El sol pegaba siempre con furia en uno de los tres enormes patios de la Academia  Illingworth. Yo estaba, no recuerdo qué curso, en secundaria, pero viene a mi memoria el estribillo de ‘Tres notas’, cantado por toda una generación en las formaciones del recreo, mientras esperábamos romper filas para devorar las enormes empanadas o la guatita con arroz bien provistas en tarrinas de plástico color gris. No debo olvidar el pastel de carne o chorizo que vendía María, semiescondida entre los buses del expreso, parqueados en la cancha de fútbol, tan inmensa como indomable, la cancha.

“Por ser siempre así/ siempre así, estas tres notas son para ti”, gritábamos  algunos a las novias del colegio María Auxiliadora o del Liceo Panamericano, otros a sus novias imaginarias. Yo le cantaba al viento. Pero cantaba -o gritaba más bien- las canciones de AU-D.

Él empezó su carrera siendo muy chico, por eso es que todos los ecuatorianos lo conocemos. Y bien. Lo sentimos parte de nuestra idiosincrasia. ¿Quién no conoce a AU-D?

Tengo la impresión, sujeta a confirmación, de que todo lo que ha creado el cantante en mención ha sido éxito. ¿Es mi idea? ‘Tres notas’ es el referente, el hijo pródigo, el primogénito. La canción ‘Un amor así’, que no es de él, pero que la remozó con fuerza para que los noventeros la bailáramos y con la que nos representó dignamente en (nada menos) que el Festival de Viña del Mar.

Enumerar cada uno de los temas juveniles, frontales, romántico-urbanos de Martín Galarza, nombre de pila de AU-D, requerirá más de una columna.

Es, sin duda, el cantante en su género de mayor recordación, y de éxitos más constantes. No hay dos como Martín en Ecuador. Y al contrario que otros artistas, no ha navegado en las turbulentas aguas de la política, en donde la conveniencia es la enemiga del tiempo.

Traigo a colación este recordatorio de quién es y qué representa el cantante AU-D en los escenarios ecuatorianos, a propósito de una queja del artista defendiéndose de dos programas de farándula, que se exhiben en RTS y en Canal Uno.

Las autoridades de la comunicación han emitido ya un veredicto. Lo ideal es que una entrevista se la solicite. Y si el protagonista de la nota no la quiere dar, eso no lo convierte en ‘divillo’ o en mala persona. Ese es el eterno mal de los programas rosa en la actualidad. Pretenden pensar que, a conveniencia, todos deben formar parte de ese engranaje. No es así.

Sin mencionar programas, debo decir que muchos de los que ahora pululan en ellos son entrevistados y son jueces de realities, son personas mediáticas creadas por los espacios en cuestión y  que no ejercen ninguna actividad artística.  Desde estilistas que podrían ser parte de programas matinales o de belleza, pero no de noticias del espectáculo. Y menos contando detalles íntimos personales en horario familiar.

Por eso, y me imagino que por otros temas, cantantes de trayectoria como AU-D no quieren ser entrevistados por estos programas de farándula.

En general, repito: hay que respetar eso.

Finalmente, AU-D es un ícono de los escenarios nacionales.

Y su voz de protesta no es una más. Cuando un referente habla, protesta o dice algo, muchos voltean a ver. (O)