto, que ganan dinero que tanta gente solidaria de verdad está gastando para enviar algo a quienes lo necesitan. En redes sociales circula un mensaje: eso es marketing, no solidaridad. Estos momentos son también para pensarnos como un país solidario sobre todo con nuestros hermanos afectados, pero también con los pequeños productores y comerciantes, con quienes viven de su trabajo, con quienes pueden perderlo todo si una tragedia así vuelve a suceder.

No podemos dejar que los discursos vacíos e hipócritas sobrepasen la envergadura de estos momentos tan tristes y tan apremiantes, que exigen un verdadero compromiso, poner el hombro, fraternizar. Es hora de que demostremos, ahora sí, sin confrontaciones ni falsedades, que los ecuatorianos solidarios somos más, muchísimos más.

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